La policía ha detenido en la tarde de este jueves a la quinta implicada en el asesinato de los hermanos Tirado y su tío ——Jorge (35 años), Andrés (27) y Luis González (73)— en la colonia Roma de Ciudad de México. La Fiscalía ha anunciado el arresto de una mujer, identificada como Rebeca, que en el momento de su aprehensión portaba “una boleta de empeño de una computadora portátil con características similares a un equipo robado del domicilio donde ocurrieron los hechos, una tableta electrónica y cartuchos útiles”, de acuerdo con el organismo. Según fuentes del Ministerio Público, la sospechosa de ser cómplice del crimen forma parte del entorno de las cuatro personas ya detenidas.
Rebeca fue localizada, de acuerdo con fuentes de la Fiscalía conocedoras del caso, gracias al rastreo de los teléfonos móviles de los otros implicados, que llevó hasta el de ella. Los agentes han descartado casi por completo la hipótesis de que los instigadores del crimen y primeros detenidos, Blanca, Sally y Azuher (madre, hija y yerno respectivamente) contrataran a un grupo de sicarios profesionales para cometer los asesinatos. En su lugar, la línea de investigación más probable señala que todos los implicados son allegados a la familia. El cuarto detenido, Randy, es nieto de Blanca e hijo de Sally. Rebeca es amiga de Sally y Azuher. Las pesquisas apuntan a que todavía hay dos implicados más a los que la policía espera arrestar en los próximos días.
Los investigadores cuentan también con la grabación de la cámara de seguridad de un cajero automático, donde se ve a la nueva detenida sacando dinero en compañía de Sally. En este momento, la policía cree que Blanca, Sally y Azuher —en prisión provisional durante al menos los siguientes seis meses— pidieron ayuda a gente de su confianza antes de cometer el crimen, de acuerdo con fuentes del Ministerio Público. Los nuevos descubrimientos refuerzan la teoría de los detectives de que los sospechosos no contrataron a asesinos profesionales, ya que la improvisación fue habitual en su comportamiento. Rastrear un teléfono móvil es relativamente fácil, y alguien con experiencia criminal no habría dejado tantas pistas en él.
Los hermanos Tirado, un actor y un músico procedentes de Sinaloa y conocidos en la escena cultural, y su tío fueron hallados sin vida el pasado domingo en una casa de la calle Medellín 113, en el corazón adinerado de la capital mexicana. Sus cuerpos llevaban desde el viernes en una bodega de la residencia, donde presuntamente los culpables les amordazaron, golpearon y finalmente acabaron asfixiándoles. Cuando la policía irrumpió en el lugar, se encontró los cadáveres y a los tres primeros detenidos en el lugar de los hechos. En otra habitación hallaron con vida a Margarita María Ochoa, de 72 años, tía de los jóvenes y esposa de González. Sobrevivió porque, según la Fiscalía, los sospechosos pretendían que les cediera la propiedad de la casa.
Ochoa era hermana del anterior propietario, un anciano que falleció en mayo. Los tres primeros detenidos vivían en la misma residencia porque Blanca trabajaba como enfermera para el hombre, que necesita cuidados constantes. Después de su muerte, trataron de hacerse con la propiedad del inmueble argumentando que Blanca y el anciano habían sido pareja, pero no pudieron acreditarlo. Ochoa y su marido se mudaron a la vivienda en junio para regularizar la herencia de la casa, que quedó intestada (cuando no hay una herencia o la sucesión no está clara). Pero cuando estaban a punto de conseguirlo, Blanca, su hija y su yerno reaccionaron con violencia para poder hacerse con el edificio.
Los hermanos Tirado se habían mudado en agosto con sus tíos y fueron daños colaterales, aunque sin la repercusión que supuso su desaparición primero y su muerte después, el caso probablemente nunca habría llegado a ser tan mediático. Víctimas y victimarios convivieron durante varios meses en la vivienda de la calle Medellín. El valor de la casa, erigida en el porfiriato y algo aviejada, radica en su localización: la Roma Norte, uno de los barrios más exclusivos de la capital, inmerso en un feroz proceso de gentrificación que está elevando aún más los precios. Ahora la policía espera capturar a otros dos implicados, cerrar la parte penal del caso y dejar que los tribunales decidan el futuro de los presuntos culpables.