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LINOTIPIA

Barbie feminista
 
 

 

Si no has visto Barbie y piensas verla, mejor lee esto cuando la hayas visto, para que no te arruine las sorpresas. Si ya la viste o no piensas hacerlo, sigue leyendo.

Entre 2021 y 2022, viví en un departamento en Manhattan con vista a una torre de dormitorios de Barnard, la escuela de mujeres de la Universidad de Columbia. Desde mi ventana, veía a las alumnas estudiando, conversando, riéndose.

"Barnard es como Barbieland, un paraíso de poder femenino", me dijo hace poco Luisa Sukkar, estudiante de esa escuela. Ahí también estudió Greta Gerwig, directora de la película Barbie.

He conocido a otras egresadas de Barnard, mujeres agudas con una confianza apabullante en sí mismas. Muchas viven en Nueva York, donde pareciera que el poder femenino puja la vida intelectual, económica y del activismo, aun cuando los hombres ocupan la mayoría de los puestos de poder y las mujeres ganan un 18% menos que ellos (en México, dice el Inegi, las mujeres reciben un 34% menos).

La película de Gerwig atiende tangencialmente estos asuntos. Hay un consejo de administración solo de hombres en Mattel -compañía que produce Barbie- y una comunidad de muñecas con casas propias donde todas las noches no son de bodas, sino de chicas.

Gerwig pretende convencernos de que Barbie siempre fue feminista. Nunca se ha casado. No tiene hijos, ni siquiera vagina. La maternidad no es central en su vida. Tiene sentido, ahora que Mattel busca vender más Barbies con distintos tipos de cuerpo, tonos de piel y profesiones. Sin embargo, el mérito del filme es otro.

Barbie ha llevado al gran público conversaciones añejas sobre el papel de mujeres y hombres en la sociedad, con tal sátira y sutileza que confronta a más de uno con lo ridículo del patriarcado o Barbieland, si se les mira con la distancia que da la risa.

Tampoco Barbie es el "adoctrinamiento feminista" que he leído en los ofendidos. La película no definirá la próxima ola de conversación feminista. De hecho aborda, en 2023 y por encimita, la autonomía de las mujeres y el cuestionamiento al patriarcado, asuntos que Virginia Woolf y Simone de Beauvoir trataron casi un siglo antes.

"Es literalmente imposible ser mujer", dice América Ferrera en su discurso a media película. Debes ser delgada, pero decir que quieres estar saludable; madre, discreta respecto a tus hijos, jefa y delicada con tus empleados; bonita, mas no una amenaza para otras mujeres. Debes estar siempre agradecida y tratar de gustarle a otros, aunque hacerlo sea confuso y canse. El discurso está muy bien actuado, y es tan vivencial que me emocionó.

La imposibilidad de ser como Barbie no es un mito. Un estudio de 1996 encontró una posibilidad de 1 en 100,000 de que una mujer tenga las medidas de una Barbie. Un cuerpo con las proporciones de un Ken puede existir en 1 de cada 50 hombres.

Respecto a Ken, Barbie también aborda temas actuales entre feministas y académicas: la fragilidad masculina y la masculinidad tóxica, aunque lo hace de un modo superficial.

Este año, Harvard Business Review publicó un estudio sobre la fragilidad de la "identidad masculina" y sus consecuencias en el mercado laboral. Los investigadores hallaron que, cuando los hombres ven amenazada su masculinidad, a menudo intentan reafirmarla mintiendo, haciendo trampa, rompiendo reglas o socavando a colegas. ¿Te suena esto a Kens peleando en la playa?

En 2020, la académica Carol Harrington escribió un artículo muy citado sobre cuánto se ha popularizado el término "masculinidad tóxica" y cómo su uso poco riguroso refuerza estereotipos. Los "hombres tóxicos" son violentos por no recibir una educación paterna adecuada, según esta creencia, que no cuestiona al sistema patriarcal, sino uno de sus síntomas. La escena épica masculina en Barbie alude al vínculo entre machismo y violencia, propio de la "masculinidad tóxica", pero refuerza el estereotipo en lugar de abrir una conversación más compleja.

Al final, Barbie apunta que feminismo no significa confrontación entre hombres y mujeres. Este mensaje es tan cursi y mal hilvanado en la trama que pasa desapercibido.

A pesar de estas críticas, bien nos hace en México una conversación pública sobre un lugar mítico con una mujer Presidenta, cuando dos fuertes aspirantes al cargo son mujeres que bien encajarían, y quizá hasta serían amigas, en Barnard o en Barbieland.

 

 

@penileyramirez

 

 

 

 

 

 

Ámbito: 
Nacional