Persecución política en dos casos:
1. Si, como afirma la Fiscalía capitalina, lo “atípico” de lo que viene pasando en el Metro está siendo provocado intencionalmente, los “sabotajes” no se limitan al corte y pelado de cables, manipulación de enganches de vagones y mecanismos de cambio de vías, sino incluye la complicidad de kamikazes como el que tripulaba el tren que se estampó contra otro el 7 de enero. Un generoso fanático de siniestras causas, émulo de Mohamed Atta del 11/S dispuesto a suicidarse.
Es Carlos Alfredo Hernández Osorio quien, según el cuento, por jugar al terrorista fue a parar al Hospital San Ángel Inn para someterse a cirugía por fractura del acetábulo izquierdo (la porción articular cóncava de la superficie de la pelvis formada por el ilion, el isquion y el pubis), al que se articula la cabeza del fémur (que vincula la cadera). También sufrió luxación de Lisfranc en el pie derecho y quedó con insuficiencia renal aguda por rabdomiólisis (descomposición de músculos).
A ese hombre se le acusa de homicidio y lesiones culposas porque, afirma la fiscalía, no se apegó a los manuales técnicos, excedió el límite de velocidad y puso el piloto automático para chocar en el otro convoy a 45 kilómetros por hora.
Y sobre el desacoplamiento de vagones de la Línea 7, el MP asegura que fue por una “manipulación dolosa” de las piezas de sujeción, con el propósito de provocar “un accidente grave”.
2. En cuanto al hallazgo de propaganda “de odio” en la “guerra sucia” contra la jefa de Gobierno, el desplante policiaco de la noche del jueves en torno de la alcaldía Cuauhtémoc hizo creer que habían atrapado a El Mayo Zambada o encontrado armas, drogas o personas secuestradas, pero no: solo 13 paquetitos de cartulinas y seis mantas en que se descalifica la gestión de la presidenciable Claudia Sheinbaum, quien declaró:
“Yo pido que los medios de comunicación, que los ciudadanos, vean lo que significa que miles y miles de panfletos, de propaganda, de guerra sucia, estén en una oficina pública…”.
Lo dijo desde su oficina… pública, atizando la guerra limpia contra la oposición (en especial el PAN), porque “están muy preocupados porque cada vez pierden más la ciudad, y la verdad porque encabezamos la encuesta aquí y en el país. Lo que buscan es atacar, es su manera de hacer política…”.
Pero lo encontrado son impresos destinados a lo mismo que el morenismo viene haciendo desde el poder: política “limpia” y “sucia”, y que pese a las limitaciones legales no constituye propiamente un delito, a menos que los 13 o 15 mil tristes pesos que puede costar lo hallado (como aventura el indignado secretario de la Contraloría), hayan sido desviados del erario y por lo mismo fueran prueba de un baratísimo “peculado”.
Como sea, lo del “sabotaje” (anunciado antes de cualquier “investigación”) y lo del enfrentamiento entre autoridades únicamente confirma que la política es, en realidad, un muladar...
Carlos Marín