"No puedes cruzar el mar simplemente
poniéndote de pie y mirando el agua".
Rabindranath Tagore
Ayer el presidente López Obrador despidió su mañanera con el anuncio de que iba a tener una videollamada con Elon Musk. Puede ser importante para el país. Musk está considerando construir una nueva planta de Tesla y el destino lógico sería México.
AMLO presumió que iba a hablar con el hombre más rico del mundo. "Tengo una llamada -dijo-. Si les digo con quién, ¿me dejan ir? Con el dueño de Tesla y quiero estar puntual. Es por teleconferencia y ya mañana les platico...".
No imagino, sin embargo, que cuando Cemex o Bimbo hacen una inversión en Estados Unidos sus directores generales deban hablar con el presidente de esa nación. En los países con Estado de derecho las inversiones simplemente deben cumplir reglas que se aplican a todos.
En México no. El presidente López Obrador había declarado que no permitiría que la nueva planta de Tesla se estableciera en Nuevo León porque "no hay agua". Era un golpe injusto para los neoleoneses. Pidió, además, que se construyera cerca del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, porque quiere apoyar a su hasta ahora fallido proyecto. Al final, sin embargo, parece que la planta sí quedará en Nuevo León, con otras fábricas en distintos lugares del país.
No es esta la primera vez que AMLO utiliza la excusa del agua para cerrar la puerta a una inversión. En 2020 canceló la planta cervecera que Constellation Brands construía en Mexicali, pese a que contaba con todos los permisos y una manifestación de impacto ambiental, tenía un avance de 70 por ciento y había requerido ya una inversión de 1,400 millones de dólares. Dijo que la planta debería construirse en su estado, Tabasco, aunque finalmente aceptó una propuesta para edificarla en Veracruz. El Presidente también ha pedido a la empresa Lala, mexicana, que deje la Comarca Lagunera, donde ha operado siempre, para irse a producir al sur del país.
Estas "sugerencias" dejan en claro que el Presidente, que nunca ha trabajado en una empresa, desconoce los factores que se toman en cuenta para realizar una inversión. El propio López Obrador ha iniciado sus proyectos del AIFA, Dos Bocas y el Tren Maya sin estudios previos de factibilidad porque sabe que las pérdidas las tendrán que cubrir los contribuyentes. Las empresas privadas no tienen esa opción. Una compañía toma en cuenta, por supuesto, la disponibilidad de agua y electricidad, pero también la infraestructura de transporte, la disponibilidad de personal técnico, la cercanía de proveedores y la distancia a su mercado. Aunque Constellation Brands ya compró terrenos en Veracruz, la construcción no ha empezado; la compañía está usando solo sus plantas ya existentes de Nava, Coahuila, y Ciudad Obregón, Sonora.
El Presidente nunca entenderá por qué en toda la zona árida de Estados Unidos hay inversiones industriales muy importantes, o por qué Israel, en un desierto, es un gigante económico; y es que el agua es muy importante, pero las inversiones en infraestructura permiten superar el problema. Tampoco comprenderá que la cancelación de la cervecera de Mexicali, que habría usado solo el 0.2 por ciento de la oferta de agua de la zona, habría mejorado el abastecimiento de líquido para los cachanillas por las inversiones de la empresa en infraestructura hídrica.
Al Presidente no le gusta el sistema en el que se establecen reglas para todos. Prefiere negociar directamente con los directivos de las grandes corporaciones. A esta forma de gobernar se le llama corporativismo, y genera malas decisiones y muchas oportunidades de corrupción.
· DESCALIFICAR
Una vez más AMLO dedicó buena parte de su mañanera a descalificar a quienes organizaron o participaron en los mítines y marchas por la democracia del domingo. Todos son "corruptos" y "conservadores", cuando no "farsantes". El Presidente no sabe debatir sin descalificar.