El estudio sobre las farmacias piratas en México comenzó en 2018. Un equipo de investigadores de la Universidad de California se interesó por entender cómo se vendían en México pastillas sin recetas a turistas estadounidenses.
Los investigadores acudieron a 40 farmacias en ciudades fronterizas, entrevistaron a compradores, adquirieron pastillas y las analizaron. En tres de cada 10 farmacias, compraron pastillas que en análisis de laboratorios resultaron como falsificadas. El 81% de las pastillas vendidas como Adderall -para problemas de sueño- en realidad contenían metanfetaminas. El 30% de las etiquetadas como oxicodona -para el dolor- contenían fentanilo.
El reporte se publicó a finales de enero. Poco después, reporteros del diario Los Angeles Times viajaron a Tijuana, Cabo San Lucas y San José del Cabo. Allí compraron pastillas que estaban etiquetadas como oxicodona y las analizaron. El 70% de las píldoras en realidad contenían fentanilo y metanfetamina.
Hace tres semanas, el caso expuesto en California llegó al Senado estadounidense. El 9 de marzo, un senador demócrata envió una carta al secretario de Estado, Antony Blinken. Pedía una alerta inmediata sobre los peligros de comprar medicamentos adulterados en farmacias mexicanas. El senador le dio un plazo a Blinken para responder si el Departamento de Estado emitiría la alerta. El plazo se cumplió el 30 de marzo.
Unos días después de la carta, la DEA presentó su petición de presupuesto para el año fiscal 2024. El informe establece que la "máxima prioridad operativa" de la agencia antidrogas hoy está en México. Son las organizaciones conocidas como el Cártel de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Esos grupos, dice la DEA, "están sintetizando fentanilo, metanfetamina (...) en ambientes peligrosos ilícitos en México".
En las últimas semanas, he explicado aquí por qué el debate alrededor de la producción de fentanilo en México es hoy un punto central en la relación con Estados Unidos. El gobierno mexicano ha dicho que en el país no se producen los precursores, la sustancia básica para hacer fentanilo. Mientras, la DEA prioriza investigar, en México, la fabricación de esos precursores.
Esta diferencia de objetivos coincide con un proceso político clave: tanto México como Estados Unidos se preparan para sus elecciones presidenciales el año próximo. Quizá por eso, además de la crisis sanitaria, la situación respecto al fentanilo ha escalado políticamente este año, al menos desde el lado estadounidense.
Una semana después de la carta sobre las farmacias y la solicitud de presupuesto de la DEA, el Comité de Servicios Financieros del Senado publicó cifras oficiales sobre la dimensión del problema. Entre 2021 y 2022, 107 mil personas murieron por sobredosis en Estados Unidos. Siete de cada 10 consumió fentanilo.
"La potencia del fentanilo ha llevado a que los cárteles se centren en su producción y distribución", dice el memo. La lógica es simple: al traficar fentanilo en lugar de cocaína o marihuana, los cárteles mueven cantidades menores y obtienen ganancias mayores. Así, reducen costos de empacado, traslados y sobornos.
Según la DEA, los cárteles invierten unos 13 centavos de dólar en producir una pastilla de fentanilo, y la pueden vender en unos 10 dólares o más. Las cifras parecen confirmar que el negocio es boyante. En 2020, la aduana estadounidense incautó unas 2.4 toneladas de fentanilo. En 2022, 7.4 toneladas. Y solo entre enero y febrero de este año, más de 6.2 toneladas.
"Si bien algunos pueden señalar estas estadísticas como evidencia de una mayor seguridad fronteriza, es más probable que indiquen que cantidades cada vez más grandes continúan penetrando nuestras fronteras", dice el memo del Senado.
En los días en que esto sucedía en la DEA y el Senado, altos funcionarios de México y Estados Unidos se reunieron y anunciaron que "mejorarían la coordinación de inteligencia criminal para apuntar a nodos clave en la cadena de suministro de drogas sintéticas". Ambos gobiernos se reunirán de nuevo en Washington, en mayo. Mientras tanto, más voces oficiales en Washington se suman al coro sobre la gravedad del momento. En México, oficialmente y en la prensa, el asunto parece aún como una más de las anécdotas sobre los "otros datos" de Palacio Nacional.
@penileyramirez