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ESTRATEGIAS

 

La reciente visita del presidente del Tribunal Superior de Justicia al Centro Femenil de Reinserción Social en Atlacholoaya, —lo que fue publicitado como un hecho inédito— no fue la primera vez que el máximo representante del Poder Judicial en el estado acude hasta un centro penitenciario para escuchar a los internos y tratar de resolver su situación legal.

No sabemos si haya habido otro caso, pero el que nos consta porque lo vimos con nuestros propios ojos, fue aquella “audiencia pública” que realizó el entonces presidente del Tribunal Superior de Justicia, Jesús Bello Espíritu, dentro de la Penitenciaría de Atlacomulco, ubicada en lo que hoy es el Parque Ecológico Acapantzingo, a unas cuantas cuadras del Centro de Cuernavaca.

Ahí, en el patio principal de aquella mole de concreto que albergaba a más de mil hombres y mujeres —revueltos sentenciados con procesados— fue instalada una mesa y los “reos” (denominación que en ese tiempo era normal, hoy les dicen PPL´s) iban pasando de acuerdo con una lista que previamente se había conformado y en ese momento les daba respuesta a su problema.

Obviamente que para ello tenía ahí junto a los entonces jueces penales del primer distrito judicial, Samuel Sotelo y Ezequiel Honorato, así como autoridades penitenciarias que si no mal recordamos encabezaba Francisco Urbina.

Don Jesús Bello Espíritu era un hombre excepcional. Nació un 17 de abril de 1931, en Mochitlán, estado de Guerrero, pero a muy temprana edad es traído a Cuernavaca por sus padres, Facundo Bello y Sofía Espíritu. Huérfano desde los 10 años, Jesús vivió una infancia llena de carencias; aquellos que lo conocieron desde temprana edad, lo recuerdan vendiendo empanadas y paletas en el zócalo de Cuernavaca, trabajando como albañil y carpintero, o vendiendo fruta al lado de su madre.

Hubiese sido imposible su formación académica de no ser por una beca que ganó para irse a estudiar a un internado en el estado de Michoacán, y de ahí pudo escalar hasta la mismísima Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de donde salió como licenciado en Derecho.

Todavía no terminaba la carrera cuando ya tenía el nombramiento como agente del Ministerio Público de Puente de Ixtla, firmado de puño y letra por el entonces gobernador Rodolfo López de Nava. También fue Juez Mixto y ocupó diversos puestos hasta que llegó a ser delegado en Morelos de la Secretaría de la Reforma Agraria.

Como catedrático también tuvo una destacada participación en la hoy Facultad de Derecho de la UAEM, ya que llegó a ser director. De ahí a la magistratura y por voluntad de sus compañeros es electo presidente del Tribunal Superior de Justicia.

¿Por qué dejó de ser presidente del TSJ? Porque le hacía sombra al entonces procurador de Justicia, Carlos Peredo Merlo, considerado “brazo derecho” del gobernador Jorge Carrillo Olea, quien le impuso a varios magistrados provenientes del Poder Judicial federal. Mientras que Peredo Merlo era odiado por ser “fuereño” y soberbio, a Don Jesús toda la gente lo recibía con aplausos en sus audiencias públicas que celebraba en diversos puntos del estado.

“La gota que derramó el vaso” fue una reunión en Cuautla donde la mayoría de las quejas de los ciudadanos era contra la Policía Judicial y los agentes del Ministerio Público. Don Jesús (quizás para tranquilizarlos), insinuó que se revisaría la actuación de Peredo Merlo. 

Desconocemos cuál fue la forma en que el entonces gobernador Jorge Carrillo Olea le hizo saber de su descontento, el hecho fue que al otro día hubo Pleno del TSJ y Bello Espíritu solicitó licencia para dejar el cargo, siendo sustituido por Jorge Arturo García Rubí.

En el Poder Judicial hasta hoy lo siguen considerando como el mejor presidente del TSJ, pues además de fundar el Centro de Desarrollo Infantil (CENDI), incrementó sustancialmente el sueldo de los trabajadores.

El pasado 8 de febrero la Asociación de Pensionados y Jubilados del Poder Judicial del Estado de Morelos, decidió ponerle a su agrupación “Lic. Jesús Bello Espíritu”, como una muestra de admiración y gratitud a quienes les dio la oportunidad de desarrollarse en la actividad jurisdiccional.

Teniendo como invitados especiales a quienes fueron alumnos destacados del maestro Bello Espíritu, como es el secretario general de Gobierno, Samuel Sotelo Salgado; el presidente del Tribunal de Justicia Administrativa, Guillermo Arroyo Cruz (ambos ex jueces); el actual titular del Poder Judicial le tomó la protesta a la mesa directiva que encabeza Martha Elizabeth Arroyo Moreno.

Ahí estaban también los descendientes de Don Jesús, el también abogado Hugo Bello Ocampo y su hijo, Hugo Bello Nájera. Fue este último, nieto del homenajeado, quien pronunció un sentido discurso que arrancó los aplausos de los presentes.

Después de hacer una remembranza de la vida de Don Jesús, Hugo Bello recordó un párrafo que alguna vez escuchó en voz de su abuelo, y que esta vez le quedaba “como anillo al dedo”:

“Supiste ser amigo entre los amigos, hermano entre los hermanos, seguiremos tu camino de estudio y de sacrificio, buscando alumbrar nuestra vida con tus ejemplos de bondad, solidaridad y esfuerzo permanente, para convertirnos como indica una frase conocida: personas de valor, más que de éxito”.

Y narró una anécdota que refleja de cuerpo entero quién era don Jesús Bello Espíritu como ser humano:

“Era generoso, con detalles únicos como persona, en alguna ocasión, —y platicado por él mismo y de testigo, mi querido padre—, visitó una comunidad muy alejada, donde un campesino le comentó que por la falta de recursos económicos ya no podía atender y alimentar a todos sus hijos, cuando de pronto, don Jesús le dijo ´yo le ayudo con 2´, y fue así como trajo a su casa, dos niños que crio y educó por varios años como suyos; además recordaremos siempre que los últimos años de su vida llevaba religiosamente despensas a  las viudas de Amilcingo, entre otros ejemplos de actos de bondad por parte de mi querido abuelo”, relató emocionado Hugo Bello Nájera.

HASTA MAÑANA.

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