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SOMBRERAZOS

LOS OPERADORES POLÍTICOS DE UN DESESPERADO GRACO RAMÍREZ

Mucho hay de trasfondo en la renuncia del diputado local Juan Manuel Tablas Pimentel al grupo parlamentario del PAN, que (dicen) coordina Carlos Alanís Romero. Algo similar ocurrió apenas el pasado 15 de junio, cuando Julio Espín Navarrete renunció a la bancada del PANAL para incorporarse al grupo parlamentario del PRD. Coincide que ambos fueron presidentes municipales en el periodo 2012 – 2015, el primero de Ayala y el segundo de Puente de Ixtla.

Más aún, llama la atención que de los otros diputados locales que, al igual que Manuel Tablas y Julio Espín, fueron alcaldes hasta el año pasado, todos sean parte del grupo parlamentario del PRD, excepto Alberto Martínez, quien es del PRI pero que, tal vez con la excepción de Aristeo Rodríguez, al igual que sus diputados no se ha caracterizado precisamente por ser voz crítica al Ejecutivo estatal, sino más bien sumiso y alineado.

Dicho en otras palabras, de los ex alcaldes que hoy son diputados locales, sólo José Manuel Tablas Pimentel era incómodo al ánimo de los intereses del grupo perredista que gobierna (es un decir) hoy la entidad. Por ello, para encontrar las respuestas sobre su renuncia al grupo panista para declararse independiente, más que preguntarle al dirigente del PAN Morelos, Juan Carlos Martínez Terrazas, habría que preguntarle a José Vicente Loredo Méndez, titular de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización del Estado de Morelos.

Y es que tanto Tablas en Ayala como Espín en Puente de Ixtla, enfrentaron como alcaldes severos cuestionamientos y dejaron ambos Ayuntamientos prácticamente en quiebra, según sus sucesores. Así que no sería extraño que más que cañonazos como muchos señalan, en ambos casos se haya utilizado al graquista órgano fiscalizador como la herramienta perredista para recuperar el control del Legislativo local.

¿Qué obtener de Juan Manuel Tablas? Su silencio, que deje de ser incómodo (sobre todo en temas de seguridad) y en caso necesario, se sume a los temas de interés del mandatario estatal, que de paso, salvo por Norma Alicia Popoca Sotelo y Alberto Mojica Linares, reduce la representación panista en el congreso a algo meramente simbólico. ¿Qué obtener de Julio Espín? Su capital político y legislativo, su capacidad de conciliar y el buen ánimo que tiene entre la inmensa mayoría de los diputados, lo cual en el segundo año legislativo, será fundamental para quien desgobierna el estado.

Así, ante la falta de un secretario de Gobierno en Morelos, José Vicente Loredo Méndez y Alberto Capella Ibarra, se han consolidado como los operadores políticos del aún gobernador Graco Ramírez. El primero al asegurarle el control del Legislativo estatal y ser la Espada de Damocles que pende arriba de la cabeza de alcaldes, ex alcaldes, así como de sus propios funcionarios, mientras que el originario de Tijuana, le garantiza el sometimiento de cualquier rebelión en su granja, como ha ocurrido contra el Frente Amplio Morelense, contra comerciantes opositores de la Ecozona y contra trabajadores de limpia en Cuernavaca; contra ejidatarios y pobladores en San Pedro Apatlaco, municipio de Ayala y contra transportistas sobre todo de la zona oriente, por mencionar algunos de sus “méritos”.

Obvio, todo al estilo de Graco Ramírez: poco importan las formas, las instituciones, perder años de futuro como entidad por ganar meses en el cargo, lastimar aún más el de por sí maltrecho tejido social, traicionar, mentir, dejar vivo a quien disiente o no aniquilar a quien intente oponerse a su voluntad. Todo, potencializado al momento que vive: su desesperación al desmoronarse su oprobioso gobierno.

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