La metamorfosis de Lorenzo Meyer
“Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregor Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto”. Así arranca la obra cumbre de Franz Kafka.
Es tentador usar el párrafo inicial de La metamorfosis como metáfora para describir al doctor Lorenzo Meyer, pero no resulta del todo exacto.
Meyer no se transformó de la noche a la mañana de intelectual a propagandista, de académico a cuentacuentos, de articulista prestigiado a impostor sin escrúpulos.
Más bien fue un proceso paulatino, por así decirlo.
Esta reflexión viene a cuento porque en la actualidad Meyer es visto, a falta de mejores exponentes en el ambiente intelectual, como una suerte de “conciencia moral” de la izquierda en México.
Tal vez tuvo prestigio, pero lo perdió junto con el decoro académico y su soberanía intelectual.
El domingo Meyer publicó que el presidente López Obrador lleva a México por la senda de José María Morelos. Nos dice, pues, que donde vemos a un destructor en realidad hay un héroe de la patria.
Textual:
“Al aparecer el virus en 2020, el Presidente no optó, como lo demandó el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), por condonar impuestos ni dar estímulos fiscales al sector empresarial, sino que decidió aprovechar la coyuntura para acelerar el arranque de su proyecto de largo plazo: dejar atrás el neoliberalismo y empezar a dar contenido al lema de ‘primero los pobres’. Y por eso se desoyó al CCE y, en cambio, se incrementó el gasto en salud pública, en programas sociales y de infraestructura”.
Los que más sufrieron con la pandemia fueron los pobres.
Resistieron las empresas cuyos propietarios tenían músculo para aguantar. Y lo hicieron con base en recortes de personal.
Cientos de miles de pequeñas y medianas empresas quebraron. “Si van a quebrar, que quiebren”, dijo el presidente López Obrador, que dejó a su suerte a los empresarios y a los trabajadores.
Tres millones 800 mil mexicanos que habían dejado de vivir en la pobreza regresaron a ella debido a la mala gestión del presidente López Obrador.
México ya no era un país exportador de braceros, y volvió a ocupar el primer lugar de detenciones en la frontera sur de Estados Unidos.
Tuvieron que huir, y lo siguen haciendo, del paraíso obradorista a la meca del neoliberalismo, Estados Unidos.
Hundió al sector salud en la peor catástrofe de la historia.
Quince millones de mexicanos de bajos ingresos dejaron de tener acceso a la atención médica.
Setecientos cincuenta mil muertos dejó la pandemia en México, cifra que nos convirtió en uno de los países donde mayores estragos causó la pandemia.
Miles de niños han muerto de cáncer por falta de medicamentos.
En los hospitales de alta especialidad, los enfermos tuvieron que comprar sus medicinas y hasta las gasas para sus heridas.
México fue el país donde, porcentualmente, más médicos, paramédicos y enfermeras murieron por covid.
El gobierno mandó indumentaria que no servía para proteger al personal de hospitales y centros de salud.
Tres años consecutivos lleva a la baja el gasto en salud, según datos de la Secretaría de Hacienda.
El gasto actual en salud es el menor en 10 años.
¿Infraestructura?
Un tren en la selva, una refinería (en un pantano) y pagar por destruir un aeropuerto no generan desarrollo, ni distribuyen riqueza, es tirar el dinero de los contribuyentes.
¿Dónde están las nuevas carreteras en Chiapas, Oaxaca, Campeche…? Nada.
Cinco años de despilfarro demencial de los recursos públicos, y un retraso atroz en infraestructura.
Qué maravilla de José María Morelos tenemos en Palacio Nacional.
Agrega Meyer en su artículo dominical:
“… las últimas cifras del INEGI permiten suponer que de continuar el proceso inaugurado por la victoria electoral del lopezobradorismo, quizá la utopía de Morelos pueda adquirir realidad y se logre moderar la opulencia y la miseria. Las últimas cifras del INEGI nos muestran que el PIB ha vuelto a crecer (3.7% en los dos últimos trimestres, lo que se encaja bien a nivel mundial)”.
Cierto, disminuyó un poco la pobreza en esta reciente medición, luego de haberla aumentado. Reparto de dinero que beneficia más a quienes no lo necesitan.
El crecimiento de 3.7 por ciento del PIB en dos trimestres que señala Meyer, se da luego de haber tirado la economía a -8.2 por ciento. Y al final del sexenio el crecimiento promedio habrá sido por debajo de 1 por ciento.
Un último dato –para no abrumar– referente al principal instrumento para superar la pobreza. Educación:
Entre el ciclo escolar 2018-2019 y 2022-23, la matrícula en educación básica y media superior perdió un millón 570 mil estudiantes.
Por cierto, ¿dónde publica Lorenzo Meyer sus alabanzas al señor Presidente?
En un gran diario, que ha sido agredido en 456 ocasiones por el presidente López Obrador (cifras de Spin Taller de Comunicación, que dirige Luis Estrada), como un medio que miente pues está al servicio de los corruptos y los conservadores.
Ni una palabra en defensa de El Universal ha escrito Meyer.
Tal vez la línea anterior diga más acerca de quién es Lorenzo Meyer, que todas las cifras contenidas en esta columna.