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EL ASALTO A LA RAZÓN

Falaz coartada la del “ahorro”

En el gobierno que proclama combatir la corrupción y con la mañanera de los jueves dedicada a “cero impunidad”, sobresalta la grosera y paradójica falta de congruencia en llamarle “corruptazo conservador hipócrita” a quien sea, como a José Ramón Cossío, el respetable ministro en retiro de la Suprema Corte anunciado como uno de los oradores del domingo en la Plaza de la Constitución.

El decibelaje de la injuria revela el grado de contrariedad que a López Obrador provoca la previsible tumultuaria concentración de repudio al descuartizamiento del INE.

Su lectura es otra: “para defender al viejo régimen corrupto, para eso” será, afirma.

“Los que van a participar vienen a eso. ¿O ustedes creen que vienen por la ley electoral? ¡No! Vienen a decir: ‘El INE no se toca’, pero también ‘García Luna no se toca’, y en el fondo es ‘el régimen corrupto y conservador no se toca’. Para eso es”. 

Descalifica y enlista a una decena de intelectuales y políticos dando por sentado que los demás que acudan al Zócalo tienen un mismo y deleznable interés:

“En el fondo lo que quieren es agruparse, utilizar cualquier bandera para atacar al gobierno que represento. O sea, no es que les preocupe la democracia, no, lo que quieren es debilitarnos, socavar al gobierno para que no avance y se consolide la transformación…”, afirma.

No tolera (al menos ante sus devotos) una explicable demostración social de rechazo a una imposición específica, alevosa y descaradamente inconstitucional.

El domingo, pues, la plancha frente a Palacio Nacional será ocupada por una runfla de “inconformes con una ley que solo lo que hace es reducir los gastos excesivos de los altos funcionarios públicos”.

Falso, pero se pregunta y se responde:

“¿Qué es lo que se propuso? ¿Qué propuse? Bueno, un ajuste, reducir el gasto…”.

No: 

El atentado comprende, entre otros daños, que los mexicanos en el extranjero que quieran votar (ahora son algunos miles) no estarán en el padrón actual, sino que usarán su pasaporte. Será el gobierno, no el organismo autónomo del Estado, quien como hace más de 30 años maneje a su antojo una parte de la “voluntad popular”. Una porción del paisanaje (quizá 40 millones en EU), un cacho de la Iglesia en manos de Lutero…

El desmembramiento del INE implica desgracias como el despido de 84 por ciento de casi tres mil integrantes del personal civil de carrera, más otro tanto de trabajadores administrativos, lo que totaliza poco menos de seis mil servidores públicos que serán echados a la calle, a pesar de su probada experiencia y de que por ellos se explica la eficiente operación organizativa y la celebración de elecciones libres, confiables: democráticas. 

La corredera se traducirá en liquidaciones laborales por tres mil quinientos millones de pesos y costosos litigios en tribunales.

¿Dónde queda la coartada del “ahorro”?

Mi voto se respeta, el INE no se toca y aplaudo a quienes espero saludar y ver atiborrar la plancha y las calles adyacente.

Carlos Marín

cmarin@milenio.com

Ámbito: 
Nacional