Incognitapro

EL ASALTO A LA RAZÓN

Contramarcha de los inocentes

Ufano por el acuerdo de marchar junto al secretario de Gobierno capitalino Martí Batres (quien calculó hace dos semanas entre 10 y 12 mil a quienes caminaron en defensa del INE y ayer estimó que se manifestaron por AMLO “un chingo y dos montones”), el sacerdote Alejandro Solalinde bendijo la procesión de devotos de la 4T pretendiendo evangelizar a quienes piensan distinto:

“Quiero hacer un llamado especial a los demás para que se unan también. Entiendo que no acaban de digerir que esto es un cambio, un gran movimiento irreversible, pero también son nuestras hermanas y hermanos, no importa el nivel que tengan, finalmente se convencerán que este cambio es necesario, es de bien para todos, y ellos son parte de nosotros. Los invitamos a participar de nuestra reunión, sin ellos México no está completo…”.

Y justificó así la leva de pobres y servidores públicos:

“Les llaman acarreados a los que no tenían medios para venir, pero sí querían venir…”.

En las vísperas, el otrora respetado defensor de migrantes que devino capellán de Palacio invitó en redes sociales:

“¡Vamos a la marcha! Este domingo me sumaré a millones de personas conscientes de la necesidad de una transformación nacional pacífica y democrática ¡Nos mueve el amor, no el odio; la fe practicada, no solo la religión!...”.

Menos místicos, alrededor de 20 mil promotores del voto de Morena que fueron habilitados servidores de la nación por la Secretaría de Bienestar habían hecho ya el trabajo sucio, ofreciendo transporte a repentinos “voluntarios” que se benefician de los programas sociales. Algunos fueron videograbados en la vía pública mientras, además del viaje de ida y vuelta, prometían “partidas especiales” en efectivo.

Renuentes a identificarse cuando los conminados les hacían ver lo ilegal de usar dinero público para el acarreo político, los morelitos (por lo de siervo de la nación de Morelos y Pavón) gozan de plazas A y B, con salarios de ocho mil 500 y 10 mil 800 pesos mensuales.

Herencia de la “dictadura perfecta” como definió al priiato Vargas Llosa, el acarreo de gente humilde y trabajadores del gobierno mutó a los genes del partido mayoritario. En agosto reciente fue uno de los recursos de que se valieron los candidatos de Morena a integrar en septiembre su consejo nacional.

 

Mi compañera Liliana Padilla registró entonces las descalificaciones internas:

En Acayucan denunciaron fraude y captaron en video al delegado de Bienestar, Raúl David Salomón (...). En Puebla, BC, Michoacán, Sonora y otras entidades denunciaron filas de personas transportadas en camiones para emitir su voto y señalamientos de condicionamiento de programas sociales. Hasta John Ackerman documentó en video cómo una mujer entregaba hojas de afiliación ya llenas con los nombres del candidato por el que debían votar (…). El académico organizó brigadas cazamapaches y acusó que se pagaron hasta 500 pesos por voto.

Para lo de ayer, quizá por la pobreza franciscana, el moche a jodidos no pasó de 300 pesitos por cabeza… 

Carlos Marín

cmarin@milenio.com

 

Ámbito: 
Nacional