Hace exactamente 25 años
El empleado subió el volumen del radio y todos los ocupantes de la Suburban que se desplazaba por la avenida Reforma pudieron escuchar claramente la voz del gobernador Jorge Carrillo Olea, anunciando que solicitaría formalmente al Congreso local la licencia para dejar en forma definitiva el cargo al que había llegado por la vía constitucional, y que sería Juan Salgado Brito quien lo sustituiría en forma interina.
—¿A ti te avisaron que ya tenían elegido al sucesor de Carrillo Olea? — cuestionó Adrián Rivera, dirigente del PAN y quien acompañaba en ese momento a Morales Barud, recién designado presidente del PRI.
—Ni madres. Fue un acuerdo tomado en la capital, a mi ni me tomaron en cuenta—contestó Jorge.
—Entonces no lo vamos a permitir. Ahorita le hablo a Julián (Vences Camacho, líder del PRD) y a Rigoberto (Lorence López, líder del PT) y a Gabino (Martínez Toledo, del Partido Civilista) y no dejamos que llegue nadie.
—Pero recuerda que en estos casos aplica el llamado “derecho de silla”—repuso el oriundo de Puente de Ixtla.
—Pues en ese caso te ponemos a ti—contestó de inmediato Adrián, compañero de legislatura de Jorge y compadre, además.
Era el 12 de mayo de 1998 y Morelos vivía una crisis política sin precedentes. El Partido Revolucionario Institucional había sufrido la peor de sus derrotas en las elecciones de 1997 perdiendo incluso la capital del estado con el panista Sergio Estrada Cajigal y la conformación de la XLVII Legislatura ponía al PRD y al PAN como una verdadera fuerza política capaz de nulificar al PRI.
“Para abril de 1998 la presión de las fuerzas políticas de oposición y de la sociedad civil para que saliera Jorge Carrillo Olea es prácticamente insostenible. El PAN demanda la renuncia inmediata del gobernador de Morelos. Por su parte, el PRD, a través de su líder Andrés Manuel López Obrador, crea una alianza nacional opositora con la cual busca conseguir la salida de Jorge Carrillo Olea del gobierno de Morelos, proponiendo a la vez la constitución de un gobierno de transición”, dice Oscar Sergio Hernández Benítez en su libro La Construcción de la Democracia en Morelos.
Fue en esos días cuando la Coordinadora Morelense de Movimientos Ciudadanos presenta y ratifica ante el Congreso del Estado la solicitud de juicio de responsabilidades en contra del titular de ejecutivo, asegurando que este había incurrido en serias violaciones a las constituciones estatal y nacional.
Firmaban ese documento José Luis Huete, Julián Vences, Edmundo Venosa, Javier López, Carmen Genis, Andrés Gabino Martínez, Adrián Rivera, Enrique Rodríguez, Sergio Álvarez Mata, José Luis Correa, Rigoberto Lorence y —el más activo de todos— Graco Ramírez Garrido.
Sin embargo, para Jorge Carrillo Olea lo plasmado en ese documento no tenía la mayor importancia, pues eran cuestiones triviales como constituir un fideicomiso de inversión para el que no se solicitó la autorización del Congreso, designar como encargado de despacho a una persona (Fernando Blúmenkron Escobar) que no tenía la edad requerida y condonar el impuesto predial a burócratas, entre otros.
Según su perspectiva, lo que realmente lo hizo dejar el cargo fue el ataque sistemático que comenzó a recibir desde la presidencia de la República. Ernesto Zedillo y Jorge Carrillo Olea siempre estuvieron cerca del poder pero nunca se llevaron bien.
Así, cuando ocurrió el enfrentamiento de San Rafael Tlaltizapán entre miembros del Comité de la Unidad Tepozteca (CUT) y policías estatales, el que tuvo como saldo una persona muerta (Marcos Olmedo), por la noche cuando le pasaron al presidente una tarjeta relatando lo que había ocurrido en Morelos, “el presidente visiblemente perturbado exclamó: este gobernador es un pendejo”.
Lo anterior lo cuenta Carrillo Olea en su libro México en riesgo, en el que relata que Zedillo encargó a su secretario particular Liébano Saenz la tarea de agudizar la situación que lo llevó a solicitar licencia para “no permitir que se dañara más a Morelos”.
“Para esta operación Liébano Saenz utilizó los servicios de Graco Ramírez, un mercenario conocido y despreciado en Morelos”, escribió Carrillo Olea en 2010, sin saber que el tabasqueño sería gobernador del mismo estado que él. Asimismo, aporta una larga lista de dependencias tanto federales como estatales donde Graco fue “aviador”.
Haya sido como haya sido, el hecho es que el 15 de mayo de 1998 el general presentó formalmente su solicitud de licencia y, tras dos días de intensas negociaciones, el 18 de mayo de ese mismo año protesta como gobernador sustituto Jorge Morales Barud.
Oscar Sergio Hernández Benítez cuenta así ese episodio de la vida política de nuestro estado:
“En el momento en que Jorge Carrillo Olea solicita la licencia al Congreso, muchos priístas del gobierno presionan para que el gobernador sustituto sea Juan Salgado Brito. Además de haber sido secretario particular de Rivera Crespo, Salgado Brito contaba con una larga carrera política, incluyendo el haber ostentado el cargo de diputado federal. Otros nombres de priístas son mencionados en el momento, por ejemplo, los de Rodolfo Becerril y David Jiménez. En el seno del PRI se plantea la proposición de una terna, ante lo cual los priístas del gobierno responden: Juan Salgado Brito, Juan Salgado Brito, ya que lo que menos quieren es quemar más nombres.
“Sin embargo, según la consideración retrospectiva de Hugo Salgado (a quien Oscar Sergio entrevistó para hacer su libro), ´Cuando nos sentamos con el entonces presidente del partido a nivel nacional nos dieron instrucciones de que la terna fuera Juan Salgado Brito, Ángel Ventura Valle y Jorge Morales Barud´”.
Pero extrañamente la terna que presentó el presidente de la Fracción Parlamentaria del PRI, Víctor Saucedo Perdomo, no incluía a Morales Barud, sino al magistrado Roberto Juárez Ocampo quien evidentemente iba “de relleno”.
Las fracciones parlamentarias del PRD y el PAN, así como el Partido Civilista, presionaron para que Morales Barud fuera nuevamente incluido en la terna. Por fin, después de varias horas de incertidumbre, los diputados votan y el resultado es 27 votos a favor de Morales Barud, un voto para Ángel Ventura Valle, un voto nulo y un voto en contra.
A 25 años de distancia, nadie sabe a ciencia cierta qué les ofreció el ex alcalde de Puente de Ixtla (hoy empleado de la LV Legislatura) a los dirigentes de los partidos y a los diputados que lo llevaron a la gubernatura por los dos años que restaban, pero si analizamos la lista de quienes intervinieron de una u otra forma en ese proceso inédito, nos daremos cuenta que a la mayoría les fue muy bien en la política.
HASTA MAÑANA.