En la misma Nueva York y por crímenes distintos, ambos hallados “culpables”, Genaro García Luna y Donald Trump afrontan las consecuencias jurídicas de un cuestionable sistema procesal, porque ambos fueron juzgados con base en testimonios verbales, sin una sola evidencia documental.
Los cargos que les imputaron fueron, contra el ex secretario federal mexicano de Seguridad, de carácter penal, y contra el ex presidente gringo de carácter civil.
El primero aguarda una sentencia por narcotráfico que puede llegar a cadena perpetua, y el segundo fue condenado a pagar cinco millones de dólares por abuso sexual.
De García Luna, desde su detención, el presidente López Obrador no ha dudado de su culpabilidad, pero al segundo lo ha considerado perseguido político:
“Reitero, refrendo, mantengo mi postura de que no debe utilizarse lo jurídico, los asuntos supuestamente legales, con propósitos político-electorales. Por eso no estoy de acuerdo con lo que le están haciendo al ex presidente Trump”, declaró el 5 de abril.
Peor: equiparó su abortado caso de desafuero por desacato judicial con el del sexópata:
“Es que yo ya lo padecí. Que no quieran descalificar a nadie en ninguna parte del mundo…”.
Con abundantes indicios de que Trump no solo es agresor sexual y evasor de impuestos, sino que desvió 130 mil dólares de los fondos de su campaña política para silenciar a una actriz porno, la equiparación de los dos problemas judiciales es abominable.
Ayer eludió hacerlo, pero algo dirá este día u otro del ofensor consuetudinario de México que dice ser su “amigo”.
Solicitada su opinión sobre el honroso reconocimiento de la prestigiada Asociación Internacional de Mujeres Juezas a la titular de la Suprema Corte de Justicia, Norma Lucía Piña Hernández, por su aplicación de criterios trascendentales en materia de perspectiva de género y la sentencia contra Trump, se limitó a denigrar a la presidenta del Poder Judicial de la Federación:
“Esos premios se pueden conseguir en la Plaza de Santo Domingo…”, y se pitorreó inclusive del rector de la UNAM (“¿cómo se llama?”), Enrique Graue (“también fue allá por su medalla, a España. Yo no sé por qué se van a allá, tienen esa fascinación”).
Y tienen, cabe hacer notar, una cualidad en común: encabezan un poder de la República y una casa de estudios superiores independientes del gobierno de AMLO.
Volviendo a los juicios de García Luna y Trump, ambos fueron hallados culpables por jurados anónimos (integrados por doce personas comunes y corrientes en el primer caso y nueve en el segundo), por lo que será muy interesante lo que AMLO se anime a decir de lo sucedido con el ex presidente de la pelambre naranja.
Tan incomparable lo de Trump con el fracasado desafuero, que uno de los elementos para el fallo “popular” fue el video en que Trump dice que “las estrellas” como él “históricamente pueden" agarrar a las mujeres por los genitales:
“Si observas el último millón de años, ha sido verdad en general –no siempre–, por fortuna o por desgracia…”.