‘Garcíalunizar’ la política mexicana
El presidente López Obrador debe caminar en una línea muy delgada en los próximos días: sacar merecidos réditos políticos del fallo contra García Luna sin permitir que Estados Unidos ponga a México en el banquillo; cobrar a sus rivales el haber dado todo el poder a un hombre internacionalmente descalificado sin exponerse él mismo a que en el futuro le pase lo mismo.
En política, Felipe Calderón y Vicente Fox tienen una factura que pagar. Y como se han vuelto motores del movimiento opositor a López Obrador, también la oposición terminará pagando parte de la factura. Es previsible que AMLO trate de “garcíalunizar” la política mexicana: desde la marcha del domingo hasta la sucesión presidencial, tratará de convencer al público de que todo aquel que lo critique o se le oponga es cómplice del condenado en Brooklyn.
¿Cuál es el límite para este sacar jugo político del juicio? Para López Obrador debe estar muy claro:
Primero, no fue su gobierno el que persiguió, detuvo, encarceló y sentenció a García Luna. Fue Estados Unidos. De hecho, García Luna en México no tenía ningún expediente abierto cuando fue detenido en diciembre de 2019, y eso que López Obrador ya llevaba un año en el poder. No sólo eso: la primera orden de aprehensión contra García Luna en México se obtuvo más de dos años después de que ya estaba en una cárcel americana.
Segundo, en el marcador del juicio de Brooklyn, AMLO está empatado con Calderón. Una mención cada uno de ellos. Primero se dijo que Calderón había dado la orden de proteger al Cártel de Sinaloa vía su entonces secretario de Seguridad Pública. Luego se soltó que El Rey Zambada había declarado a los fiscales haber dado 7 millones de dólares al movimiento político de AMLO, vía su entonces subsecretario de Seguridad Pública.
Es claro que Estados Unidos está encontrando en México —concretamente en la narrativa de la narcopolítica mexicana— la ruta para despresurizar el enojo de su electorado por las 100 mil muertes anuales que genera el fentanilo que mayoritariamente les llega de nuestro país: primero fue el Chapo, luego Cienfuegos, ahora García Luna.
¿Quién sigue? El obradorato no debería estar tan optimista. No cuando el nombre de su máximo líder ha sido manoseado en esos tres juicios.
Todo esto no le quita lo histórico al juicio. El todopoderoso, el que creó la AFI, inventó la Policía Federal, instaló Plataforma México, fue el hijo predilecto de la DEA, la CIA, el FBI, la Interpol, el que tuvo presupuesto ilimitado en México y recibió millones de dólares de Estados Unidos, el que diseñó la guerra contra el crimen organizado y cuya estrategia de combate al narco perduró años después. Ese, fue condenado por narco. Así de sencillo. Así de dramático. Así de indignante. Así de peligroso.