No es por “una campaña” de “adversarios” que las fuerzas armadas estén en entredicho, como imagina su comandante supremo, sino a causa de la calumnia de que “ocultan” información porque dizque participaron en la desaparición y asesinato de Los 43 de Ayotzinapa.
El embuste lo sembró en 2015 el nefasto Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, lo creyeron los deudos y sus representantes, el cuatroteísmo se montó en él y se apuntaló la patraña del “crimen de Estado”.
Antimilitarista entonces, Andrés Manuel López Obrador adoptó la mentira y así pensaba cuando inició su mandato:
“Si por mí fuera, yo desaparecería al Ejército y lo convertiría en Guardia Nacional; declararía que México es un país pacifista que no necesita Ejército y que la defensa de la nación, en el caso de que fuese necesaria, la haríamos todos”, dijo al año de ganar la Presidencia (La Jornada, 30 de junio de 2019), y sigue diciendo que los militares, en el pasado neoliberal, “reprimían” y “masacraban” por “órdenes presidenciales”.
Luego reconocería que Marina y Ejército “son pueblo armado”, y les tiene ya tanta confianza que les asignó construcciones de obras, administración de puertos y aeropuertos, y hasta manejo de desarrollos turísticos (hoteles y el Tren Maya) y la operación de una aerolínea comercial.
De la credibilidad en el infundio por la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, declaró el viernes:
“Si fuese cierto no estarían dos generales en la cárcel por la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa y otros elementos de las fuerzas armadas, que han estado ayudando, cooperando para que se haga justicia. La ONU actúa de manera sectaria, parcial, tendenciosa (…). Solo se pronuncia cuando se trata de afectar a gobiernos surgidos de movimientos populares y democráticos”, dijo, y se ufanó:
“No hay un gobierno en el mundo, en la historia reciente, que haya actuado como lo estamos haciendo, en contra de altas autoridades. Díganme en qué país está preso el ex procurador de la República, en qué país hay dos generales presos por el mismo asunto”. Y consideró que lo dicho por esa Oficina no es por el crimen de 2014, sino por no estar con la transformación, pues “ya no pueden robar a sus anchas como lo hacían. Ese es el fondo. Es un asunto ideológico político”.
Pésimos sus ejemplos y deplorable que se ufane de que sus subordinados (es imposible que fueran aprehendidos sin su aprobación), sin fundamento alguno, sean sacrificados para quedar bien con los facciosos detractores de la invariable “verdad histórica”.
Si pese a todo AMLO cree que la ONU y otros organismos internacionales están contra su gobierno, que revise la casa:
Quienes encabezan las instituciones que abdicaron de su autonomía como la Fiscalía General de la República, la Comisión Presidencial para la Verdad y Acceso a la Justicia y la degradada CNDH cometieron el error (como el propio presidente) de hacerle el juego a la criminal insidia del contraproducente GIEI.