Los datos, cuanto más desagregados, mejor. La mitad del producto interior bruto (PIB) generado a nivel mundial entre el año 2000 y el 2019 provino del 0,9% del territorio, según un estudio publicado por la consultora estadounidense Mckinsey este miércoles. De acuerdo con el informe Pixels del progreso: Una mirada granular al desarrollo humano en el mundo (Pixels of Progress: A granular look at human development around the world), este crecimiento se produce en 3.600 pequeñas zonas repartidas en 130 países y que suman entre todas una superficie equivalente al territorio de Sudáfrica. El análisis, que disecciona el mundo en más de 40.000 microrregiones, permite mitigar “la tiranía” de las medias y promedios nacionales, que distorsionan la imagen de la riqueza y del bienestar de la población, y evidencia que los grandes núcleos urbanos concentran buena parte de la riqueza mundial.
El reparto del pastel es similar cuando se desagrega por personas y no por territorios: de acuerdo con un informe del banco Credit Suisse publicado en septiembre, los más ricos del planeta acumularon el 45,6% de la riqueza en 2021. Para Chris Bradley, director del Mckinsey Global Institute, “la imagen del mundo, en datos agregados, es bastante borrosa”. En el video de presentación del estudio, Bradley compara Mapusa, una pequeña localidad de la India, con Oporto (Portugal). Aunque ambas ciudades tienen el mismo PIB per capita —33.000 dólares—, Portugal, en términos per capita, quintuplica la riqueza de la India. “Cuando intentamos analizar el mundo, los detalles como Mapusa quedan eliminados”, concluye.
Para ilustrar esta tiranía estadística, el informe utiliza como ejemplo el 30% de países que experimentaron un mayor crecimiento per capita en el periodo estudiado. En estos países, entre los que están China y Estados Unidos, viven 2.300 millones de personas. Su conclusión, después de analizar por zonas el resto del mundo, es que establecer el crecimiento por países clasificó erróneamente el progreso individual de 1.400 millones de personas. De estas, la mitad (700 millones) viven en zonas que sí crecieron lo suficiente como para entrar en este mapa, pero como la media de sus países fue inferior, no lo hicieron. Los otros 700 millones, sin embargo, se clasifican dentro de zonas prósperas por vivir en microrregiones situadas en los 28 países que más crecieron, cuando en realidad estas zonas no crecieron al ritmo de la media nacional.
Un ejemplo claro de esta distorsión es la comparación entre Estados Unidos y la India. El PIB per capita en EE UU creció, entre el año 2000 y el año 2019, más de 7.100 dólares, lo que le sitúa en el 30% de países que mayor avance experimentó en estos años. En la India, sin embargo, el avance fue de 4.150 dólares per capita, por lo que estaría excluido del ranking de países. Sin embargo, analizado por regiones más pequeñas, el panorama cambia: hasta 1.400 microrregiones estadounidenses —donde viven 120 millones de personas, más de un tercio de su población—crecieron menos que la media nacional. En la India, sin embargo, hasta 270 zonas—donde viven 114 millones de personas— experimentaron un crecimiento superior a 7.100 dólares, pero fueron excluidos por la media nacional.
Progreso social
El estudio no se limita a lo económico, y también analiza parámetros como el progreso social o la esperanza de vida. La mejora en estas dos últimas décadas es evidente: según los datos recopilados por la consultora estadounidense, 3.500 millones de personas —casi la mitad de la población mundial— vivían en 2019 en zonas con un nivel de vida equivalente al del 21% más rico a principios de siglo. “En el otro extremo del espectro”, apuntan, “el grupo de más de mil millones de personas que vivían en microrregiones con los niveles de vida más bajos al principio del periodo de 20 años se ha reducido a unos cientos de millones al final de este”, a pesar de haber aumentado su población.
Al analizar la relación entre PIB per capita y esperanza de vida, el estudio concluye que, aunque siguen relacionados, aproximadamente la mitad de la mejora significativa de la esperanza de vida en 20 años se explica por los efectos de la innovación sanitaria. Es decir, mejor salud con los mismos ingresos. Para demostrarlo, los autores vuelven al análisis por mircrorregiones y comparan tres zonas del este de Europa: las ciudades de Wroclaw (Polonia) y Bucarest (Rumanía), y la región de Läane-Eesti (Estonia).
En la región estonia, el crecimiento en términos de PIB fue uno de los más bajos del país, pero su esperanza de vida se disparó desde los 70,3 años hasta los 79. Por el otro lado, el PIB per capita de Bucarest creció en las dos primeras décadas de siglo casi un 10%, pero su esperanza de vida experimentó el avance más lento de todo el país. Wroclaw, por su parte, refleja un crecimiento total: su PIB avanzó más que todas las otras grandes ciudades polacas y su esperanza de vida se situó a la altura de los otros núcleos urbanos avanzados.