La declinación de Creel cambia el juego
La decisión de Santiago Creel había sido pactada con Xóchitl Gálvez para los últimos días de agosto, en caso de que el diputado no creciera lo suficiente.
Se adelantó la declinación por la encuesta levantada en vivienda, hecha por el grupo Reforma, que puso a Beatriz Paredes a unos pasos de Xóchitl.
Creel honró su palabra y cumplió un acuerdo político de la mayor trascendencia.
Hace dos meses Santiago Creel tenía la candidatura de la oposición en la bolsa, porque así había sido el acuerdo entre las dirigencias partidistas: el PRI llevaba la preferencia en las candidaturas a los gobiernos del Estado de México y Coahuila, y el PAN a la candidatura presidencial y al Gobierno de la Ciudad de México.
Una serie de reclamos, fundados, de la sociedad civil expresada en redes sociales y en foros públicos, hizo que Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano aceptaran abrir el proceso de elección, al menos un poco.
Por esa rendija que se abrió entró una marea rosa y apareció una “señora X” que cambió el escenario para Santiago Creel, para el PAN y para el PRI.
También lo cambió para el oficialismo, porque pasó de tener el triunfo asegurado en la elección presidencial, a la posibilidad real de perder el poder.
Los imponderables, y el azar, en política, de vez en cuando juegan y son determinantes.
Es lo que ha ocurrido en México, donde el escenario parece acomodarse a lo que hasta hace 60 días parecía una quimera, probablemente Xóchitl Gálvez se convierta en la primera mujer que presida la República.
Muy doloroso ha de ser este momento para Creel, pero tuvo el valor civil de ir contra su propio instinto (nadie cree que va a perder) y ceder ante la realidad.
Con ello nos mostró que sus luchas por abrir más espacios democráticos en el país, con posiciones muy equivocadas en algunos momentos de su carrera, eran genuinas.
Para Santiago Creel, qué duda cabe, México es primero.
Lo mismo ocurrió la semana pasada con Enrique de la Madrid, el mejor preparado para ser presidente, que se abstuvo de impugnar la encuesta que lo eliminó, pues marcaba un empate técnico con el tercer lugar.
De la Madrid, que había trabajado cuatro años para esta candidatura, se guardó los reclamos a fin de no empañar un proceso que, por el bien del país, debe culminar con éxito.
Tanta generosidad en el Frente Amplio, en el que los partidos han cedido y precandidatos brillantes se han sacrificado, nos muestra que la convicción de evitar que México se hunda en el pantano de odios y anarquía criminal en que nos adentramos es real.
Ahora queda la contienda interna entre Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes, que son dos opciones claras, muy distintas, unidas en la batalla en favor del país.
Mal harían los partidarios de una y otra en herirse mutuamente porque sus abanderadas, Xóchitl y Beatriz, discrepan, y tal vez con fuerza, en los debates que vienen.
Así es una elección primaria. Guste o no, es política. Y hay que tener la piel dura.
Y Xóchitl va a necesitar a Beatriz para ganar, y viceversa.
Xóchitl representa la fuerza ciudadana sin militancia, a la marea rosa, y Beatriz Paredes a la clase política, de la que es una de sus mejores expresiones
Una no gana sin la otra.
Si eso se entiende entre los seguidores de ambas candidatas, el Frente Amplio llegará fortalecido a la cita con las urnas en junio próximo.
La declinación de Creel dio un giro a la elección presidencial. Al parecer, y salvo nuevos imponderables, Morena no se quedará otros seis años en Palacio Nacional.
Al menos, no por las buenas. El costo de descarrilar la elección sería demasiado alto.
Y Santiago Creel no será una anécdota de precandidato perdedor, sino el hombre que, con una decisión de profundo contenido moral, abrió la puerta para rescatar a México de la pesadilla.