Si algo caracterizaba a Payán era una combinación muy poco común entre la irrestricta libertad de espíritu, enemiga de los prejuicios y de los hábitos mentales, y un rigor ético que combinaba el sentido de justicia, el apego a la verdad y el pleno respeto a la dignidad de los demás. Esas virtudes orientaron su trabajo como fundador del Infonavit, de las revistas Nueva política, El Machete y Memoria, de los periódicos Unomásuno y La Jornada, de innumerables publicaciones artísticas, literarias y políticas de vida menos larga, de la productora Argos y de la biblioteca que lleva su nombre en la alcaldía Tlalpan. Se hallaba a gusto entre el pueblo llano y se desenvolvía con sabiduría en el mundo empresarial; estaba siempre abierto al diálogo y operaba con una vocación ecuménica que le permitió reunir a antagonistas enconados y buscar la solución acordada de espinosos conflictos, como dejó constancia con su participación en la Comisión de Concordia y Pacificación del Poder Legislativo para el conflicto chiapaneco entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Militante comunista, Carlos Payán fue durante toda su vida partidario de la soberanía nacional, la justicia social, la democracia, el respeto a las minorías, la dignidad de los pueblos indígenas, la vigencia de los derechos humanos y la libertad de expresión, y supo integrar esas convicciones con tareas periodísticas, artísticas y sociales que impactaron de manera imprescindible en el México contemporáneo y en innumerables profesionistas que se formaron bajo su orientación y con su ejemplo. Avizoró en una época temprana los impactos de la revolución tecnológica en el quehacer informativo y estuvo siempre al tanto del pulso mundial con un interés que rebasaba lo meramente periodístico. Fue, en suma, un apasionado hombre de su tiempo.
Eslabón entre generaciones, dirigente tenaz, cultivador de utopías, padre amoroso, Carlos Payán es irremplazable. Esta casa editorial está de luto por su muerte, celebra su vida, tan prolongada como fructífera, y manda un abrazo lleno de afecto a sus hijos, Inna y Emilio.
Hasta siempre, querido Carlos Payán. Estás en nuestro corazón y en el seno de la historia.