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USO DE RAZÓN

Expropiación a mano armada

 

Ya no fue un mensaje, sino un hecho consumado: con la innecesaria participación de elementos armados de la Marina, el gobierno expropió tres partes de las líneas ferroviarias de una empresa particular.

El argumento del gobierno, de que se trata de un punto estratégico para operaciones de inteligencia y seguridad nacional, no justifica una expropiación. Y que el proyecto del Tren Transístmico sufría afectaciones económicas, era solucionable con un acuerdo.

Habría salido más barato seguir pagando el derecho de vía que expropiar y operar los tres tramos de Ferrosur.

Pero no hay acuerdos posibles con López Obrador.

Es decir, no hay sorpresas.

Basta recordar lo que pasó con las sesenta propuestas de los empresarios para salvar empleos y actividad productiva durante la pandemia, que los dirigentes del CCE llevaron a Palacio Nacional.

¿Cuál fue el acuerdo? El Presidente les dijo que no a todas. No aceptó ninguna. Ni una sola.

Ahora decidió expropiar (ocupar por la fuerza) las vías de Ferrosur que se cruzaban con sus caprichos: conexión con la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.

Hubo aproximaciones, pero AMLO no quiso llegar a acuerdos. Se expropió con un aparatoso despliegue de fuerza.

Vimos lo que muchos no habrían imaginado nunca: marinos en traje de combate con sus armas frente a vagones de tren que eran propiedad privada.

Una patética parafernalia para exhibir fuerza. Fuerza armada.

AMLO necesita estar diciendo, siempre, que él manda aquí.

El viernes cruzó la línea de contención: no hay marcha atrás. Nada sobre su voluntad. Nadie sobre su voluntad.

Durante estos últimos meses, López Obrador ha encendido el turbo y ya tomó velocidad crucero. No lo van a parar, o al menos eso cree, y lo pone en práctica.

Ya vimos que no vacila en usar a las Fuerzas Armadas para que se haga su voluntad sin negociar ni convencer ni ceder en parte. Incluso sin que haya necesidad, como fue el caso de la expropiación del viernes.

En las elecciones del próximo año veremos al Ejército, la Guardia Nacional o la Marina en las casillas electorales para hacer lo que haya que hacer en caso de que la candidata de Morena no vaya arriba en la votación.

O simplemente para intimidar. Contra su voluntad, nada ni nadie.

Se equivocó al esperar el segundo periodo legislativo de su sexenio para hacer los cambios constitucionales y seguir en el cargo dos años más, o tres o seis, como se lo pide “el pueblo” en mítines.

Lo que busca es seguir mandando a través de una encargada de despacho. Esa es su voluntad, y ay de quién se le atraviese.

¿No crece su candidata? Va el apoyo de los gobernadores y crece.

¿No gana una encuesta a población abierta con piso parejo? Veremos una encuesta con reglas a modo.

¿Los dueños de los medios de comunicación no se alinean con su candidata? ¿O se rehúsan a despedir a los periodistas que él detesta? Vean, señores concesionarios, lo que le pasó a Larrea y los trenes que se cruzaron por su capricho.

Se los dijo con todas sus letras en la conferencia matutina del viernes: “Dicen los dueños (de los medios de comunicación cuando él se los reclama): ‘no, pues, nosotros no tenemos nada que ver. Además, somos respetuosos de la libertad de expresión’. Entonces, yo empiezo, cada vez que me dicen eso, empiezo a buscar a dónde está el tonto que se los cree”.

El Presidente ya dictó la agenda legislativa para el trienio en que no estará en Palacio Nacional. Su voluntad es seguir mandando. ¿Hay alguna duda?

Le dejó una tarea a quien le suceda en la Presidencia: cambiar la Constitución para desaparecer el INE, el Inai y todo lo que tenga autonomía del Poder Ejecutivo.

También va por cambiar la composición de la Suprema Corte de Justicia, y que los ministros sean elegidos por votación universal.

Por ese método llegarán a la Corte los más populares, los que tengan más amarres económicos con grupos de distinta índole para hacer campaña.

Aunque después de lo que hemos visto en estos días, tal vez no haya que esperar a que Morena arrebate –con la Guardia Nacional si es necesario– la mayoría en el Congreso para destruir la Corte o doblegar a un ministro, como lo necesitan.

Desde el poder se está creando, de manera acelerada, un clima fascistoide en México.

Los violentos, que con lenguaje y símbolos de muerte se manifiestan frente a la Corte, en cualquier momento le prenden fuego al edificio para culpar del incendio a “los conservadores”.

No se necesita tener bola de cristal para preverlo. Basta conocer un poco de historia.

¿Lo dudan todavía los dirigentes empresariales?

Vean las fotos de los marinos con rifles de asalto y uniformes de combate frente a los trenes de Ferrosur.

Ámbito: 
Nacional