Incognitapro

USO DE RAZÓN

La almohada del Presidente

Ebrard lo ha sido todo en su vida política y sólo le falta ser Presidente, para lo que está preparado como nadie de los integrantes de su partido. Por eso no lo van a dejar llegar.

Incluso fuera de Morena hay entusiasmo en que llegue a Palacio Nacional un político de la izquierda democrática, con ideas modernas, que ya probó que sabe gobernar y abatir en serio la inseguridad. “Va a ganar la encuesta”, dicen.

¿Cuál encuesta?

Ya sabemos que sólo habrá cuatro encuestados: Andrés, Manuel, López y Obrador.

Por lo visto le han vuelto a creer al Presidente.

Esta vez les contó que habrá piso parejo, una encuesta sin trucos y él no va a influir en la elección del candidato. Y le creen.

Ya sabemos cómo son las consultas populares del Presidente: las decide su almohada.

Hace algún tiempo contó que para cancelar el aeropuerto en Texcoco había división de opiniones en su gabinete, y a contracorriente de la opinión de los secretarios de Hacienda y Comunicaciones y Transportes, en la noche, con la almohada, tomó la decisión de clausurarlo.

Después hizo la faramalla de la consulta popular, con instalaciones de mesas, casillas, movilización de funcionarios y adivinen qué: ganó la opción de cerrar el NAIM.

El pueblo coincidió con su almohada. Clap-clap-clap.

Es lo mismo que está en curso ahora: una pantomima para dar la impresión de que “el pueblo” decidió.

La noche del lunes fijó las reglas del proceso ante los gobernadores de su partido y aspirantes a la candidatura presidencial de Morena.

¿No que no se iba a meter?

Pidió licencia a Morena luego de asumir el cargo porque, dijo, gobernaría sin distingos para todos los mexicanos.

Cuando se reúne con “los gobernadores”, se refiere únicamente a los de su partido. Los demás no existen para el que pidió licencia y se separó de Morena.

Jamás se ha reunido con la oposición. Ya sabemos cómo se las gasta a la hora de insultar a esa parte del pueblo que gobierna y no vota por él.

Prometió respeto a la división de poderes. “Por encima de la ley nadie, por encima de la ley nada”, dijo al arranque de su gobierno.

¿Y? ¿Qué tal les ha ido a los jueces que no cumplen sus deseos?

¿Qué tal el respeto a la Corte?

De ladrones no los baja, el que prometió ser respetuoso de sus fallos.

A quienes se manifiestan afuera de la Suprema Corte en demanda de la cabeza –física y metafórica– de Norma Piña, en lugar de reconvenirlos les grita “no están solos”.

Promovió una ley para castigar con cárcel a los acusados de delitos electorales, y en los recientes comicios violó una y otra vez la ley, como se lo hicieron saber el INE y el Tribunal Electoral.

¿Y todavía le creen que no va a intervenir en la encuesta de Morena?

Nunca han hecho algo recto, ni una raya, y ahora de súbito el Presidente y sus allegados van a permitir una encuesta limpia que seleccionará al candidato a sucederlo.

Le creen a López Obrador como si no lo conocieran.

Ebrard tiene derecho a soñar con una encuesta de verdad, porque es su única alternativa.

Ya lo ha hecho todo en la vida política, por lo que no puede aspirar a nada más.

¿Qué la va a ofrecer Claudia Sheinbaum, si es la elegida por AMLO?

¿La Secretaría de Relaciones Exteriores? ¿Una gubernatura? ¿Un cargo en el Legislativo?

Ya lo ha sido todo. Sólo le falta ser Presidente de la República.

Pero “la almohada” de López Obrador no está con Marcelo.

El gruperío de radicales que deliran con “golpes de Estado” blandos o duros, con “masas” que empujan al Presidente hacia “la vanguardia”, que le han revolucionado el cerebro a López Obrador con guerras del siglo antepasado, no está con Ebrard.

Y ellos son la almohada del Presidente.

Ámbito: 
Nacional