Incognitapro

LA BANALIDAD DEL MAL SE APODERA DE LAS CALLES

En pleno siglo XXI la muerte violenta en México se ha hecho trivial, ya no asombra y solo alcanza a generar un miedo soterrado, indiferente y paralizante. La muerte violenta es una estadística más, que circula todos los días por todos los medios noticiosos, a todas horas y en cualquier lugar del país. Muertes por aquí, muertes por allá, desmembrados y descabezados, aparentemente ya no asustan porque ya no hay ética ni moral.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el quinto año de gobierno de López Obrador ha superado los 156 mil 066 casos de homicidio del sexenio anterior, a cargo de Peña Nieto, visto así, los datos indican que el sexenio actual será el más violento de la historia moderna de México. Pero no debemos quedarnos solo con esas estadísticas, sí analizamos con evidencias y datos de muertes violentas, el sexenio de Peña supero al Calderón y el de Calderón al de Fox, esto quiere decir que el Estado mexicano no está haciendo bien las cosas y no podemos ni debemos seguir así, tenemos que hacer algo, este es un gran tema a debatir para encontrar una estrategia que dé resultados, así de simple y; al mismo tiempo, muy complicado.

El problema es mucho más profundo y más complejo que lo que reportan los datos estadísticos. La cuestión es que en el horizonte inmediato no hay señales de que este fenómeno, de tanta violencia, se pueda contener, por el contrario, las cifras repuntan y va en ascenso, sin importar quién gobierne.

Todo parece indicar que la banalidad del mal se está apoderando de nuestro país, éste concepto lo retomo de la la filósofa alemana Hannah Arendt, quien en su libro lo describe “cómo un sistema de poder político puede trivializar el exterminio de seres humanos cuando se realiza como un procedimiento burocrático ejecutado por funcionarios incapaces de pensar en las consecuencias éticas y morales de sus actos”.

Hannah Arendt en su libro la “Banalidad del mal” relata que al preguntar a un soldado nazi porque mata a los judíos, la respuesta es espeluznante, los mato porque recibo ordenes de mis superiores.

Sin pretender exagerar, guardando las proporciones del caso, estamos viviendo momentos parecidos, igualmente terribles que, en los tiempos de Hitler. En pleno siglo XXI los 156 mil homicidios en cinco años de gobierno referidos anteriormente, significa que hay 156 mil familias mexicanas que han perdido a un ser querido. Cuando se le cuestiona a la autoridad gubernamental qué está pasando y la respuesta se trivializa al decir que se están matando entre bandas de delincuentes o se mata a personas inocentes y nos dicen que también son delincuentes, no me queda más que pensar que lo descrito por Hannah Arendt, no ha desaparecido, solo se han
transformado de formas y tiene razón al señalar “el poder político trivializa el exterminio de seres humanos”.

Sí pudiéramos preguntarle a un sicario perteneciente a una banda de delincuentes, por qué mata, sin temor a equivocarme, su respuesta sería: porque recibo ordenes de mi jefe.

El panorama es escalofriante. Algo tenemos que hacer los ciudadanos comunes y corrientes que amamos a nuestro país, porque cuando salimos a las calles o salen nuestros hijos a divertirse no tenemos la certeza de regresar con vida a nuestros hogares. Por lo pronto me parece que no debemos ser indiferentes con esta realidad y exigir a las autoridades gubernamentales cumplimiento de lo que mandata nuestra Constitución política: un Estado de derecho efectivo.

Ámbito: 
Local