La vida de reyes del Pez y El Fresa
El 2 de marzo fueron detectados los hermanos Hurtado Olascoaga, líderes de la Familia Michoacana, en lo alto de la sierra de Petatlán, en Guerrero.
Desde finales del año pasado se ha intensificado la persecución emprendida por el Ejército con contra de José Alfredo Hurtado, alias El Pez, y de su hermano Johnny, apodado El Fresa.
Más de una veintena de lujosas propiedades se les han asegurado en el Edomex, Michoacán y Guerrero.
A finales de la década pasada, El Pez fue enviado por el entonces líder de la Familia Michoacana, Jesús María Chávez Magaña, El Pony, a apoderarse de los municipios mexiquenses de Bejucos, Luvianos, Tejupilco y Tlatlaya. Arribó a la zona al frente de 18 sicarios y muy pronto cubrió de sangre la región.
El año entrante se cumplirá una década desde que El Pez quedó a la cabeza de La Familia Michoacana, tras la caída de El Pony.
Desde 2014 inició una expansión que nada ha frenado y que para su grupo criminal comenzó en realidad desde los tiempos en que Enrique Peña Nieto gobernaba el Edomex.
Con los hermanos Hurtado arreció la oleada de secuestros, asesinatos y extorsiones que han convertido en cementerios y pueblos fantasma comunidades enteras.
En octubre pasado, El Fresa desató una masacre en San Miguel Totoloapan, en la Tierra Caliente de Guerrero, que cobró la vida del alcalde Conrado Mendoza y otras 18 personas. En un video que hizo circular con la intención de culpar de esa matanza a una organización rival, Los Tequileros, El Fresa admitió que vivía con absoluta tranquilidad a unos pasos de la presidencia municipal de San Miguel, y que incluso andaba sin escoltas.
Para los hermanos, la tranquilidad de años se terminó. El Ejército diseminó bases de operaciones en Arcelia, Ciudad Altamirano, Cutzamala del Progreso, Coyuca de Catalán, Tlalpehuala, Ixcateopan, Ajuchitán y Tlachapa. Eran las zonas en donde los Hurtado vivieron como reyes bajo protección oficial, y es la zona en la que hoy viven a salto de mata.
En noviembre de 2022 el gobierno de Estados Unidos los designó como líderes de “uno de los cárteles más violentos y depravados” y denunció que su grupo –que opera en 35 municipios– es responsable del tráfico de fentanilo que ha provocado en aquel país cientos de miles de muertes.
En días pasados se denunció la expansión de La Familia Michoacana desde la Tierra Caliente hasta la Costa Grande, bajo el gobierno de la morenista Evelyn Salgado. Empresarios de la construcción, de negocios gaseros y de la industria de la tortilla han denunciado la oleada de extorsiones y de cobros de piso que tiene en la zozobra a habitantes de Zihuatanejo, Tecpan de Galeana y Petatlán.
El cobro de piso abarca cada vez más actividades económicas.
Hace unos días, los líderes del grupo criminal fueron ubicados en un poblado serrano conocido como La Morena. Un abultado operativo de más de 30 camionetas del Ejército, la Guardia Nacional y la Fiscalía del Estado fue a buscarlos.
No los dejaron llegar. Gente de su base social bloqueó los caminos con troncos, vehículos abandonados y ponchallantas. Mujeres y niños sirvieron de muro. Mientras esto ocurría, de acuerdo con fuentes de inteligencia, El Pez y El Fresa abandonaban la cabaña de lujo en la que se habían refugiado y huyeron por un camino trasero hacia una pista de aterrizaje.
Los aguardaban dos helicópteros. Uno rojo y otro negro.
Las fuerzas federales fueron apedreadas y amenazadas con palos. Agentes de la fiscalía estatal dispararon al suelo para “disuadir” a los pobladores. Pero los hermanos ya habían levantado el vuelo.
Las fotos del operativo muestran la vida de lujo de los capos. Una casona de madera con pisos de mármol y columnas de cantera. Lámparas, ventanales, centro de lavado, recámaras sin estrenar en algunas de las ocho habitaciones. Cantina, estancias, equipos de calefacción y hasta un camper de lujo que hacía las veces de gimnasio. Armas, droga, trajes “militares”, cartuchos… la residencia contaba incluso con su propio plantío de mariguana.
Fuentes de inteligencia aseguran que los caminos se están cerrando para los líderes de la Familia Michoacana. Empresarios de Guerrero denuncian en cambio la imparable expansión del grupo criminal: un legado de miedo, sangre y zozobra.