Medio centenar de hombres armados reivindica en un video la presencia de la Familia Michoacana en Milpa Alta, una zona campesina rodeada de alcaldías con carteles conocidos
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Los responsables de la seguridad en la Ciudad de México andan con las orejas en punta atentos a las señales que estos días llegan desde las tranquilas tierras del sur. La grabación de un grupo de unas 30 personas armadas con pavorosos fusiles corrió como pólvora por las redes sociales. “Pura Familia Michoacana”, se presentan en el video, en el que enviaban un mensaje de muerte y terror con la clásica dialéctica bravucona y pueril del narcotráfico, y un firmante: Zarco. Lo que ha asustado a la población no es tanto el alarde de fuego cuanto la zona que mencionan, Milpa Alta, los pueblitos campesinos de la ciudad que lindan con los Estados vecinos de Morelos y de México, un lugar de paso codiciado por los delincuentes, pero libres todavía de asentamientos criminales, según dicen las autoridades. Los habitantes se afanan estos días con las luces de la Navidad, pero siguen encendidas las de alarma. Un fuerte dispositivo policial se despliega por las calles para infundir la calma y la paz que preconizan estas fiestas.
La capital de México se ha presentado siempre como un territorio libre del narcotráfico que siembra el terror en prácticamente toda la República. Pero en los últimos tiempos las evidencias han sido tenaces, empezando por el atentado que sufrió el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, el 28 de junio de 2020 en pleno corazón de la ciudad. Las autoridades reconocen que son varios los carteles que se disputan el negocio en la ciudad, algunos de ellos asentados en Tláhuac y algunos barrios del Estado de México donde una calle apenas los separa de la Milpa Alta. “Ya estamos en Milpa Alta”, decía la grabación. Y de inmediato, los habitantes de estas tierras descubrieron que hay más espinas de las que cuidarse que las que coronan las infinitas nopaleras del paisaje.
Unos dicen que los criminales codician algunos de esos campos de cultivo semiabandonados que no tienen dueño conocido. Otros apuntan que es la situación geográfica entre Estados, con la carretera federal que entra en la ciudad por el sur, lo que convierte a la Milpa Alta en un lugar estratégico. La autoridad envía un mensaje de contención: “No minimizamos el video, pero si existiera una célula como la que sale ahí, con esas características, en una pugna o en una lucha delincuencial, pues no hubiera habido solo un homicidio doloso en noviembre en Milpa Alta”, ha dicho García Harfuch, que el jueves se reunió con dirigentes de la zona. La Secretaría de Seguridad insiste en que “ni minimiza ni descarta” lo que anuncia el video, pero, por si acaso, enviaron pronto 25 patrullas a razón de seis policías en cada una y vehículos de alta seguridad. “Se hizo un despliegue importante en Milpa Alta y se está haciendo todos los días”, aseguró Hafuch.
En la plaza principal de San Antonio Tecomitl, el pueblo comercial de la Milpa, de unos 21.000 habitantes, bajo el sol del viernes, el oficial manda a su tropa formarse y ordena una leve coreografía marcial. Paso adelante, media vuelta. La veintena de hombres vestidos de azul marino ejecuta obediente. El oficial no se cree que la Familia Michoacana esté metida en la Milpa. No hay, dice, pruebas que demuestren que ese video es verdad. “Los que pelean por los terrenos son los de Chalco”, afirma, en referencia al pueblo vecino, del Estado de México. “Es el paso lo que necesitan, aquí no están peleando por la plaza”, asegura. Dice que seguirán desplegados hasta cuando sea necesario, “para que el pueblo vea que no están solos, que no vendrán grupos armados”. ¿Por qué difunden un video así? “Para sembrar el pánico, son mensajes entre ellos. Pero aquí se está tranquilo, los que hacen el relajo son los que están de paso”.
No tan de paso, opina Antonio Nieto, periodista especializado en narcotráfico y autor del libro El cartel chilango, entre otros. Dice que desde 2006 andan por Chalco, por Ixtapaluca, pegados a Tláhuac y a Milpa Alta. “Lo que confirma el video es solo una pugna reciente de los Michoacán contra los Gastones, que tampoco son nuevos”. Nieto cita ensañamientos con narcomenudistas desde hace como un año y medio, detenciones, capturas policiales, algún asesinato. “A la Familia Michoacana se le cuentan ya unos 350 eventos en los últimos tres o cuatro años”, afirma. “Es un cartel muy mediático que tiene 20 años, es imposible decir que no han tenido presencia en la Ciudad de México: lo que cambia es que se están exponiendo más, aunque no han entrado a matar en guerra abierta contra la autoridad”.
Lo que pasa con el narco es que revuelven el río y otros aprovechan para pescar, matones de barrio, extorsionadores de segunda división. Eso cree uno de los vecinos de la Milpa, que tiene una tiendita de abastos, que es lo que ha ocurrido con la última llamada amenazante que ha recibido: “Decía que me llamaba de la alcaldía, qué raro, pensé. No me dejaba hablar, se lo dije: ‘Cuando le toque ya contestará’, me dijo y le colgué. Pero llamó dos veces más y se presentaron como del cartel de Tláhuac, eso nunca había ocurrido, otras veces solo decían que un sobrino mío tenía problemas y necesitaba dinero, pero esta vez daban detalles de dónde vivíamos y decía que si quería ver a mi esposa colgada del puente en el pueblo. Me asusté, qué onda, y lo denuncié”, afirma el hombre, quien, naturalmente, prefiere no identificarse. La tienda sigue abierta, pero han colocado cámaras y se plantean cerrar más temprano, antes de que oscurezca. En estos pueblos, un paseo por la mañana, con sus negocios abiertos, la fruta por todos lados, las enormes ollas de mole, no presagia las incertidumbres que traerá la noche. Pasa en casi toda la ciudad.
Otros comunicados han circulado por WhatsApp estos días en los que piden a la población que se resguarden en sus casas “a partir de las 11 de la noche, dado que llegó el CARTEL JALISCO NUEVA GENERACIÓN”. “Venimos a poner orden en este pueblo de gente inocente. Todos los achichincles que andan queriéndole andar de pinches dedos ratas se los va a cargar la chingada. Venimos de parte del señor, venimos llegando y venimos para quedarnos a trabajar, no se lo tomen a la ligera el comunicado, vamos a torturar, matar y descuartizar a los putos ratas que ya tenemos ubicados”. Y a continuación se despachan con una veintena de alias a los que no van a perdonar, dicen. Por más que el mensaje puede mover a la risa en alguno de sus pasajes, los descuartizamientos existen, se han dado en el centro histórico más turístico de la ciudad. Poca broma.
Pero en estas tierras que preside el volcán Teutli, por donde no pasó ni el exterminio de los conquistadores españoles, la milpa recibe al sol cada mañana con sosiego campesino. “Aquí nos conocemos todos, somos pueblos, si llega alguien extraño lo identificamos, nos cuidamos entre todos, hacemos sonar las campanas”, dice el secretario técnico del Concejo, Ramiro Caldillo. No le da veracidad al video que anuncia la presencia de la Familia Michoacana, más bien cree que los incendios los desatan las redes sociales, rápidas y atormentadoras. “Desde luego que se instala la preocupación, es el tema de la conversación, pero hay detalles que no nos convencen, por ejemplo esa alberca que aparece en el video, aquí no hay de esas”, afirma. Puede que haya aumentado un poco la inseguridad, dice, pero es prudente. Sabe que la tranquila Milpa colinda con zonas de riesgo, y que son tierras “difíciles de cuidar por la policía, amplias, terrenos abiertos y montañosos que fueron de cultivo”. Pero, como la autoridad gubernamental, echa mano del escaso número de homicidios para justificar la calma que aún se respira.
Los predios de nopaleras son inmóviles, no hay viento que haga temblar las sólidas pencas, así amanecen y así les cae la oscuridad de la noche. Son otras señales las que están agitando la calma que envuelve a estos pueblos descendientes de los Momoxcos, un extraño paisaje rural al sur de la gran capital mexicana.