El mito de Sísifo, tal vez sea el más interesante de la mitología griega. Filósofos y escritores han realizado interpretaciones muy destacadas para encontrar diferentes explicaciones al drama psicológico que vivimos los seres humanos en el mundo moderno. Me parece, que el mito está más presente que nunca en nuestro comportamiento y vida cotidiana, especialmente, de los gobernantes y de las personas comunes y ordinarias, como usted y como yo.
Sísifo en la mitología griega fundo la ciudad de Corintio y se distinguió por ser un personaje muy listo y uno de los hombres más astutos conocido por sus célebres artimañas para engañar a los dioses, ingenioso para la mentira, pero nunca fue un hombre sabio. Sísifo acusó con Asopo (Dios del agua) al Dios Zeus de haberse llevado a su hija Egina y como castigo, el Dios Zeus, ordenó a Tanatos (Dios de la muerte) se llevará a Sísifo al inframundo. Con artimañas y mentiras Sísifo logró engañar y esclavizar a la muerte. El Dios Hares al darse cuenta que nadie moría en las guerras liberó de las cadenas a Tanatos, al enterarse Sísifo que la muerte había sido liberada y que iría por él, de inmediato urdió un plan y ya estando en el inframundo lo puso en práctica y logró engañar a Tanatos por segunda vez. Sísifo al volver a la tierra tomo a su mujer y se escondieron en un lugar
remoto de la tierra, cuando entrado en su vejez y sin escapatoria ante su inminente muerte, ya sin fuerzas no opuso resistencia y regreso al inframundo, ahí Tanatos le impuso un castigo por haberlo engañado, lo condeno a subir una enorme roca a la cima de una montaña y cuando estaba a punto de llegar la roca se hacía más pesada y resbalaba por la ladera. Sísifo tenía que volver a subirla y así sucesivamente por toda la eternidad.
Hoy en día, al igual que Sísifo, la mayoría de los gobernantes son muy astutos para engañar con tal de llegar al poder y sostenerse como seres poderosos. Han perdido el amor por su patria y su gente, engañan a sus pueblos con tal de gozar las mieles que ofrece el poder, beneficiando a sus familiares, amigos y cercanos, haciendo negocios con empresarios, banqueros, industriales, comerciantes, delincuentes y capitalistas.
Ofrecen el oro y el moro, como Sísifo lo hiciera con la muerte y esclavizan a su pueblo condenándolo a pagar por su ambición y sus errores. Les fascina polarizar a sus súbditos y emerger como los grandes poseedores de la justicia y de la verdad. Pareciera que en el mundo de hoy estamos gobernados por verdaderos hampones. Para buena fortuna de ellos, aún no ha llegado su castigo.
Otra perspectiva del mito de Sísifo tiene que ver con su castigo. El llevar a cuestas una roca a la cima de una montaña y cuando casi ha llegado a ella, la piedra cae para volver a empezar y tratar de llevarla nuevamente a la cima, así por toda la eternidad. Es cruel el castigo por ser una terrible monotonía.
Para muchos seres humanos que han hecho de sus vidas una rutina, una monotonía, pareciera un terrible castigo como el de Sísifo. Levantarse todas las mañanas, bañarse y desayunar, ir al trabajo, contar a sus compañeros las trivialidades mundanas acaecidas el día anterior, regresar a casa para comer, sentarse a ver el celular o ver series o novelas en la televisión, cenar o compartir caricias y dormir, esperar el fin de semana para tomar unas cervezas con los amigos o ver el futbol y los domingos salir a una plaza comercial o asistir al ritual de algún credo religioso con la familia.
Para muchos la rutina se hace insoportable, tediosa y hasta absurda, cuestionándose sí vale la pena de ser vivida o simplemente recurrir al suicidio. Albert Camus escribió un ensayo sobre el Mito de Sísifo en el propone que “el placer circunstancial puede reconfortar nuestra conciencia en un momento dado, pero eso no hace que nuestras vidas merezcan la pena. En su lugar, lo que sí puede hacer que valga la pena, es hacer que nuestras acciones se enmarquen en un proyecto de vida que tenga sentido y no una vida rutinaria como el castigo monótono de Sísifo”.