En el 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), planteó el inmenso desafío que suponía limitar el calentamiento global a 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales.
Cinco años después, el reto es aún mayor debido al aumento constante de las emisiones de gases de efecto invernadero.
De superar este límite establecido en el Acuerdo de París, el planeta pasaría a una etapa de no retorno, es decir, los daños causados al medio por el ser humano serían irreversibles.
Esto a su vez desataría eventos que cambiarían radicalmente la vida y el planeta como los conocemos; alguno de ellos, incluso ya están en curso, como el deshielo de los polos, la destrucción del Amazonas o la muerte de los arrecifes de coral, entre muchos otros.
“A este ritmo el mundo se dirige hacia 2.3 °C de calentamiento global. Esto pone a la Tierra en el camino para cruzar múltiples puntos de inflexión peligrosos que serán desastrosos para las personas en todo el mundo.
“Para mantener condiciones habitables en la Tierra, proteger a las personas de los extremos crecientes y permitir sociedades estables, debemos hacer todo lo posible para evitar cruzar los puntos de inflexión. Cada décima de grado cuenta”, advierte Johan Rockström, copresidente de la Comisión de la Tierra y director del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático
Medidas insuficientes
De acuerdo con el más reciente informe del IPCC publicado el pasado 19 de marzo y titulado “La acción climática urgente puede garantizar un futuro habitable para todos”, el ritmo y la escala de las medidas adoptadas hasta el momento, así como de los planes actuales son insuficientes para hacer frente al cambio climático.
La quema de combustibles fósiles y el uso desigual e insostenible de la energía y las tierras durante más de un siglo han provocado un calentamiento global de 1.1 °C por encima de los niveles preindustriales.
Como resultado, advierten los expertos del IPCC se han producido fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y más intensos que han generado impactos cada vez más peligrosos en la naturaleza y para las personas en todas las regiones del mundo.
“Cada aumento del calentamiento se traduce en peligros que se agravan rápidamente: las olas de calor de mayor intensidad, las lluvias más fuertes y otros fenómenos meteorológicos extremos exacerban los riesgos para la salud humana y los ecosistemas”.
“En todas las regiones, el calor extremo está causando la muerte de personas y se prevé que la inseguridad alimentaria y la inseguridad hídrica asociadas al clima se incrementen debido al aumento del calentamiento, panorama que al sumarle riesgos que se combinan con otros fenómenos adversos como las pandemias o los conflictos, resulta aún más difícil controlarlos”, explica el estudio.
A contrarreloj
Para estas fechas, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero ya deberían haber disminuido, algo que no ha sucedido.
Por lo tanto, si se desea limitar el calentamiento global a 1.5 °C, será necesario reducirlas casi a la mitad de aquí a 2030.
De acuerdo con el informe del IPCC, en esta década (2020-2030), la acción acelerada para adaptarse al cambio climático es indispensable para reducir la brecha entre las medidas de adaptación en vigor y las que se necesitan.
“A fin de limitar el calentamiento a 1.5 °C con respecto a los niveles preindustriales, es preciso lograr reducciones drásticas, rápidas y sostenidas de las emisiones de GEI en todos los sectores”, señala el documento.
Por su parte, Aditi Mukherji, una de los 93 autores del Informe, plantea la importancia de tomar el problema en serio, puesto que casi la mitad de la población mundial vive en regiones que son muy vulnerables al cambio climático.
“En la última década, el número de víctimas mortales como consecuencia de inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces más alto en las regiones muy vulnerables”, dice Mukherji.
Solución conocida
De acuerdo con el informe “La acción climática urgente puede garantizar un futuro habitable para todos”, la solución radica en el desarrollo resiliente al clima, lo que implica integrar las medidas de adaptación al cambio climático con acciones orientadas a reducir o evitar las Emisiones de Gases de Efecto Invernadero de tal manera que aporten mayores beneficios.
Por ejemplo, el acceso a las energías y las tecnologías limpias mejora la salud, especialmente en el caso de las mujeres y los niños; la electrificación con bajas emisiones de carbono, los desplazamientos a pie y en bicicleta y el transporte público mejoran la calidad del aire, la salud y las oportunidades de empleo, a la vez que fomentan la equidad.
“Los beneficios económicos para la salud humana derivados solo de la mejora de la calidad del aire serían aproximadamente iguales o incluso superiores a los costos que implica reducir o evitar las emisiones”, dice el documento.
Sin embargo, el desarrollo resiliente al clima se torna cada vez más difícil con cada aumento del calentamiento, motivo por el cual las decisiones que se tomen en los próximos años serán fundamentales para determinar nuestro futuro y el de las generaciones venideras, advierten los expertos del IPCC.
Mucho dinero, poco interés
La falta de recursos económicos no es una excusa para evitar que el planeta rebase los 1.5 ºC por encima de los niveles preindustriales.
“Existe suficiente capital en el mundo para disminuir rápidamente las emisiones de Gases de Efecto Invernadero si se reducen los obstáculos existentes”, revela el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) titulado “La acción climática urgente puede garantizar un futuro habitable para todos”.
Para lograr los objetivos climáticos a escala global, es importante aumentar la financiación destinada a las inversiones en la esfera del clima.
“Los gobiernos, mediante la financiación pública y unas señales claras a los inversionistas, son fundamentales a la hora de reducir estos obstáculos. Los inversionistas, los bancos centrales y los reguladores financieros también pueden aportar su contribución en este sentido”, explica el documento.
Además, los expertos del IPCC argumentan que existen medidas de política de eficacia comprobada que pueden ayudar a lograr una reducción drástica de las emisiones y a impulsar la resiliencia al clima si se amplían y se aplican de manera más generalizada.
Trabajo en equipo
Reducir el calentamiento global es tarea de todos, por lo tanto, es importante que las tecnologías y conocimientos que ayuden a combatir esta problemática se compartan entre las naciones.
“Si se comparten las tecnologías, los conocimientos especializados y las medidas de política adecuadas, y se aporta de inmediato la financiación suficiente, cada comunidad puede reducir o evitar el consumo con altas emisiones de carbono. Al mismo tiempo, mediante una inversión considerable en las medidas de adaptación, es posible evitar los crecientes riesgos, especialmente en el caso de los grupos y las regiones vulnerables” asegura el informe.
De lograr los cambios necesarios en el sector alimentario, la electricidad, el transporte, la industria, los edificios y el uso de la tierra, se pueden reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero.
Al mismo tiempo, estos cambios ayudarán a las personas a llevar un estilo de vida con bajas emisiones de carbono, lo cual también promoverá una mejor salud y bienestar.
“Con un mayor conocimiento de las consecuencias del consumo excesivo, las personas pueden tomar decisiones mejor fundamentadas”, dice el IPCC.
Planeta sin emisiones
La transición a un mundo con cero emisiones supone uno de los mayores retos a los que se ha enfrentado la humanidad.
Para lograrlo, necesitamos cambiar radicalmente el modo de producir, consumir y trasladarnos, asegura la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
De acuerdo con el organismo internacional, el sector energético constituye la fuente de cerca de tres cuartos de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero en la actualidad y encierra la clave para evitar los peores efectos del cambio climático.
Por lo tanto, la sustitución de generadores de contaminación, como la producción de energía mediante el carbón, el petróleo o el gas, por fuentes de energía renovables, como la energía solar o eólica, reducirían drásticamente las emisiones de carbono.
“Dicho de forma sencilla, el cero neto indica recortar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero hasta dejarlas lo más cerca posible de emisiones nulas, con algunas emisiones residuales que sean reabsorbidas desde la atmósfera mediante, por ejemplo, el océano y los bosques”, explica la ONU.
Los más contaminantes
China, Estados Unidos, India, la Unión Europea, Indonesia, la Federación Rusa y Brasil representaron aproximadamente la mitad de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 2020 de acuerdo con la ONU.
Por su parte, el Grupo de los 20: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, República de Corea, México, Rusia, Reino Unido, Sudáfrica y Turquía es responsable de alrededor del 75 por ciento de las emisiones mundiales de GEI.