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Gobernación no someterá a Graco

Conversando con líderes del Frente Amplio Morelense, lo mismo que con el propio Javier Sicilia, he planteado la siguiente pregunta: “¿Y si la Secretaría de Gobernación no somete a Graco Ramírez al orden?”

Y al conversarlo con ellos, he expuesto: “Tanto el Gobierno de la República como la Secretaría de Gobernación no han intervenido para poner freno a la voracidad, las tropelías de Duarte en Veracruz, de Gabino Cué en Oaxaca, como tampoco han frenado los problemas en Michoacán, Guerrero, Chiapas, así como la corrupción en Quintana Roo y otras entidades. ¿Qué obligaría a pensar que en el caso Morelos sí lo hará?

Descubro en los líderes e integrantes del movimiento, en el propio Javier Sicilia, el gran escepticismo predominante incluso después de su encuentro con Roberto Campa en la Secretaría de Gobernación, porque ninguno de los que se ha atrevido a contravenir la “sagrada” voluntad del desgobernador peca de ingenuo y conocen de la madera con la que están hechos los políticos.

Y cuando les pregunto qué harán entonces, la respuesta invariable es: seguir organizándose, sumar más sociedad, denunciar los abusos del poder y sus complicidades.

Pero todos sabemos que la estrategia también es acudir al Senado de la República para exigir a sus integrantes la desaparición de poderes en Morelos, aunque opera de la misma manera que en los casos citados, porque esos que dicen representar a la entidad, al país, tampoco han movido un dedo contra –en general- los Graco-Duarte…

El problema en el caso Morelos es que de la compra de la voluntad de los integrantes de los otros poderes y de la Comisión Estatal de Defensa de los Derechuecos de Graco, así como de la Fiscalía y del garrote con el Mando Único ya pasamos a la represión y las agresiones, como la que sufrió el propio Sicilia, la que ocurrió en Ciudad Ayala, y las de antes, como la de aquellos que quisieron conformar un grupo de autodefensa y muchos otros.

Con poco más de cien años de diferencia, pero el caso es que tanto en Presidencia de la República como en el gobierno de Morelos están cometiendo el mismo error que Don Porfirio previo a la Revolución: negarse a ver que el país es un polvorín de inconformidad, injusticia y corrupción, y que como el otrora dictador, tanto a nivel federal como estatal se empecinan en ver a México y a Morelos como paraísos terrenales donde todo es progreso, donde la gente no padece inseguridad, donde no hay abusos ni hambres, donde no hay sed de justicia y de democracia.

“México no está para una Revolución”, me ha dicho el poeta Javier Sicilia, y lo entiendo del intelectual que conoce la historia y que, como la mayoría, está harto de ver y tratar con una clase política obstinada en su propio bien, intereses y poder.

El problema es que, si no todos, casi 60 millones de mexicanos que viven y padecen los estragos de la bajeza de la clase política, que enfrentan calamidades del “libre mercado” y el neoliberalismo, que ha probado su ineficacia desde hace 30 años, la sociedad mexicana y la morelense ya no aguanta más.

Cuando en 1929 Plutarco Elías Calles –fundador de lo que hoy es el PRI- hablaba de hacer de este un país de leyes e instituciones, no completó la frase señalando que estarían al servicio de unos cuantos.

Y ese no es el México ni el Morelos que queremos.

Queda entonces seguir de pie luchando, con la razón y nuevas estrategias…

 

 

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