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EN TERCERA PERSONA

Testigos narran el asesinato del consejero de Morena

La fiscalía de Jalisco encontró tres cuerpos sin vida tras la balacera ocurrida el viernes pasado en el Sonora Grill de la colonia Providencia, en Guadalajara, Jalisco.

El cadáver A fue descrito como el de un joven de 20 a 25 años, de 1.75 metros de estatura. Al cadáver B se le describió como una persona de aproximadamente 1.80 metros, tez blanca y complexión robusta. Le calcularon entre 45 y 50 años de edad. Presentaba cuatro heridas en el pecho, y una más en el lado izquierdo del cráneo.

El cadáver C, de 1.80 metros y aproximadamente 40 años, presentaba heridas en el brazo, el pecho y un codo.

El cadáver B era el del consejero político nacional de Morena en Jalisco, Salvador Llamas Urbina. Se había tratado de un ataque directo y orquestado.

Llamas Urbina arrasó el pasado 25 de agosto en la asamblea de Morena para elegir consejeros en el Distrito 10 de Zapopan: se llevó 2 mil 362 votos de un total de 4 mil, y fue acusado de haber pagado por esos votos (su competidor más cercano obtuvo unos 400).

Un mes más tarde, Llamas fue electo como consejero político nacional del partido gobernante: de inmediato se le mencionó como potencial candidato de Morena para la gubernatura de Jalisco.

Tras el asesinato, un hasta hace poco defensor acrítico de Morena, John Ackermann, acusó a Llamas de ser “un narco de Vallarta” y críticó “la ‘Cuarta Transformación’ de @mario_delgado”.

Dos de los escoltas de Llamas refirieron que a “su principal” no le gustaba “que ingresaran a los lugares donde él se encontraba para no alarmar a los comensales”. Así que aquella tarde ambos se quedaron afuera del restaurante “para dar protección desde el exterior”. De acuerdo con su testimonio, el consejero de Morena entró al Sonora Grill acompañado solo por su jefe de escoltas –el excomisario de seguridad de Puerto Vallarta, Luis Fernando Muñoz Ortega.

El fiscal del estado, Luis Joaquín Méndez, señalaría más tarde, sin embargo, que el jefe de escoltas entró al lugar una vez que la balacera había comenzado.

Llamas cruzó las puertas del restaurante a las 17:32 de aquel día. Llevaba una mochila en la espalda que no ha sido localizada.

Según los escoltas, el también director del servicio de agua potable de Puerto Vallarta (y jefe de asesores del presidente municipal Luis Alberto Michel) iba a “comer con su familia”. El fiscal, sin embargo, abrió más tarde la posibilidad, a partir de videos obtenidos en el lugar, de que el morenista estuviera sentado en la misma mesa que sus agresores, miembros “indiscutiblemente”, dijo, del crimen organizado.

Dos testigos presenciales, Alejandro “N” y Paola “N” relataron a los agentes de la fiscalía que a dos mesas de donde Llamas se encontraba, se sentó “un masculino de complexión robusta, tez blanca, canoso, el cual llega solo”. Pasados cinco minutos, dijeron los testigos, arribaron “dos masculinos, uno de tez blanca, delgado, joven, de camisa blanca y pantalón de mezclilla azul”. El segundo, un hombre de “tez morena, complexión robusta, de estatura baja, camisa roja, pantalón de mezclilla azul”.

Ambos se sentaron “con el individuo canoso” que había llegado primero. Minutos más tarde, sigue la versión de los testigos, se reunió con ellos una mujer “delgada, de tez morena clara, quien viste chamarra negra, pantalón de mezclilla semi roto, la cual se sienta con los tres masculinos” (los videos presentados por el fiscal muestran, en cambio, a una mujer que llegó de la mano de uno de los agresores).

Según el testimonio de los comensales, solo cinco minutos más tarde, pasadas las 18:00 horas, el hombre de camisa roja y la mujer de los jeans semi rotos se pusieron de pie y avanzaron hacia la mesa en donde se hallaba el consejero de Morena.

La mujer, sexoservidora, fue usada como “cubierta” a fin de que el hombre de camisa roja pudiera aproximarse a su objetivo. Esta mujer declaró a los investigadores que aquella tarde le habían asignado un servicio en el restaurante, aunque ignoraba a cuál de los clientes con los que se sentó “le iba a dar el servicio”.

Según el reporte recogido en el lugar de los hechos: “el masculino de camisa roja y la fémina… se paran a un costado del masculino identificado como funcionario municipal”. En ese instante, el hombre de rojo sacó un arma y efectuó “diversos disparos”. Al acabársele los tiros, “el agresor corre por el pasillo que da hacia la cocina, hacia el exterior del lugar”.

En las puertas del restaurante, el hombre de camisa roja y su cómplice de camisa azul se enfrentaron a tiros con los escoltas que habían quedado afuera. Para ese momento, uno de los atacantes había asesinado ya al excomisario Muñoz y se había apoderado de su arma larga, según la versión del fiscal. Ese mismo atacante murió en la banqueta a resultas del tiroteo. Era, precisamente, el cadáver A.

El otro agresor alcanzó a huir. Los dos escoltas salieron malheridos. Los comensales se metieron bajo las mesas y algunos corrieron al baño. Dirían más tarde que en el exterior se siguieron escuchando tiros durante unos cinco minutos.

Según los escoltas, Llamas había recibido amenazas de un líder del Cártel Jalisco que opera en Vallarta. Para las autoridades, se trata de Francisco Javier Gudiño Haro, La Gallina: miembro de la célula que asesinó al exgobernador Aristóteles Sandoval y atentó contra el secretario de Seguridad de la CDMX, Omar García Harfuch.

Como se sabe, policías de Guadalajara se replegaron al escuchar los tiros; extrañamente las cámaras del C5 no aportaron información sobre la huida de los agresores, y Morena guardó silencio tras el asesinato de su potencial candidato al gobierno de Jalisco.

Si la hipótesis del fiscal se sostiene, este asesinato sería una prueba más, en el abultado rosario que revela los vínculos del crimen organizado con el partido gobernante.

Ámbito: 
Nacional