No es la primera vez, pero ayer, con todo y seis mil soldados de la Guardia Nacional, amaneció grafiteado un vagón del Metro en la estación Cuauhtémoc de la Línea Uno.
En los días previos habían sido detenidas (y no todas consignadas) seis personas, algunas de las cuales sortearán su proceso en libertad, acusadas de “ataque a las vías de comunicación”.
Se trata de tres mujeres y tres hombres:
Una de las “saboteadoras” es identificada por la Fiscalía como Viviana N, capturada por dejar caer a las vías (parece no haber video, se ignora si voluntaria o involuntariamente) unas aspas de plástico dizque provocando un corte de energía (el material no es conductor de electricidad); otra señora por una bufanda y una más por una lata de refresco.
También fueron aprehendidos, esposados y liberados Cristhian M, Iván G y José B por “arrojar” teléfonos celulares.
La pinta descubierta este miércoles contiene lo que pudiera ser un mensaje: CZCR, con la firma SkR.
Para un hilarante catálogo del ridículo circulan en redes las imágenes de dos vigilantes y un fotógrafo ataviados de civil; cuatro militares con uniforme de fajina y la palabra Ejército en sus chalecos antibalas, y tres policías vestidos de azul que, sin permiso y retrasando la circulación de convoyes, aseguran lo que parece una lata chamuscada de Coca-Cola tan peligrosa que se escucha con claridad: “¡Apúrenle porque este es oro, oro molido!”. El primero de los dos soldados que descienden toma fotos del bote, se coloca profilácticos guantes azules para no contaminarlo con sus huellas y deposita en una bolsa transparente la evidencia para su inútil y carcajeante análisis forense.
El valiente operativo se llevó casi tres minutos.
De pura vergüenza está siendo el paranoide despliegue de militares, policías y vigilantes del Metro (en total unos 12 mil), ya que, en todo el mundo, los andenes de este medio de transporte, suelen ser depósitos de una gran variedad de desechos.
Tan solo el año pasado, en el de Ciudad de México, del total de objetos encontrados, 51 por ciento fue de teléfonos celulares (muchas veces tirados por ladrones descubiertos para negar su delito), 588 en total.
El porcentaje restante fue de 114 audífonos, 67 bastones o muletas, 49 anteojos, 41 zapatos, 35 carteras, 30 documentos, 30 paraguas, 26 bolsas, 24 alhajas, 19 objetos metálicos y 16 mochilas o maletas que totalizan mil 39 cosas, algunas de las cuales, en opinión de los gobiernos capitalino y federal, pudieran motivar los “atípicos” incidentes, accidentes y tragedias ocurridas en el Metro.
Si de verdad se tratara de prevenir “sabotajes”, los usuarios del Sistema de Transporte Colectivo han estado en riesgo, no por lo que es echado a las vías, sino porque las administraciones de los últimos 25 años han permitido que se convierta en tianguis y que “el pueblo” suba inclusive con bicicletas, pero sobre todo por las graves deficiencias de mantenimiento…
Carlos Marín