Felices con AMLO: ‘No se corra al centro, Presidente’
Tal vez Carlos Slim se lo dijo en broma al Presidente cuando se reunieron hace dos semanas, pero en política nada hay más serio que una broma. Le pidió que ojalá su sucesor o sucesora “no se moviera mucho al centro”, porque “les ha ido bien con la izquierda”.
Así lo narró el colega Mario Maldonado después de ese encuentro en Palacio Nacional, y si lo dijo en serio o en broma, el ingeniero tiene motivos para realizar esa petición: a un pequeño grupo de ricos les ha ido de maravilla con López Obrador.
Por eso el doblamiento vergonzoso de las cúpulas empresariales a los más fantasiosos y dispendiosos caprichos del Presidente y a su labor destructora de la democracia.
Los banqueros han tenido las mayores utilidades de la historia en nuestro país: 771 mil millones de pesos en lo que va del sexenio.
Y no todo es por prestar dinero, sino por cobrar comisiones que en sus países de origen no cobran.
Las ganancias de los bancos han crecido 71 por ciento en el gobierno de AMLO.
¿Cómo no van a estar felices?
Además, ya les dijo el Presidente que no habrá reforma fiscal. Es de las pocas promesas que ha cumplido.
Unos cuantos empresarios se han beneficiado de las rentas que les brinda la discrecionalidad con que López Obrador maneja el dinero.
Sólo en 2021, de acuerdo con datos de Compranet (citados por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad), la administración pública entregó 157 mil 796 contratos, de los cuales 80.3 por ciento fue por adjudicación directa.
La tendencia ha seguido en esos niveles, con la salvedad de que ya no podemos saber quiénes son los favorecidos y cuánto se llevan de manera directa, sin concursar, los favorecidos por la decisión presidencial.
Ese pequeño grupo de empresarios, lejos de preocuparse, está feliz que el Tren Maya cueste más del doble (130 por ciento) de lo presupuestado.
Más dinero para su bolsa.
Y si la refinería en Dos Bocas va a costar 16 mil millones de dólares en lugar de ocho, es una maravilla.
Ellos le siguen vendiendo al gobierno lo que pida, y le (nos) cobran lo que sea, sin temor a que se sepa porque la información está blindada por “seguridad nacional”.
La bochornosa generación de empresarios que ocupa los puestos directivos de los organismos del sector privado es indiferente a que anulen al INE, sometan a la Corte, ataquen la libertad de expresión.
Ganan dinero como nunca antes, aunque los pobres sean más pobres y las instituciones se desguacen por el vendaval autoritario que las embiste desde la Presidencia.
Vendrá el diluvio, pero ellos estarán a salvo, creen. Como creía estarlo Germán Larrea.
En Venezuela y Nicaragua hay una pequeña élite de millonarios coludidos con los altos mandos del gobierno, que le va fabulosamente bien.
Ese es el camino que ha tomado nuestro país. Vamos por esa ruta.
López Obrador tiene tranquila a la gente con ayudas económicas directas que la hace dependiente de su voluntad personal. Votantes cautivos y carne de mítines.
Igual hace con la reducida corte que integra las cúpulas empresariales.
Los valores liberales y democráticos que alguna vez inspiraron a los organismos del sector privado están siendo destruidos.
No es una abstracción –una idea– lo que se destruye, sino la libertad de elegir gobernantes o de cambiarlos. La posibilidad de ser iguales ante la ley. De diferir sin pagar las consecuencias. La educación, y no la militancia o la abyección, como motor del ascenso social.
El pequeño grupo de empresarios con el cual AMLO camina hacia el socialismo más retrógrado, calla ante el programa educativo que enseña a los niños a odiar al prójimo desde primero de primaria.
Sin cuidado le tiene el avance del narco en la política y en los gobiernos estatales y municipales. O que se empodere al Ejército con fines inconfesables.
Están ganando dinero como nunca, a cambio de traicionar sus valores y entregar a México a una caquistocracia (el gobierno de los peores) que también acabará por devorarlos a ellos.