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EL ASALTO A LA RAZÓN

Un prenavideño cuento de Ciro

 

La pregunta de Gómez Leyva procede y los aludidos debieran responderle: ¿cómo confiar en una investigación profesional, rigurosa, imparcial de su caso si el Presidente no deja de injuriarlo y asegura que “pudo ser un autoatentado, no porque él se lo haya fabricado, sino porque alguien lo hizo para afectarnos a nosotros, no lo descarto…?”.

Ciro se refiere a los titulares en CdMx de la Fiscalía, Ernestina Godoy; la policía, Omar García Harfuch; la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum; al secretario de Gobernación, Adán Augusto López; al fiscal general de la República, Alejandro Gertz, a jueces, magistrados y al presidente del Poder Judicial Federal, Arturo Zaldívar.

De atender la inquietud, es previsible el “sí” pero, aunque su respuesta fuera sincera, es tan aplastante el poder de los poderes que, por la verificable incondicionalidad de algunos, hay la remota probabilidad de que se presten a “fabricar” acusaciones y sentencias que satisfagan al Presidente.

Seis días después de que dos balas dirigidas a la cabeza de Ciro estallaran en el cristal blindado de su ventanilla, las únicas novedades acerca del ataque son las que, como buscapiés o saltapericos, chisporrotean desde Palacio Nacional en los atropellados y patéticos soliloquios de un López Obrador detectivesco, que aventura hipótesis y tira “líneas de investigación”.

Ayer, al citar y tratar de explicar la colosal estupidez esparcida por quién sabe quién del imposible “autoatentado”, echó más gasolina al tema que quiere capitalizar (“Cuando plantean lo de Ciro, de que pudo ser un autoatentado…”), mi desconcierto fue tanto que no solo me remití a la versión estenográfica oficial sino al video de la infortunada declaración.

Conviene repasar el desvarío porque lo que a López Obrador le urge más, por lo visto, no es dar con quien o quienes imagina pretenden afectarlo, pero sí un traductor de mensajes enigmáticos; alguien avezado en hermenéutica; un eficiente intérprete de oráculos y mitos como Rubén Aguilar Valenzuela, quien se encargaba de desenredar los renglones torcidos de Fox con la memorable introducción “lo que el presidente quiso decir…”.

Pese a todo, no deja de ser divertida la patinada del “autoatentado”, y hasta da pie para imaginar una hilarante, delirante y cuatroteísta “verdad histórica”:

La idea de “afectar” a López Obrador fue de Genaro García Luna y Claudio X. Ciro la consultó con Manlio Fabio Beltrones, a quien le pareció luminosa. Los impactos se montaron mientras corría el noticiario de Imagen. Humberto Padget desactivó en la colonia Florida cuantas cámaras de vigilancia pudo. Manuel Feregrino y Sofía Henríquez iban en el carro negro que siguió la camioneta. Marco Silva condujo la motocicleta, con Miriam Moreno (enchamarrada y con casco) en el asiento de atrás para representar el papel de sicaria. La farsa concluyó con Ciro en la casa de su vecino y amigo Beltrones para celebrar lo bien que salió el autoatentado…

cmarin@milenio.com

Ámbito: 
Nacional