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JAQUE MATE

Volver al pasado

"Ningún partido puede estar seguro mucho tiempo sin una fuerte oposición".
Benjamin Disraeli

De todos los intentos del presidente López Obrador por regresar al México de los setenta, el más preocupante es el que busca reconstruir el sistema electoral de ese entonces. Un nuevo partido hegemónico sería muy dañino para nuestro país.

Esta semana se inicia la discusión en la Cámara de Diputados sobre la reforma electoral propuesta por el Presidente. Morena ha mandado un mensaje de apertura al afirmar que estudiará no solo la iniciativa de López Obrador, sino también decenas de otras presentadas por varios partidos políticos. No hay duda, sin embargo, que Andrés Manuel busca restablecer un sistema que favorezca al partido gobernante.

Ignacio Mier, coordinador de los diputados de Morena, lanzó una advertencia a la oposición este pasado 22 de octubre. "Se los digo con toda honestidad, nos convendría como Morena que las cosas se quedaran igual. Se van a elegir cuatro [consejeros] y, como somos mayoría, podemos ponerlos nosotros... Pero no queremos eso, no queremos, porque Morena, el Movimiento de Regeneración Nacional, con lo que nació y lo primero que nos dio origen, es tener una verdadera democracia en México y acabar con los fraudes electorales, la compra del voto, lucrar con la pobreza, comprando su confianza, su fe, dar dádivas, la entrega de apoyos". Lo curioso es que estas fueron precisamente las prácticas que erradicó o redujo el sistema democrático que se forjó en los años noventa y nos dio un árbitro electoral independiente y alternancia de partidos en el poder.

Muchos aspectos pueden mejorar en nuestro sistema electoral. Deben eliminarse, a mi juicio, las restricciones a la libertad de expresión y a la libertad política en general. Respaldo también la reducción de los costos electorales, para lo que habría que bajar o eliminar el financiamiento público de los partidos y adoptar nuevas tecnologías, como el voto electrónico. Lo inaceptable es exterminar al INE o privarlo de su autonomía.

Los fraudes eran no solo habituales sino sistemáticos hasta que se creó el Instituto Federal Electoral en 1990, tras los cuestionados sufragios de 1988 organizados por Manuel Bartlett. Las reformas de 1990, 1993, 1994 y 1996 construyeron un sistema realmente democrático que llevó al desmantelamiento del sistema de partido hegemónico. Las nuevas reglas hicieron posible que el PRI perdiera la mayoría absoluta en el Congreso en 1997 y la Presidencia en 2000. Las reformas de 2007-2008 y 2014 implicaron retrocesos, sobre todo en las libertades políticas, pero siguieron favoreciendo la alternancia en el poder. Nuestro sistema fue lo suficientemente abierto como para permitir que un partido nuevo, Morena, pudiera ganar las elecciones presidenciales en 2018 y obtener mayorías absolutas en ambas Cámaras del Congreso de la Unión en 2018 y 2021, además de ganar una elección estatal tras otra.

No tiene sentido afirmar que hay que destruir este andamiaje democrático para tener una verdadera democracia. Muchas de las medidas que propone el Presidente, como la reducción de los legisladores de representación proporcional, están diseñadas para concentrar más el poder en el Ejecutivo y el partido gobernante. La peor sería la elección popular de consejeros y magistrados electorales. La popularidad no puede ser el criterio para seleccionar a los árbitros de una elección... o de un partido de futbol.

La alternancia es la comprobación de que tenemos una democracia real. El sistema de partido hegemónico no era una mejor democracia: en todo caso, era la "dictadura perfecta".

· OTROS DATOS

Dice AMLO que la inflación se ha detenido por su pacto antiinflacionario. En la primera quincena de octubre, sin embargo, la inflación anual fue de 8.53 por ciento, mientras que los precios de alimentos, bebidas y tabaco, que son los que buscaba frenar el pacto, aumentaron 13.87 por ciento.

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Nacional