"Es la hora de la perla: el intervalo entre el día y la noche cuando el tiempo se detiene y se examina a sí mismo".
John Steinbeck, Cannery Row
MONTEREY, California.- La transformación del pueblo ha sido brutal. Monterey es el escenario de Cannery Row, la novela de John Steinbeck publicada en 1945 que describía a un grupo de personajes en la gran depresión "que en común no tenían familias, dinero y ambición más allá del alimento, la bebida y el contento". La calle principal, Ocean View Avenue, estaba llena de plantas de conserva y enlatado de pescado, especialmente sardina, que los pescadores traían diariamente de las frías aguas del Pacífico. El pueblo olía a pescado, a algas marinas, a percebes.
Como en Grapes of Wrath (Las uvas de la ira), Steinbeck denunciaba el agotamiento del capitalismo, un sistema en el que los pobres vivían para trabajar y cobraban apenas lo suficiente para sobrevivir. Muchos se apartaban de la sociedad. El lenguaje literario de Steinbeck es poderoso, por lo que al final es difícil no concluir que la libertad económica solo trae sufrimiento.
Steinbeck vivió hasta 1968, pero seguramente se sentiría extraño en el Monterey de hoy. La ciudad ya no huele a pescado; las plantas de sardinas han sido reemplazadas por elegantes hoteles, tiendas y restaurantes; el turismo y los servicios son las principales fuentes de empleo; el personal de servicio, como en toda California, es mexicano. El ingreso familiar promedio en el condado es de 82 mil dólares al año; un 12 por ciento de la población vive en pobreza, pero para una familia de cuatro esta se calcula en 26,500 dólares al año, cerca de 40 mil pesos al mes.
La idea de que solo el socialismo podría acabar con la pobreza ha resultado falsa. Las economías comunistas de Europa oriental se desplomaron en los ochenta. China despegó, pero solo después de adoptar un sistema de mercado, sin abandonar el autoritarismo político. Las otras economías comunistas, como la de Corea del Norte o la de Cuba, han empobrecido a sus pueblos. Los socialismos del siglo XXI, por ejemplo, el de Venezuela, han resultado lamentables fracasos. En cambio, las sociedades que mantuvieron esquemas de libertad económica han prosperado.
Las cosas pueden cambiar, sin embargo. El gobierno de California ha tomado medidas supuestamente progresistas que afectan a las mayorías. Por impuestos y restricciones, la gasolina en California es la más cara de Estados Unidos. Los reglamentos locales han hecho que la vivienda alcance precios extravagantes. El nivel general de vida ha disminuido en los últimos años, mientras que han surgido comunidades carísimas, como Pebble Beach, donde solo pueden residir los multimillonarios.
Ningún sistema económico es perfecto, pero el de libre empresa permite corregir errores. Por eso el peor de los mercados es mejor que el mejor de los burócratas. La gente común y corriente lo ha experimentado en carne propia y está votando con los pies. En 2019, 653,551 californianos decidieron emigrar a otros estados de la Unión Americana. Alrededor de 80 mil decidieron ir a Texas, con una economía más abierta, el doble de los texanos que emigraron a California. De nada sirvieron el clima templado, la costa del Pacífico y la vida cultural y social de California. El alto precio de la vivienda ha sido uno de los principales factores de esta migración.
Steinbeck quizá no reconocería a la actual Monterey. Le asombraría su prosperidad y el enorme número de turistas. Incluso Ocean View Avenue se llama hoy Cannery Row, por su novela. Me pregunto, sin embargo, si aceptaría que su idea de que la economía de mercado genera pobreza estaba equivocada. Ha sido la intervención de los gobiernos que se dicen progresistas, después de todo, la que ha afectado a la población californiana.
· AICM
Se suponía que el AIFA aliviaría la saturación del AICM, pero esto no solo no ha ocurrido, sino que el deterioro es cada vez mayor. De nada ha ayudado el nuevo mando militar del aeropuerto capitalino.