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Lorenzo Córdova y Ciro Murayama: “La democracia no está en el ADN de la sociedad mexicana”

 
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Ciro Murayama y Lorenzo Córdova.

Ciro Murayama y Lorenzo Córdova.Berenice Rivera (Editorial Planeta)

Lorenzo Córdova y Ciro Murayama son muy buenos amigos y comparten ideas e ideales. Los dos se inscriben en la militancia de izquierda. En el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) votan en conjunto y defienden los mismos proyectos. Juntos en las buenas y en las malas, también son el blanco favorito de las críticas y ataques del oficialismo, que los califica de conservadores y los acusa de hacerle el juego a la derecha. Egresados de la UNAM, donde han sido docentes e investigadores, ambos han publicado en el pasado lúcidos ensayos sobre economía y teoría política. Córdova y Murayama concluirán el 3 de abril su cargo como consejeros del INE y volverán a su alma mater a dar clases y a elaborar investigaciones. Pero, antes, han lanzado un órdago: un libro escrito a cuatro manos al que titularon La democracia no se toca (Planeta).

El título evoca sin lugar a dudas el eslogan “El INE no se toca” que caracterizó a la manifestación ciudadana del 13 de noviembre en rechazo a la reforma electoral impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que buscaba una profunda transformación del sistema electoral mexicano y convertir al INE en una nueva institución con facultades limitadas. La portada del libro lleva una fotografía de esa movilización, en la que se aprecia un Paseo de la Reforma colmado de personas vestidas de rosa, los colores institucionales del órgano electoral.

A diferencia de sus libros anteriores, este último ha sido escrito en forma de manual. Está repleto de infografías e instructivos sobre el funcionamiento del sistema electoral. También se describen escenarios hipotéticos de lo caóticas y poco confiables que serían las elecciones si desapareciera el INE, el órgano encargado de instalar las casillas y contar los votos. Para Córdova (50 años) y Murayama (51 años), el intento del Gobierno de desmantelar la institución y de apropiarse del padrón electoral —el listado con los datos personales de millones de mexicanos— es solo un aviso del peligroso retorno del “ogro filantrópico” que describiera Octavio Paz: un poder político que, a la vez que oprime y controla a la población, la soba y atiende sus necesidades. Solo que esta vez se trata de un ogro a secas, “sin lo filantrópico”, apuntan en entrevista conjunta con EL PAÍS.

Pregunta. ¿Por qué publicar este libro precisamente ahora, en la antesala de la elección presidencial de 2024 y el “plan B” de la reforma electoral en vilo?

Lorenzo Córdova. Su origen lo podemos remontar a una plática con la editorial Planeta en la Feria del Libro de Guadalajara de 2021, hace más de un año, cuando comentábamos cómo sería el país sin un sistema electoral como el que tenemos. Y ahí surgió la oferta de hacerlo de manera muy didáctica, muy pedagógica, en un texto conjunto entre Ciro y yo. Así que no es un libro pensado para la coyuntura específica que estamos viviendo hoy. Pero creemos también que el contexto en el que hoy estamos tiene un antecedente global y nacional de erosión democrática, de vientos autoritarios, que se expresan de muy distinta manera, entre otras, en un ataque, una descalificación, a la autoridad electoral.

La descalificación del INE y de nuestro sistema electoral no es algo de esta coyuntura particular, sino que es algo que se viene articulando y construyendo desde hace varios años. Así que el libro cumple, con mucha vigencia y actualidad, el propósito para el que había sido pensado: convertirse en una especie de manual de uso y defensa de la democracia. Es decir, defender la democracia significa comprenderla y poder imaginar qué significaría no tener las condiciones que nos ha costado tanto conseguir.

Manifestantes en la marcha en contra de la reforma electoral, el pasado 13 de noviembre.

Manifestantes en la marcha en contra de la reforma electoral, el pasado 13 de noviembre.LUIS CORTES (REUTERS)

P. ¿A qué se debe la semejanza del título y los colores del libro con los motivos de la manifestación del 13 de noviembre?

Ciro Murayama. Es una decisión editorial, pero venturosamente la marcha demostró un espíritu cívico al que nosotros pensamos apelar desde un principio. Hemos visto nacer y morir democracias en distintos momentos de la historia y en diferentes países. Una de las características que tiene el ocaso democrático es el desentendimiento ciudadano de su democracia. Y en México, venturosamente, eso no está pasando. En la medida en que haya ciudadanos defendiendo su democracia, esta seguirá vigente.

En el caso de México, la llegada de la democracia no implicó refundar el marco constitucional, como en otros países. Lo que fue necesario fue construir un sistema electoral que hiciera viable lo que estaba en la Constitución, es decir, división de poderes, acotamiento del poder presidencial, eliminación de las prácticas metaconstitucionales. Y eso fue básicamente una operación política que se plasmó en reglas e instituciones electorales para que el voto se respetara. Lo que está pasando ahora es justamente un intento de destrucción de esa obra democrática. En México, afectar el sistema electoral es revertir la democratización. Y esa es nuestra alerta fundamental en el libro.

P. Esa manifestación de noviembre fue muy criticada por el oficialismo y por ciudadanos simpatizantes del Gobierno. ¿No temen que el libro sea leído con ese sesgo?

L. C. Esa no fue una manifestación partidista ni tampoco una manifestación organizada desde el poder. Y fue una manifestación inédita porque, a diferencia de muchas otras que hemos visto en el mundo, que implican protestas por políticas públicas y de defensa de ciertos derechos, como los de las mujeres o de la diversidad sexual, esta es una manifestación que se hizo para defender una institución. Eso coincide con el propósito del libro, en el sentido de a la democracia se la defiende como una construcción colectiva y también de manera colectiva. Quien defiende a la democracia son sus propios constructores y practicantes y beneficiarios inmediatos, que son los ciudadanos.

El libro sí tiene una postura política: defender a la democracia. Y si eso incomoda a algunos, pues creo que es porque la democracia, tal como la conocemos, probablemente les incomoda. Sí es un libro militante, no en términos de política partidista, pero sí en términos de política democrática, de defensa de la democracia.

El diputado morenista Gutiérrez Luna instaló en San Lázaro un contador de los días que faltan para que Córdova y Murayama desocupen sus cargos.

El diputado morenista Gutiérrez Luna instaló en San Lázaro un contador de los días que faltan para que Córdova y Murayama desocupen sus cargos.Galo Cañas Rodríguez (Cuartoscuro)

P. En el libro describen escenarios de caos político si el INE desapareciera. ¿Es impensable la democracia más allá del INE?

C. M. Yo creo que es impensable la democracia sin elecciones limpias. Y en México llegar a eso implicó quitarle al Gobierno la organización, que implicaba la manipulación, de los procesos electorales. Así que más allá del nombre que tenga la institución, lo que es indispensable es mantener un árbitro autónomo, no al servicio del poder en turno. En México fue indispensable construir un padrón electoral desde cero, porque esa pieza —básica de toda elección confiable, el listado de votantes— se manipulaba; se tergiversaba; se excluía arbitrariamente a ciudadanos que se intuía que podían votar por la oposición; había quien podía votar varias veces; había quien no encontraba su nombre en la casilla que le correspondía.

Bueno, frente a esas trampas de la picaresca autoritaria mexicana, se construyeron reglas para garantizar el sufragio efectivo. Y México, en sus 200 años de vida como nación independiente, lleva apenas poco más de dos décadas con elecciones auténticas. Es decir, la democracia no está en el ADN de nuestro país. Fue una construcción frágil, y por eso hay que cuidarla. Y lo que estamos viendo es una especie de contaminación desde el poder del ecosistema democrático que puede asfixiarlo.

L. C. Permíteme complementar. Hay algunas partes del libro que, en efecto, invitan al lector a pensar qué ocurriría en una elección sin tener las reglas y sin tener al INE. Pero no es una pretensión distópica. Se plantea como si fuera algo en el futuro, pero en realidad es una descripción de cómo eran las elecciones antes de que surgiera el sistema electoral en 1990. Es una crónica y una descripción de la historia, de dónde venimos, y que afortunadamente dejamos atrás.

P. En el libro hay muchas alusiones a López Obrador, pero no lo nombran. Hablan de presidentes autoritarios y populistas y de gobiernos a los que no les gustan los contrapesos. ¿Por qué no ponerle nombre?

L. C. En realidad estábamos pensando en Donald Trump, en Jair Bolsonaro o en Viktor Orban. Este es un libro escrito por consejeros electorales, por personas en la función pública. Y también tenemos una responsabilidad como académicos y como formadores de opinión. El libro pretende ser un manual para la democracia, no busca ser un elemento adicional para atizar esa polarización que lamentablemente desde el poder está buscando construirse, en una lógica francamente antidemocrática, porque se nutre de la intolerancia.

Así que dejamos al lector que tome los ejemplos, y que a cualquier gobernante autoritario que evoca la idea de un pueblo unificado, como si fuera algo homogéneo y monolítico, y no el resultado de la pluralidad que tiene en nuestra sociedad, que ha enarbolado un discurso en contra de las reglas electorales y del sistema electoral, pueda ponerle el nombre y apellido que quiera. Pero, si me pides que le ponga nombre y apellido, lo hago: Trump, Bolsonaro, caben perfectamente en este modelo, digámoslo así, de gobierno antidemocrático o repelente a los valores, principios y prácticas de la democracia.

Durante la marcha convocada en noviembre por el presidente López Obrador, Graciela, una partidaria de Morena lleva una playera que lee "no te pases de rosca INE".

Durante la marcha convocada en noviembre por el presidente López Obrador, Graciela, una partidaria de Morena lleva una playera que lee "no te pases de rosca INE".Iñaki Malvido

P. ¿Trump, Bolsonaro y López Obrador?

L. C. No es un traje a la medida y exclusivo para alguien. Es un conjunto de prácticas que desde el gobierno, cada vez más —en el mundo, y México no es ajeno a ello—, están presentándose como un desafío a la democracia. En México estamos viviendo expresiones de regresiones autoritarias, y el mejor ejemplo de ello es el “plan B”, que está en proceso de finiquitarse y que va a ser objeto de impugnaciones por parte del INE, pero también de muchas otras personas que ya han manifestado que recurrirán a los tribunales por la franca y abierta inconstitucionalidad de ese plan.

C. M. Este no es un alegato contra López Obrador, es un alegato contra el uso autoritario del poder. Y eso trasciende a un presidente o a una persona.

P. Mencionan en el libro al “ogro filantrópico”, el ogro autoritario que poco a poco ha sido expulsado de la vida democrática del país. ¿Se está asomando de regreso?

C. M. Yo creo que, lamentablemente, el Estado mexicano ha dejado de cumplir muchas de sus funciones básicas, y si regresamos al autoritarismo, nos quedaremos con el ogro, sin lo filantrópico. Aquella figura de Paz se acuñó en la época del Desarrollo estabilizador y la mejoría de las condiciones de vida, e incluso de la esperanza de vida. ¿Qué es lo que tenemos en México ahora? Una reducción drástica de la esperanza de vida por la violencia y por la pandemia, que le pegó, sobre todo, a los más pobres y desfavorecidos. Entonces, lo que estamos viendo es el riesgo de perder las libertades y los derechos democráticos sin haber mejorado en los derechos sociales y económicos.

L. C. La filantropía se quedó atrás. Y la vocación de ogro es la que es la que nos amenaza. Los grandes problemas del país están en otro lado, ya no están en la parte electoral. Y tal vez sería tiempo para que los grandes esfuerzos que hoy están encaminándose desde los circuitos gubernamentales a combatir lo que, probablemente, mejor hemos hecho bien en los últimos 30 años, sirvan para atajar los verdaderos problemas nacionales. Sería una buena manera de avanzar en cumplir eso que sigue siendo, después de 100 años, la gran deuda pendiente por la que se inició la Revolución Mexicana, que es la justicia social.

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Nacional
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