Su nombre oficial era: Sistema Único de Información Criminal.
Se encuentra frente a la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec, se financió vía Iniciativa Mérida, costó tres mil 365 millones de pesos, genera su propia energía y fue inaugurado el 24 de noviembre de 2009.
Castellanizado por el acento, el término alemán con que se le identifica (en inglés diría carbonera de un barco) se debe a lo subterráneo de su ubicación y a la estructura de concreto que lo hace “capaz de resistir inclusive un bombardeo atómico”, según presumían sus constructores.
“El día jueves creo que vamos a ir al búnker que tenía García Luna. Vamos a tener ahí la conferencia. Se van a rayar por lo que van a ver”, prometió el lunes AMLO en el Salón Tesorería de Palacio Nacional.
Repitió el cuento de que el ex secretario invitaba a ese lugar a “los machuchones del periodismo” y que éstos “salían de ahí embelesados, diciendo: ‘¡Qué maravilla!’, ‘¡Oh!’… Como si enfrentar el problema de la inseguridad y la violencia fuese nada más un asunto de pantallas y del C5 o del C11…”.
(Genaro García Luna fue declarado culpable de participar en una empresa criminal continua de narcotráfico y su sentencia está prevista para el 27 de junio).
En la apertura del búnker se informó que estaba diseñado para generar, analizar y procesar información en el combate al delito.
Calderón se ufanaba: “Las guerras se ganan con tecnología, información e inteligencia”, y definió al inmueble como “un verdadero cerebro informático”.
García Luna también: El Centro de Inteligencia “representa desde ahora la expresión tecnológica de la estrategia de seguridad del Estado mexicano”, decía, y anunció una mayor cooperación internacional y nuevos convenios para intercambiar información con otros países.
En el búnker se instaló un centro de mando estratégico para el Presidente, destinado a operar en situaciones de extraordinaria emergencia. Se realizaban rastreos satelitales de vuelos irregulares y contaba con sistemas de vigilancia aérea, marítima y terrestre.
Los cuatro módulos de la construcción se distribuían en tres niveles: Seguridad, Operaciones, Alertas Nacionales e Instalaciones Estratégicas; sus equipos de cómputo estaban conectados con más de 600 puntos en las entidades federativas, municipios y 169 estaciones de la hoy extinta Policía Federal, y ahí se concentraba la Plataforma México.
Con tecnología de punta, operó eficientemente la segunda mitad del gobierno calderonista y era reconocido por los mandamases de distintas y picudas agencias del mundo.
Por desgracia para el país, con Peña Nieto empezó su desmantelamiento y con la 4T ya no sirve para nada.
Lo cierto es que el “búnker de García Luna” jamás limitó su función al simple monitoreo de “pantallas y del C5 o del C11”.
Ésas son las que ya tienen hasta las más pinchurrientas policías.
Carlos Marín