"Lo mejor es el libre comercio,
no imponer tarifas, aranceles,
no cerrarnos".
Andrés Manuel López Obrador
Lo más positivo para México de la Cumbre de Norteamérica es que ratificó que, a pesar de los discursos políticos, el propio presidente López Obrador reconoce que el futuro de México está atado a América del Norte y en particular a la relación con Estados Unidos. Norteamérica es el destino del 83 por ciento de nuestras exportaciones, pero Estados Unidos por sí solo representa 80 por ciento. Latinoamérica puede ser tema de muchos discursos románticos, y de innegables afinidades culturales, pero la economía mexicana está atada a Estados Unidos.
AMLO, sin embargo, piensa que la mejor manera de beneficiarnos de esta relación es construir una fortaleza proteccionista y estirar la mano para pedir limosna. Este 9 de enero preguntó en la reunión bilateral con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su gabinete: "¿No podríamos producir en América lo que consumimos? Claro que sí". Ayer habló de la necesidad de lograr una "sustitución de importaciones". El lunes añadió: "Lo único importante, en realidad, que se ha hecho en materia de cooperación para el desarrollo en nuestro continente en más de medio siglo" fue la Alianza para el Progreso. Este fue un programa de ayuda a Latinoamérica impulsado por John F. Kennedy en los sesenta.
Nuestro país, sin embargo, no necesita un proteccionismo que limite las importaciones de otras regiones, ni un programa de ayuda económica. Requerimos, por el contrario, una economía abierta para elevar nuestra competitividad. México no logrará un mayor desarrollo con dádivas, sino con un mejor aprovechamiento del Tratado México-Estados Unidos-Canadá para impulsar mayor inversión y crecimiento.
Esto no lo vamos a conseguir si tomamos medidas que debiliten la inversión y la producción. El principal problema lo estamos registrando ya en energía. En el afán por reconstruir los monopolios de Pemex y la CFE, el gobierno ha bloqueado las nuevas inversiones y cerrado instalaciones productivas que ya estaban operando. Lo único que está consiguiendo es volver menos competitiva nuestra economía.
México tiene una oportunidad singular para dar un gran salto hacia adelante. China ha dejado de ser un proveedor confiable para Estados Unidos, mientras que la invasión rusa a Ucrania ha limitado las posibilidades de inversión en Europa oriental. El T-MEC le permite a nuestro país atraer mucha de esa nueva inversión, siempre y cuando no la destruyamos nosotros mismos.
Tratar de echar para atrás las reglas del T-MEC, simplemente porque el presidente López Obrador quiere cerrar de manera unilateral el mercado energético, o porque desea prohibir importaciones de productos contra los que tiene prejuicios, como el glifosato o el maíz transgénico, no es el camino para mantener y ampliar estas oportunidades. Ayer los participantes en la cumbre tomaron la decisión de excluir el tema de energía de la reunión trilateral, pero no porque tuvieran ya un acuerdo, sino porque querían impedir que la cumbre terminara con una diferencia insalvable. Esto no significa, sin embargo, que Canadá y Estados Unidos vayan a ceder a las pretensiones de López Obrador. Si México no da marcha atrás en su intento por cambiar las reglas del T-MEC, tendrá que enfrentar un panel de controversia que seguramente perderá, porque ningún país puede cambiar un tratado de manera unilateral.
Ni siquiera deberíamos estar tratando de cambiar estas reglas. México es el principal beneficiario de un mercado abierto. Si lo mantenemos, podremos construir una economía más próspera... sin tener que pedir limosna a nuestros vecinos ricos.
· NO AVISAMOS
"No le avisamos a tiempo que venía el fiscal de Estados Unidos", explicó Marcelo Ebrard sobre la ausencia del fiscal Alejandro Gertz Manero de la cumbre. La explicación es poco creíble; pero, si fuera cierta, sería una increíble exhibición de la ineficiencia de nuestro gobierno.