El trabajo más ingrato en el gobierno
Nada peor que tener una enorme responsabilidad sin presupuesto ni respaldo político para hacerle frente. En la burocracia mexicana hay muchos puestos que sufren de esta condición, pero ninguno como el del titular de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), cuyo coordinador es Andrés Ramírez Silva.
La Comar enfrenta cuatro desafíos: 1) es la instancia encargada de honrar la tradición de México como generoso país de refugio; 2) en los últimos tiempos estallaron de manera impresionante las solicitudes; 3) la Comar no cuenta con presupuesto para atender tan ingente demanda; y 4) a nadie importa realmente la suerte de los solicitantes de refugio.
Es leyenda la hospitalidad del pueblo mexicano con los solicitantes de refugio. Cierto, aquí recibimos a quienes huían del franquismo durante la Guerra Civil española. También abrimos las puertas a las personas que escaparon de las dictaduras latinoamericanas. Pero, en fechas más recientes, es falso que hayamos podido sostener la expectativa de nuestra generosidad.
La fila de personas solicitantes de refugio nunca había sido así de grande. Mientras que la administración de Enrique Peña Nieto recibió casi 60 mil solicitudes, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador contabilizó, entre diciembre de 2018 y diciembre de 2022, 345 mil 729 peticiones de refugio. Es decir que el fenómeno se multiplicó en 500 por ciento.
Y la inercia no se detiene: durante los tres primeros meses de este año la Comar recibió 37 mil 606 peticiones más, casi un 30 por ciento por arriba de la cifra registrada durante el mismo periodo del año pasado.
Si estos números se sostuvieran a lo largo de 2023, el número de peticiones de refugio podría saltar a los 450 mil.
En estas circunstancias, el presupuesto de la Comar resulta pequeñísimo. Es por esta razón que la dependencia atiende solamente a 40 por ciento de las solicitudes recibidas. Lo cual quiere decir que este año podrían quedarse sin atención más de 70 mil personas peticionarias, las cuales se sumarían a las 200 que aún siguen esperando respuesta.
Zoom: el tema es grave, pero a nadie parece realmente importarle. Igual que sucedió con la tragedia de Ciudad Juárez, la Comar es una dependencia que se incendia mientras el resto del país, como aquellos infaustos guardias, echan la llave y miran para otro lado.