El entrañable Ricardo Rocha se plantó el 28 de mayo de 2019 en la mañanera para descargar su consternación, porque su poderoso ex amigo lo calumnió y exhibió en una lista de imaginarios “corruptos”.
“Con todo respeto”, le dijo al presidente López Obrador, “algunos de sus colaboradores no saben leer o mienten malintencionadamente”, acusó.
Y desmanteló la insidia con datos precisos, concisos y macizos, demostrando que los pagos que le atribuyeron fueron menores, pero no por “compraventa de opinión editorial”, sino por una campaña de más de 200 videos para la Secretaría de Agricultura.
“Qué curioso, ¿no? —ironizó—. Fíjese usted que los gobiernos anteriores, ni los panistas ni el gobierno priista me acabaron nunca de aceptar, porque me etiquetaban de lopezobradorista, y qué curioso que ahora el lopezobradorismo me quiera etiquetar de peñista…”.
La de Ricardo fue una de las incontables decepciones de clasemedieros periodistas, intelectuales, académicos y artistas que simpatizaron con la prometida cuarta transformación.
Reprochó su balconeo en el salón Tesorería: “No es casualidad, sino causalidad, y corresponde a los embates brutales que yo en lo personal y el Canal del Congreso de Ciudad de México hemos recibido con el cambio del gobierno y de Legislatura, reducción de 80 por ciento del presupuesto, retención de salarios de tres meses en tan solo seis. Son tan desvergonzados que se niegan a hablar de que en cuatro años no me han pagado ni renta ni luz ni teléfonos ni estacionamientos ni algún otro servicio pero, en cambio, han mantenido una calumniosa campaña en mi contra sobre supuestos malos manejos que ahora culminan con su tramposa lista”.
Sugirió:
“Evalúe qué le aporta más, si una crítica inteligente, de buena fe y constructiva, o los lacayos que cuando usted pregunte la hora le respondan ‘la que usted quiera, señor presidente’. Yo creo que hay que dialogar, hay que sumar, no hay que restar ni confrontar. No sé por qué su gobierno me está tratando así…”.
Sobre su muerte ayer, AMLO tuiteó:
Lamento el fallecimiento de Ricardo Rocha. Fuimos muy amigos, me abrió espacios en medios de comunicación cuando casi todo estaba cerrado para nosotros. Abrazo a toda su familia.
En la referida mañanera, el admirable y ofendido Ricardo remató con guante blanco:
“Le manda saludos mi nieto Jorge Andrés. Jorge por mi hijo y Andrés por alguien por quien sentí y sigo sintiendo un enorme cariño y respeto porque, desde aquella primera entrevista en Tabasco, coincido con todas sus metas aunque a veces no con todos sus métodos. Usted acaba de decir algo hace unos minutos: ‘apeguémonos a la verdad’, y me hizo recordar a alguien a quien usted y yo conocemos muy bien, al ciudadano Montesquieu, quien dijo: ‘Todos estamos obligados a morir por la patria, pero nadie está obligado a mentir por la patria’. No tengo preguntas, le agradezco infinitamente que me haya escuchado…”.
Tarde, pero a tiempo, aprendió también que más vale guardar la distancia con el príncipe.