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Bolaños

En una crisis de muchos años donde la política—política, ese quehacer, ciencia, arte o como cada quien guste llamar, se ha ausentado no solo del Estado sino de México entero, en medio de condiciones complicadas que tienen sitio y formas de avance o retroceso, de pronto un tema más se encima en la agenda local: el primer “destape” extraoficial pero público de un candidato al gobierno en el 2018, el diputado federal emanado del Partido Acción Nacional, Javier Bolaños Aguilar, en unos días presidente de la mesa directiva del Congreso de la Unión, justamente de los legisladores federales en San Lázaro. No es un cargo menor, es una de las dos fracciones de uno de los tres poderes que conforman el Estado Mexicano junto con el ejecutivo y el judicial.

 

            En otros tiempos la noticia tendría una bienvenida especial en esta tierra zapatista. Hoy no. Están a la vista otros asuntos que son del dominio público, polarizados ambos. La ausencia del ejercicio de la política no es solamente una percepción, pasan los años y Morelos deja de aportar materia prima al escenario nacional, como en algunos tiempos lo hizo. Por ahí, en la alegría del nombramiento a Bolaños en su partido, hablaban del “primer morelense” en ocupar esa posición. Lo fueron dos que nacieron en Morelos, que se hicieron políticos en Morelos y no tenemos información que compitieran por posiciones de poder, electoral sobre todo, en otros terruños nacionales. Uno fue el ingeniero y abogado Marcos Manuel Suárez Ruiz como presidente de la Cámara de Diputados en la década de los setenta y en esa misma, don Antonio Riva Palacio López, que a partir de asumir como senador, se acercó a lo que fuera su mayor posición en la política antes de ser gobernador: encabezó cerca de cuatro años el senado de la República. Recordemos que en aquellos años las cámaras elegían presidentes de la llamada Gran Comisión, no había rotación como sucede hace ya algunos lustros.

 

            Eran años de hegemonía priista, otras condiciones que podían considerarse de retraso en esos momentos, pero que justo ahora, se requieren algunas de esas condiciones para gobernar. Este será otro tema.

 

            Javier Bolaños Aguilar es ya considerado por un sector de militantes en los partidos, no políticos al cien, el futuro gobernador de Morelos, porque el PAN de acuerdo a sus análisis y a mediciones de empresas que colocan en buena posición a Margarita Zavala de Calderón, volverá al poder en esta nuestra territorialmente pequeña entidad y en el país. Como se ha sucedido en los últimos 18 años, la alternancia llegó y en el acomodo de piezas no ha podido vivirse en mejores condiciones. No porque el PRI lo hacía mejor. No, hubo excesos, y graves en setenta años. El problema es que en lo que aprendían a gobernar, el tiempo volaba y se acumulaban los problemas. Por ello, las cifras y estadísticas de la pobreza galopante, de la riqueza acumulada en unas cuantas manos y sobre todo de la violencia, no pueden llegar de un día o un año a otro. Es la acumulación de errores, las omisiones presidenciales que en el caso de Morelos dejaron a sus gobernadores ser señalados y exonerados de facto.

 

            De ahí viene el diputado Bolaños Aguilar, llegado aquí en 1997 y que alterna su residencia en su natal Jalapa y la ciudad de Cuernavaca, pero ha vivido de la gracia de los morelenses desde esa fecha hasta hoy. Él es uno de los creadores del Cartel del Agua, que compraba y colocaba a sus integrantes en las oficinas responsables del vital líquido, saneamiento y demás cosas (léase Sapac, Ceama, Capama de Acapulco o cualquier órgano municipal y estatal relacionados con el tema) logrando tremendo poder económico y, por ende, incursionando con recursos en la vida política. No es una casualidad que se haya posicionado en el PAN para ser dos veces diputado federal y una local partiendo de Morelos y no de Veracruz.

 

            Si bien la pobreza de valores de los que llegan al poder vía las urnas no permiten siquiera un quehacer –ya no un arte—como es la política, a tanto mulazo los morelenses aprenden. El agotamiento de los partidos –que no son palabras sacadas al azar sino evidencias claras—abre un camino de posibilidades al ciudadano común, ya sea forjando con tiempo y en forma candidaturas sin partidos, o siendo impulsadas por estos pero desde su figura civil, ciudadana, de reconocimiento vecinal, empresarial, social.

 

            En los otros tiempos desde los medios se gustaba especular sobre el posicionamiento de sus figuras en tanto se acercaban los momentos. Hoy, inexistentes los Tiempos de la Política por su velocidad, se vale tomar nota de, uno a uno, quienes se inscriban con sus aspiraciones en la contienda que viene.

 

            Primero, el día a día…

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