Cientos de miles, madres, hijas, hermanas y amigas marchan en México “por ellas”; las demandas siguen siendo seguridad, equidad y justicia; en contingentes, gritos y carteles de indignación por víctimas de acoso, homicidio y desaparición; “nos arrebatan todo y quieren que sigamos calladas”, dicen; por primera vez en protesta, pacientes de oncología y psiquiatría; reporta CDMX asistencia de 90 mil; presidenta de la Corte reconoce deuda histórica en justicia; encabeza AMLO acto con gobernadoras, legisladoras y funcionarias; afirma que consigna de que la 4T debe ser feminista ya es una realidad; ONG ven pendientes
Como en aquella marcha del 2019, antes de que la pandemia silenciara su grito, una marea púrpura de mujeres volvió a marchar en las calles de la capital, en un multitudinario clamor por justicia este 8M, “en el que no hay nada por celebrar”.
Esta expresión muestra cada vez mayor fuerza y empoderamiento de las mujeres en las calles, para exigir que no haya más violencia en su contra.
Fueron las mismas rutas, gritos, destrozos y consignas; pero también la misma indignación, coraje, impotencia, enojos y reclamos que las motivaron a salir el año pasado y el anterior, y todos los que han antecedido a esta ocasión. Porque la realidad para ellas no ha cambiado: las mujeres siguen siendo violentadas, discriminadas, acosadas, asesinadas, desaparecidas…
“¿Te cansas de oirlo? Nosotras de vivirlo”, “Mamá, si no vuelvo, quémalo todo”, “¡Ni una más, ni una más, ni una asesinada más!”, “¡No estás sola!”, “No soy tu mamacita. Si lo fuera, te abortaba”, se escuchaba y leía en las consignas y pancartas con las que, según las autoridades, 90 mil madres, hijas, abuelas y colectivos feministas y organizaciones civiles, avanzaron.
En contra de una situación revelada en el promedio de 10 víctimas de feminicidio al día en el país y las 28 mil 120 mujeres y niñas víctimas de desaparición contabilizadas desde 1964 y que sigue en aumento, nuevamente partieron de diversos puntos de la capital con el mismo objetivo: llegar a Palacio Nacional para intentar que el Presidente de la República escuchara que las promesas que hizo no las ha cumplido y que el sexenio está a punto de acabar.
“En Palacio Nacional vive un macho patriarcal”, gritaban decenas de miles de mujeres que poco a poco llenaron la Plaza de la Constitución. Desde temprano, las prendas moradas inundaron las estaciones del Metro y cualquier sistema de transporte que facilitara el acceso al Centro Histórico de la Ciudad de México.
Como redes de pesca, los comerciantes se instalaron en cualquier punto que fuera posible para vender una pañoleta, playeras, sombrillas, banderas y bombas de humo del “morado feminista” y del “verde abortista”. Pero las colectivas de la Plaza de la República les pidieron retirarse porque “solamente se enriquecen de fechas que sólo nos han causado dolor”.
Los contingentes de madres con sus hijas e hijos en brazos o que apenas dan sus primeros pasos; las que no acudieron a la escuela y se fueron en bola por seguridad; a las que han violado, golpeado, acosado o a las que no les ha ocurrido nada, pero tienen miedo de “ser las siguientes”, avanzaron con tranquilidad.
Incluso, el llamado Bloque Negro marchó en relativa paz. Bajo el cielo despejado y la elevada temperatura que se dejó sentir desde temprano, caminaron con sus pasamontañas, ropa oscura y de manga larga para evitar ser identificadas mientras realizaban algunas pintas o lanzaban objetos. Sus primeras intervenciones fueron pintar el piso del Zócalo con los nombres de sus agresores; luego, se acercaron a las vallas que resguardaban Palacio Nacional y Catedral, para golpearlas y patearlas sin que lograran siquiera moverlas.
A los policías que se encontraban detrás les lanzaron ramos de flores que portaban en sus mochilas, pero luego aventaron botellas con agua, latas y basura, mientras en el resto de la plancha se formaron varios círculos de mujeres que quemaban sus pancartas y relataban sus historias de abuso.
La tarde avanzó y los contingentes no paraban de llegar. Los carteles que no eran quemados, fueron pegados en las vallas que, de un momento a otro, comenzaron a ser pateadas no sólo por el Bloque Negro, sino por otras manifestantes que, a la vez, gritaban: “esas morras sí me representan”.
Detrás de las barreras de protección, se activaron los extintores y un polvo amarillo alejó a las inconformes. El hecho desató la furia del Bloque Negro, que de sus mochilas sacó martillos y cinceles para romper las cadenas. Los ánimos se elevaron y cohetones estremecieron al Zócalo. Los contingentes se trasladaron a la Catedral para intentar cruzar las vallas.
Una escena aumentó el enojo: un gas se disipó por la zona e hizo que varias mujeres corrieran y otras cayeran sobre las rodillas, por la imposibilidad de abrir los ojos y respirar, ante la sensación de ardor extremo que esto provocó.
Un par de jóvenes logró trepar las vallas. Una recibió una descarga directa de polvo amarillo, pero cuando se encontraba sobre el borde lanzó objetos contra los policías. Uno de ellos subió y empujó a ambas para que cayeran. El disturbio continuó, mientras alrededor, más mujeres, y también hombres, tomaban un descanso o exponían lonas de sus desaparecidas.
La noche cayó, pero no las ganas de continuar la movilización. A los pies del asta bandera se formó un círculo, donde las pancartas fueron quemadas mientras las consignas seguían. Durante unos minutos, las luces moradas de los edificios protegidos se apagaron y esto terminó por hacer que la mayoría se fuera.
Al final del día, las Ateneas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana fueron homenajeadas por sus compañeros, que les reconocieron su labor durante el día. Y todo quedó igual, en una frágil esperanza de que el país cambie y su violencia de género sea sepultada.
“Estamos más vivas que nunca, no nos callarán”
Para algunas de las participantes en la manifestación del 8M fue su primera marcha; para otras, se ha vuelto una “tradición que duele, pero es necesaria”. Todas coinciden en que no hay leyes firmes para castigar el abuso que ejerce el patriarcado.
María del Socorro Rodríguez, madre de Camila, una menor desaparecida, expresó: “Lo que nos queda a muchas madres es sólo salir y marchar; nos arrebatan todo y quieren que sigamos calladas”.
“¡Justicia!”, “¡Vivas nos queremos!” o “¡Amiga, hermana, si te pega no te ama!”, eran algunas de las consignas que lanzaban durante su recorrido, justo como Ana María André, quien refirió que cada año asiste a la marcha, pero ve decepcionante que cada año las cifras de asesinatos aumenten y los casos de violencia no cambien mucho.
“Somos varias compañeras de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, la verdad es que el ámbito de la ingeniería está plagado de machismos, tienen mejores sueldos y desde la escuela los mismos compañeros ejercen violencia”, denunció.
Más adelante, Berenice Tovar, estudiante de la Facultad de Medicina de la UNAM, indicó que para ella es importante salir a las calles, porque la carrera que ella cursa y la comunidad a la que pertenece tiene la tendencia a repetir situaciones de acoso, sin recibir sanciones.
Frente a los Juzgados de lo Familiar que se encuentran sobre avenida Juárez, un grupo de mujeres, madres de familia, comentaron que asistieron de manera voluntaria y colocaron en un muro fotos de deudores alimentarios y otros más que, aseguró Fanny López, “quieren seguir amedrentando por dar dinero”.
El momento de su separación “fue lo peor”, ya que aunque creyó que la violencia pararía, “ahora usa a mi hija para agredir y, aunque pasa dinero, es insuficiente y quiere cuentas de todo”.
Entre los contingentes también se pudo observar a María Elena Ríos, saxofonista sobreviviente a un ataque con ácido. Ella pidió a los Poderes de la Nación escuchar la demanda de las mujeres víctimas de ataques con sustancias químicas. Dijo que “cada que recuerdo que mi agresor sigue libre, me recuerdo que tengo el poder de cambiar algo, que otra no sea la siguiente”.
Más del 95 por ciento de las mujeres en México fueron acosadas sexualmente en el transporte público, de acuerdo con los registros de la ONU.
Elsa Barrientos viajaba en el Metro de la capital cuando “un hombre comenzó a tocarse mientras viajábamos solos con dirección a El Rosario (...) por fortuna no ocurrió algo más grave, pero pienso en quienes no pueden contarlo”.
Entre las miles de manifestantes destacaron las mujeres de la Facultad de Artes de la UNAM , quienes indicaron que cada vez son más los casos de acoso en la institución.
“Estamos hartas. Desde hace tiempo, en la facultad, llevamos a cabo tendedero de acosadores (...) ahora venimos aquí a recordarles a esos acosadores que, aunque borren o quiten sus fotos, estamos más vivas que nunca y volveremos a pegarlas”, dijo Fernanda Gallegos.
Para Jimena, de 19 años, esta es su segunda marcha. Junto a una pancarta con la frase “el silencio termina en nuestra generación”, la joven aseguró que su lucha es por todas las niñas del futuro y para que ellas “ya no tengan ese miedo”.
Por eso, pidió a todas las mujeres víctimas de alguna agresión de género “gritarlo y no quedarse calladas; esto es por mí y por todas ustedes”.
A Claudia la acompañó su hijo, un pequeño para quien la manifestación del 8M significa aprender del feminismo. “Vengo a respetar y para hacer que América Latina sea feminista”, contó el menor.
En otra de tantas historias de vejaciones, Virginia Rodríguez, de 20 años, víctima de agresiones por razón de género en la infancia, contó que asistió a la marcha del 8M por una sola razón: luchar para que ninguna otra niña ni joven sufra alguna violencia.
“Esta lucha es por mí y por las futuras generaciones, por algo estoy aquí este día; estoy luchando para que a nadie le pase lo que a mí me pasó”, narró.
Jasel, cumplió 32 años ayer, pero prefirió manifestarse antes que festejar. “Estoy aquí, porque hay muchas morras que están pasando por lo mismo, y la gente es bien chida para reírse, pero hasta que no lo sufres, hasta que no lo vives, no lo entiendes”.
Por 1ª vez marcharon pacientes oncológicas
“Violencia sobre violencia”, es como califica el Colectivo Pacientes Oncológicas, lo que viven en el país, y quienes, por primer año, a pesar de no contar con medicamentos por parte del sector salud, se unieron a la marcha del 8M para visibilizar las violencias a las que se enfrentan.
Sandra Monroy, activista y paciente de cáncer de mama, refirió a La Razón que a ella, como muchas otras mujeres, “las ha consumido (la enfermedad). A ello se suman los malos tratos de médicos, incluso a veces de las mismas mujeres, quienes les hacen comentarios agresivos cuando solicitan una cita o, peor aun, cuando requieren de medicamento o diagnósticos oportunos”.
Aseguró que el “feminicidio institucional” existe, y tiene muchas y graves vertientes: “El primer tema de violencia y que exigimos que se repare es la falta de diagnósticos oportunos para menores de 40 años, además de que no hay acceso a medicamentos ni tratamientos, hay muchas mujeres de escasos recursos que requieren de un estudio que podría evitar que el cáncer avance, pero el trato en hospitales es inhumano”.
Otra paciente, Sandy, dijo que enfrentó la dura batalla del cáncer de mama, pero ésa no fue la prueba más dura de la vida: lo peor venía cada que se acercaba a las instituciones y al solicitar medicamento o buen trato, sólo recibía tratos indignos.
“Estamos entre tristes y emocionadas de salir y gritar lo que nos quieren hacer callar. Esta es la primera ocasión en la que el grupo se organizan para hablar sobre las violencias que vivimos, con este feminicidio institucional.
“Nos enfrentamos a la hipersexualización del cuerpo femenino, que nos pide ser reconstruidas a través de operaciones en casos de cáncer de mama. No somos dos pechos, las mujeres somos más que unos pechos”, expresó.
Desabasto de fármacos, daño colateral en enfermeras
Claudia Castillo, enfermera de servicio en el Hospital Psiquiátrico Infantil Carlos Navarro, estuvo a punto de que un paciente le rompiera la nariz, tras no contar con su medicamento.
Este es uno de tantos sucesos que mujeres de hospitales psiquiátricos deben enfrentar ante la falta de fármacos, recibiendo de esta manera, dobles o hasta triples violencias: la de los pacientes, de las instituciones y en ocasiones de los jefes que les piden guardar silencio ante anomalías.
“Un paciente psiquiátrico sin medicamento tiene una fuerza increíble, me tocó estar con un paciente que para tranquilizarse requería de su medicamento, intenté tranquilizar y me dio con un puño en el rostro”, relató la mujer.
Indicó que el ácido valproico, centraline y valproato, son medicamentos solicitados y que tienen una repercusión fuerte en los pacientes; sin embargo, son escasos y no hay respuesta por parte de las autoridades.
“El paciente estaba agitado y lo íbamos a meter a su cama para darle contención física y me agredió con un puño en la cara y automáticamente me salió muchísima sangre, pensé que me había roto la nariz, pero este suceso es uno de tantos que enfrentamos”, agregó.
En tanto, ante el tema de desabasto, senadores urgieron ayer a atender la crisis por la carencia de medicamentos para los pacientes psiquiátricos, que se agudizó en las últimas semanas.
Reconoce ministra Piña “deuda de justicia”
La ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Piña, reconoció que las “deudas históricas” del sistema judicial con las mexicanas, que aún tienen problemas para acceder a él, son “incuantificables”.
“Luchando por lo que creemos es posible e impostergable detener, de una vez por todas, la discriminación y la violencia por razón de género”, sentenció la primera mujer en la historia en presidir el máximo tribunal del país.
En el marco de la conmemoración por el Día Internacional de la Mujer, aseguró que en el Poder Judicial Federal reconocen las deudas históricas del sistema de justicia con las mujeres, pero que las asumen de frente a los problemas que “persisten en la impartición de justicia.
“Sólo escuchando contaremos con evidencia clara que nos permita atender los principales problemas que enfrentamos las mujeres para acceder a la justicia en México”, sentenció.
Piña Hernández indicó que ante la ola de inseguridad reclama legítimamente un alto a las violencias que impiden a millones de mujeres, niñas, adolescentes y mujeres mayores vivir en paz y que impiden a las mexicanas desarrollar un proyecto de vida en paz, con alegría y con dignidad: “Va por las que estamos, por las que se han ido, por las que vendrán”.
La presidenta de la SCJN dijo que el 8 de marzo es día de marcha, es un día para salir a las calles: “Ocupamos los espacios públicos. Hoy, nos vemos a los ojos, nos fortalecemos. Nos acordamos de que somos muchas, de que somos fuertes, de que nos tenemos. Hoy, una vez más, nos reunimos para exigir: ¡Ni una más!”.
La ministra presidenta concluyó diciendo que al mismo tiempo, y ante la movilización nacional que gesta el 8M, la SCJN se suma a una escucha permanente y progresiva de forma prioritaria a mujeres en situaciones diversas de vulnerabilidad acrecentada.
Destaca el Presidente que mujeres son motor de la 4T
Pedir que la Cuarta Transformación sea feminista o no será, ya quedó atrás, porque esa ya es una realidad y ahora el objetivo es consolidar las libertades en el país, manifestó el Presidente Andrés Manuel López Obrador, al conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
“Miren, yo pienso que en esa consigna de que la Cuarta Transformación debe ser feminista o no será, yo creo que eso ya se quedó atrás, ¿eh?, porque ya la Cuarta Transformación es feminista, qué más, ya eso se logró.
“Fue una lucha de muchos años de mujeres y del movimiento democrático y ahora lo que tenemos que tomar como objetivo es el consolidar la transformación del país, consumar la transformación que hemos iniciado. Y esto tiene que ver con las libertades; tenemos que hacer valer las libertades en sentido amplio, que no haya autoritarismo, que podamos expresarnos, manifestarnos, con absoluta libertad; vivir en un país plenamente libre”, enfatizó.
El Presidente conmemoró el Día Internacional de la Mujer en Palacio Nacional, donde estuvo acompañado por gobernadoras, alcaldesas, legisladoras federales y locales, e integrantes de su gabinete.
Antes, durante su conferencia de prensa matutina, el mandatario se refirió a las manifestaciones que posteriormente se llevaron a cabo ayer. Dijo que sus detractores en México y el extranjero estaban esperando que la violencia se desbordara.
“Imagínense lo que quisieran, destruir el Palacio (Nacional), lo toman para que haya nota nacional e internacional; entonces, el Wall Street Journal, si con nada, mintiendo, el Wall Street Journal, que son calumniadores, mintiendo dan ocho columnas en su periódico influyente a lo que está pasando ahora, a la cuestión electoral, a que intervenga el gobierno de Estados Unidos en México por lo de las drogas”, aseveró el mandatario.
Señaló que todos están esperando una fotografía del Palacio Nacional incendiado para cambiar la narrativa sobre los crímenes que cometió el exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
“Imagínense, si logran quemar el Palacio o las fotos o las imágenes del Palacio en llamas, no, logran su propósito de que ya nadie hable del narco-Estado de la derecha y del conservadurismo, que ya nadie hable de que durante 12 años la seguridad en México estaba en manos de García Luna, que tenía tratos con la delincuencia; y, además, que ya no se hable de que esos gobiernos con García Luna contaron con el apoyo y la colaboración de las agencias de Estados Unidos.
“Entonces, pues mejor vamos a cuidar el Palacio, tiene 500 años, es nuestra historia”, aclaró el mandatario, al justificar la colocación del muro metálico que protegió Palacio Nacional.
López Obrador destacó que, durante siglos, los mexicanos vivimos elecciones, pero sin democracia, y aunque se trataba del Día de la Mujer, señaló que, al igual que pasó mucho tiempo para que ellas obtuvieran el reconocimiento del voto, la democracia también tardó para establecerse.
“Eso es un propósito, luchar por la igualdad o en contra de la desigualdad, y esto tiene que ver con hombres y con mujeres, lo mismo que las libertades. Y también tenemos que luchar por hacer un hábito la democracia, una forma de vida. Todavía tenemos que consolidar la democracia porque, así como se les negaba la participación política a las mujeres y se tardó en conseguir el derecho del voto de las mujeres, así también tardó en llegar la democracia en nuestro país, apenas está dando los primeros”, indicó.
Con información de Y. Bonilla, F. Sánchez, C. Arellano, J. Butrón, J. Chaparro y M. Juárez