Hace un mes, 40 personas que migraban a Estados Unidos a través de México murieron violentamente. Los dejaron encerrados en una estancia migratoria en Ciudad Juárez, mientras adentro había un incendio. La crisis que terminó en este asesinato brutal comenzó años antes. El gobierno estaba alertado. Se le dijo que debía tomar medidas para prevenir un desastre. No lo hizo.
Hace cuatro años, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) publicó un informe sobre las condiciones en las estaciones migratorias. Los investigadores encontraron que los migrantes viven hacinados, a veces sin medicinas, ni agua. Los guardias apretujan a los migrantes en estancias sin ventilación, con techos de lámina o de acrílico. Adentro, el aire se calienta, como si fuera un invernadero. Los migrantes duermen sobre colchonetas sin sábanas, con el sudor pegado al hule. En algunas estancias, los retretes no tienen agua. Se desbordan la orina y las heces. Algunos migrantes dejan de comer para no tener que ir al baño. Algunos niños que viajan solos terminan mezclados con adultos. Otros migrantes sufren problemas respiratorios y crisis de ansiedad.
Protestan. No les hacen caso. Varios grupos se han organizado para escapar.
En abril de 2019, en la estancia migratoria La Mosca, en Chiapas, un grupo de migrantes cubanos se amotinó. Unos hombres treparon hasta la cocina y abrieron por fuera la puerta del módulo. Después, abrieron el módulo de mujeres y niños. El grupo pateaba la puerta. Los guardias de Migración no hacían nada para calmarlos. Un jefe en la estancia ordenó que les abrieran y los dejaran ir. Más de 600 personas escaparon. La Policía Federal contuvo al resto.
Cuando la CNDH fue a investigar, los funcionarios dijeron que en La Mosca había retretes, duchas, agua potable y que la empresa que atendía la estancia brindaba "conservación permanente, los 365 días del año". El INM tiene un plan de emergencias. Dice que, ante cualquier alerta, los guardias deben avisar a Protección Civil, preparar una evacuación ordenada, llamar al 911 y pedir ayuda a grupos de emergencia. Nada de eso sucedió.
Unos días después, en la madrugada, otros migrantes se amotinaron en la Estación Migratoria en Tapachula. La Policía Federal los contuvo.
Los migrantes que escaparon eran parte de una caravana, que llegó a Huixtla. Allí les dijeron que les darían una tarjeta humanitaria para transitar por México. En cambio, los trasladaron a La Mosca. En octubre pasado, la CNDH documentó el caso. El INM debía encargarse de que un evento así no se repitiera.
El año pasado, en Coahuila, hubo otro motín. En una estancia migratoria en Piedras Negras, los migrantes dormían en colchonetas, sin ventilación, entre goteras. Los baños estaban muy sucios. No había regaderas. La estancia tenía capacidad para 88 personas. En mayo, había allí 306.
Algunos migrantes se quejaron con la CNDH. Unos días después, dos migrantes quemaron unas colchonetas. El personal de migración comenzó a evacuar y 122 migrantes escaparon. Cuando la CNDH preguntó a Migración, le dijeron que los migrantes tenían buenas condiciones de alojamiento. No era así. Hasta febrero de este año, no había ninguna sanción hacia funcionarios del INM.
El 28 de febrero, un mes antes del incendio en Juárez, la CNDH publicó una recomendación sobre el motín de Coahuila. Duele leer la similitud entre lo que ocurrió en Piedras Negras y lo que sucedió muy poco después, en Juárez, cuando encerraron a los migrantes, después de que algunos quemaron unas colchonetas.
El informe sobre Piedras Negras dice que el INM estaba obligado a evitar otro caso similar. Debían implementar cursos sobre derechos humanos y trato digno a los migrantes. Claramente, no lo hizo.
Este martes, un mes después del incendio en Juárez, la CNDH anunció que crearía un "sistema de seguimiento" para vigilar las condiciones en las estancias migratorias. Los informes dicen que los migrantes en México son retenidos como presos, cual si hubieran cometido un delito criminal. Ni la propia Comisión sabe cuántos migrantes están hoy hacinados, en estancias en todo el país.
Para entender la tragedia de Juárez debemos mirar a esos otros casos. Migración ya sabía que esto estaba ocurriendo y podía volver a ocurrir. Estos informes prueban la responsabilidad del INM, su inacción criminal. Y estos informes deberían contribuir a que este caso no quede impune.
@penileyramirez