A un día del arranque de la campaña interna de Morena, ninguno de los aspirantes se ha dado un respiro. Desde actos presenciales para seguir saliendo en la foto, a videos en redes sociales o mensajes de tono familiar. Todo el conocido abanico de fórmulas para no perder ni un día de visibilidad, seguir en la conversación y proyectar la imagen diseñada por sus cuartos de guerra. Este domingo todos calentaron motores antes de que mañana lunes arranque oficialmente la campaña que desembocará el 6 de septiembre en la elección, vía encuesta, del candidato del partido para las presidenciales del año que viene.
Claudia Sheinbaum viajó hasta el sur de la ciudad para participar en una ceremonia de mujeres de pueblos originarios. En Xochimilco, la ya exjefa del Gobierno de la capital fue jaleada por las propias mujeres del evento, que le obsequiaron una corona de flores y “bastón sagrado”. Adán Augusto López decidió, por su parte, subir un video a su redes leyendo la carta con la que anunció el viernes su renuncia a la secretaría de Gobernación para concentrarse en la campaña. La carta, de tono laudatorio hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene pasajes como “prefiero pedirle que, si está en su agrado, me releve de este cargo para atender con la tenacidad, valores y el compromiso histórico que usted sembró el encargo de profundizar la ‘Cuarta transformación’ de la vida pública nacional”.
Los dos movimientos parecen pensados para gustar tanto al electorado como al propio presidente, que optó desde el principio por tutelar de cerca todo el proceso interno para evitar la espiral de desgaste y guerras intestinas que tan bien conoce él mismo de otras campaña dentro de la izquierda mexicana. Por ejemplo, las fotos de Sheinbaum con líderes indígenas remiten al propio López Obrador el día de su investidura en el Zócalo ataviado también con bastón y corona. También llevan la marca del estilo del presidente los mensajes de todos los candidatos celebrando el día del padre. El tono sencillo apartado de la fría gestión política. “Felicidades en tu día papi, te extrañamos y recordamos con todo cariño y gratitud”, escribió Marcelo Ebrard en sus redes sociales.
El excanciller es quien más se está prodigando en ampliar la percepción que genera de efectivo hombre de despacho también con una imagen más cercana a la gente de a pie. Ese es uno de los exámenes a superar que ha puesto López Obrador a sus posibles sucesores con el calendario y el formato de la campaña. Todos tendrán que demostrar que son capaces de, al menos, acercarse al carisma y tirón popular sobre el terreno que tiene el actual presidente.
Mañana comenzarán los viajes de cada uno de los aspirantes con sus equipos por los rincones del país. Sheinbaum por ejemplo arrancará en Oaxaca, lugar de nacimiento del presidente indígena Benito Juárez, uno de los mayores referentes de López Obrador. El corazón de su estrategia es el despliegue por los territorios con el objetivo de multiplicar la visibilidad, bajo la premisa de que el puesto de jefe capitalino es enormemente conocido en la capital, pero supone lagunas en los lugares más apartados. Prevén realizar intensas visitas a los 32 Estados del país, con entre tres y cuatro eventos cada día. Sheinbaum es desde hace meses la puntera en las encuestas y su equipo confía en mantener o incluso ganar más ventaja guardando un perfil conciliador y respetuoso, alejado de los posibles ataques de sus contrincantes.
El segundo en todas las encuestas previas, Ebrard, tiene preparado justo la estrategia contraria. Está dispuesto a ser el más activo con el objetivo de marcar el ritmo y el tono de la campaña. Ha sido ya el primero en renunciar a su cargo, como exigió el presidente, y en registrarse como candidato. Su plan es recorrer las principales 50 ciudades del país antes de que se empiece a levantar la encuesta definitiva que se presentará el próximo 6 de septiembre, una maratón que espera cumplir en poco más de dos meses.