El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha suspendido la visita prevista a China para este domingo después de que el Pentágono identificara un globo chino sobre el espacio aéreo estadounidense, según ha confirmado un alto funcionario del Gobierno en Washington. El Departamento de Defensa considera que el aparato cumplía funciones de espionaje, algo que Pekín ha negado. China, que ha pedido disculpas por el incidente y ha reconocido que el artefacto le pertenece, asegura que se trata de un mero globo meteorológico que se vio arrastrado por el viento y perdió el rumbo.
La visita de Blinken iba a ser la primera de un secretario de Estado de EE UU a Pekín desde 2018, y tenía como objetivo reducir los roces entre las dos potencias, cuyas relaciones se han ido haciendo cada vez más tensas a medida que el poder de China ha ido creciendo. La suspensión amenaza con hacer retroceder un tímido proceso de distensión que había comenzado en noviembre, cuando los presidentes de ambos países, Joe Biden y Xi Jinping, se reunieron en Bali (Indonesia).
“Hemos tomado nota de las declaraciones de disculpa de China, pero la presencia de este globo en nuestro espacio aéreo representa una clara violación de nuestra soberanía y del Derecho Internacional. Es inaceptable que esto haya ocurrido”, ha indicado un alto funcionario del Departamento de Estado. “Tras consultar con otros departamentos y con el Congreso, hemos llegado a la conclusión de que no se dan las condiciones en estos momentos para que el secretario Blinken viaje a China”, ha añadido. Por el momento no se ha fijado una nueva fecha para la visita del jefe de la diplomacia estadounidense a Pekín, aunque el Departamento de Estado asegura que se programará para lo antes posible y “las líneas de comunicación se mantienen abiertas”.
El alto funcionario insistió en que la visita no se ha cancelado, sino únicamente “se trata de un aplazamiento”. Dada la importancia de los asuntos a tratar y la complejidad de la relación entre los dos países, se prefirió retrasarla porque la polémica en torno al globo “hubiera reducido de manera significativa la agenda a tratar”, admitió.
En una comparecencia posterior ante la prensa junto a su homólogo de Corea del Sur, Park Jin, Blinken calificó de “irresponsable” el uso del globo por parte de China. Acerca de la cancelación de su viaje apuntó que “creo que cualquier país que viera violado de este modo su espacio aéreo respondería de manera similar, y solo puedo imaginar cuál hubiera sido la reacción en China si la situación hubiera sido al revés”.
A 18 kilómetros de altura
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
El Pentágono insiste en que el globo, que vuela a una altura de unos 18 kilómetros, cumple funciones de espionaje, pese a lo que sostiene Pekín. Es “maniobrable”, de modo que se puede dirigir su rumbo, y “cuenta con equipamiento de vigilancia. Bajo él transporta una cesta —por hablar en términos que entienda todo el mundo— con una carga grande, con un componente de vigilancia”, ha indicado en una rueda de prensa el portavoz de Defensa estadounidense, el general Pat Ryder.
Defensa informó a última hora del jueves de que había detectado la presencia del globo sonda a gran altura, superior a la de los vuelos comerciales, mientras sobrevolaba Montana, en el noroeste del país. Ese Estado acoge una de las bases militares donde se alojan los misiles nucleares intercontinentales de EE UU. Los mandos militares se plantearon el derribo del aparato, para lo que se llegaron a cancelar los vuelos en el aeropuerto de la ciudad de Billings, en Montana, y se enviaron aviones militares, incluidos cazas F-22, a la zona. Finalmente, se desestimó la idea debido a los riesgos que presentaba la operación, incluida la posibilidad de que fragmentos del aparato alcanzaran a personas en tierra.
Los mandos militares han subrayado que el aparato no cuenta con tecnología que le permita recabar más datos de inteligencia de los que China podría obtener por otros medios, incluidos sus satélites en baja órbita. Tampoco representa una amenaza para la población. Este viernes, el globo había cambiado su trayectoria, dejaba atrás Montana y flotaba en el centro de Estados Unidos, en dirección este, según ha confirmado Ryder.
En Pekín, el Ministerio de Exteriores explicaba a través de un comunicado que la aeronave se desvió “mucho de su rumbo previsto” después de que se viera “afectada por los vientos del oeste y con una capacidad de autodirección limitada”. “La parte china lamenta la entrada involuntaria de la aeronave en el espacio aéreo estadounidense por causas de fuerza mayor”, añadía el comunicado.
No es la primera vez que el Pentágono ha detectado un globo de este tipo en los últimos años, según ha apuntado su portavoz. “Lo que es diferente en este caso es la duración de su presencia”, según Ryder, que ha puntualizado que el artefacto aún continuará sobrevolando territorio de Estados Unidos “durante unos días”. “Seguiremos supervisándolo y estudiando opciones”, subrayó. No quiso precisar si, en caso de que su trayectoria llevara el globo a Washington, la capital, el Departamento de Defensa volvería a plantearse el derribo.
Tanto Washington como Pekín han indicado que se encuentran en contacto sobre el incidente. Blinken conversó con el consejero de Estado Wang Yi (extitular de Exteriores, y cuyo cargo actual lo sitúa al frente de la política exterior china, por encima del ministro actual, Qin Gang) para explicarle que cancelaba su viaje por el momento, pero que su intención es retomarlo en el futuro.
La visita de Blinken, muy esperada en los dos países y planeada para el domingo y lunes, debía servir para tratar de encontrar terreno común entre las potencias rivales. Ambos gobiernos mantienen disputas en áreas que abarcan desde la situación de los derechos humanos en China, especialmente en Hong Kong y entre la minoría uigur, a las presiones sobre Taiwán, la isla autogobernada cercana ideológicamente a Washington y que Pekín considera parte de su territorio.
A ello se suman los desacuerdos en el área comercial, donde se mantienen las subidas mutuas de aranceles impuestas durante la era de Donald Trump, y en el terreno tecnológico. Estados Unidos continúa la imposición de límites al uso de su tecnología por parte de empresas chinas: al veto emitido en octubre, que impide la transferencia de equipos o tecnología de semiconductores a esas compañías, se plantea sumar una prohibición ventas de todo tipo de material al gigante chino Huawei.
Las tensiones alcanzaron su paroxismo en agosto, cuando una visita a Taiwán de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, desencadenó la furia de Pekín, que replicó con unas maniobras militares sin precedentes con fuego real en aguas cercanas a las de la isla.
Pero desde que Pekín renovó el mandato de Xi Jinping para al menos cinco años más durante el congreso quinquenal de su partido Comunista en octubre, las posiciones parecen haberse suavizado, al menos de manera relativa. Al tiempo que persisten los roces, ambas potencias insisten en la necesidad de mantener canales de comunicación y vías de cooperación en áreas en las que les conviene cooperar, como el cambio climático o la salud pública global.
La reunión entre Biden y Xi en Bali, la primera entre ambos presidentes desde la llegada del estadounidense a la Casa Blanca, arrojó varias medidas de distensión, entre ellas el acuerdo para la visita de Blinken. Tras su nombramiento como ministro de Exteriores, Qin Gang, hasta entonces embajador de su país en Washington, ha subrayado su voluntad de entendimiento.