Acapulco vuelve a la pesadilla
“Macabro hallazgo”, “Espeluznante hallazgo”, “Terror en Acapulco”. El tono de los titulares ilustraba, el 8 de enero pasado, la manera sombría en que el puerto de Acapulco se ha asomado al 2023.
Esas notas relataban el hallazgo realizado bajo un puente de la autopista México-Acapulco, en el poblado San Martín El Jovero, donde la policía localizó cinco cadáveres descuartizados y embolsados que habían sido abandonados en el interior de un automóvil al que luego le prendieron fuego.
El horror de los descuartizamientos comenzó en el puerto el 3 de enero. Ese día, una bolsa de basura con restos humanos fue encontrada en la salida a Pie de la Cuesta, y una cabeza de mujer apareció dentro de una caja de cartón en el fraccionamiento La Laja.
La pesadilla de Acapulco no iba a detenerse. Por el contrario, avanzó. Este domingo, los familiares de Larry “N”, un hombre desmembrado y envuelto en costales cuyos restos fueron arrojados en el poblado turístico de San Andrés Playa Encantada, impidieron la actuación de policías y militares que se presentaron en el lugar, y se llevaron los trozos de Larry en una carretilla.
Ayer, el cuerpo de un hombre degollado fue encontrado en el barrio La Fábrica, frente al Mercado Central de la ciudad. Al mismo tiempo, dos cadáveres más aparecían en el Viaducto Diamante. Las víctimas estaban amarradas de pies y manos, y presentaban violentas huellas de tortura.
La narcoguerra de Acapulco ha dejado 35 muertos en dos semanas.
Los destazados, los degollados, los ejecutados, los torturados, los balaceados en las playas; las extorsiones, la quema de negocios y de vehículos del transporte urbano, forman parte del paisaje cotidiano, la vida diaria de los habitantes de la segunda ciudad más violenta del mundo, según el ranking dado a conocer hace tres meses por la consultora Statista ―que mide la tasa de homicidios en 50 ciudades del planeta.
En una alerta emitida por la embajada de Canadá apenas el 11 de enero, se pidió a los ciudadanos de aquel país evitar pisar, a excepción de algunas ciudades más o menos seguras, 14 estados de la República.
Esos estados eran Tamaulipas, Zacatecas, Sonora, Sinaloa, Colima, Morelos, Nayarit, Guanajuato, Nuevo León, Chihuahua, Coahuila, Durango, Michoacán… y desde luego, Guerrero.
La alerta resume el clima de violencia que se vive en estas entidades, donde la presencia criminal tiene bajo la bota a millones de mexicanos y en donde una decena de organizaciones se disputan el control de los puertos, de la sierra, de las minas, y en extensos territorios y municipios imponen incluso los precios de los 40 productos de la canasta básica (la carne de res, de cerdo, de pollo…), así como del gas, el refresco, la cerveza…
El 11 de enero, el jefe operativo de la Policía Auxiliar de Acapulco, Samuel Buenfil Espinoza, salió de su casa y se dirigió a las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública.
A unos metros de la puerta de este edificio lo estaban esperando los dos tripulantes de una motocicleta.
Eran las once de la mañana. Buenfil murió de manera instantánea.
Según EL UNIVERSAL, la fiscalía levantó de la calle 15 casquillos percutidos, calibre 9mm.
Todo esto ocurrió en un sitio saturado de Guardias Nacionales (hay más de mil ya en el puerto) y en el que la presidenta municipal, Abelina López, dijo primero que no hay violencia, porque “la violencia la ponen los medios”; dijo también que en todo caso dicha violencia era causa de “la calor”, y terminó por aceptar, en octubre último, que desde el gobierno de Evelyn Salgado se le había dado la instrucción de no hablar sobre la violencia en el puerto.
Ayer, sin embargo, en medio del clima de inseguridad, de la carnicería en que se ha convertido el puerto, la alcaldesa de Morena volvió a las andadas: afirmó que la llegada del crucero Norwegian Bliss, con cinco mil pasajeros, “ha rebasado cualquier tipo de comentario negativo que busque afectar la imagen del puerto” porque, afirmó, “Abelina trabaja para que las cosas siempre sean de bien y esto es el resultado de un trabajo fino”.
En solo dos semanas, el número de muertos en Acapulco supera, mientras tanto, a los del mismo periodo de 2022.