Salvo que se cuartee el PRI por una decisión inconsulta de Alejandro Moreno sobre una inminente declinación de Beatriz Paredes, todo va mejor de lo esperado.
La encuesta publicada ayer en El Financiero muestra a Xóchitl Gálvez a nueve puntos de la precandidata oficial, algo que parecía inimaginable hace dos o tres meses.
Es una buena noticia para México, porque sí es posible frenar el dispendio demencial en elefantes blancos, rescatar el valor de la seguridad personal y patrimonial de los ciudadanos, trabajar en la reconstrucción del Estado de derecho y en la reconciliación nacional.
Incluso si gana Claudia Sheinbaum la Presidencia, el país tendrá una oposición fortalecida y un Congreso sin mayorías calificadas para modificar la Constitución a placer del gobernante.
Lo que se refleja hasta ahora en las encuestas es que nadie será “dueño” del Legislativo, y quien gobierne tendrá que acatar el mandato de lo que se vislumbra que traerán las urnas: pónganse de acuerdo.
En la ruina estaba la oposición hasta hace muy poco, y la sociedad civil la levantó para dar la pelea por México.
La ola rosa, esa que el gobierno dijo que la componían 7 mil personas, se extendió por el país, y sí será posible frenar la marcha hacia un régimen totalitario, de chavismo a la mexicana, sin división de poderes, con odio de clases, y que inevitablemente nos lleva a la bancarrota.
Sí, a la bancarrota. Sí, inevitable.
O se les frena en junio, o no habrá reversa.
Hasta ahora el gobierno puede presumir que ha gobernado sin quebrar al país (vaya logro).
En efecto, las reformas que desprecian por “neoliberales”, han evitado la ruina y la dictadura.
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, Banco de México autónomo, Instituto Nacional Electoral, Tribunal Electoral, apertura a la sociedad de espacios que eran monopolio del gobierno, como el Inai. Prensa libre.
Pero nada es suficientemente fuerte para evitar la ruina si la pesadilla continúa otro sexenio.
Enrique Quintana explicó en estas páginas ayer que, entre enero de 2024 y junio de 2027, Pemex debe pagar 34 por ciento de su deuda total. Es decir, en el siguiente trienio deberá pagar 38 mil millones de dólares.
¿Con qué dinero? ¿De dónde?
Pemex no puede hacerlo, ya que en los últimos cuatro años sus pérdidas ascendieron a un billón 28 mil millones de pesos.
Es sólo un botón (importante) de las bombas económicas que dejará el actual gobierno a quien le suceda.
¿Quién va a pagar eso?
Usted, si conoció los estragos de la docena trágica (1970-1982), ya lo sabe.
Y si lo sabe, es indispensable que se lo explique a sus hijos para que nadie se quede sin votar.
Para fortuna del país, los partidos de oposición fueron sensibles al clamor de la ola rosa y con humildad antepusieron el bien de México por sobre sus intereses partidistas.
Que hubo, hay y habrá jaloneos al interior del Frente, es inevitable. Es política.
Hasta ahora ha sido encomiable la actitud de PAN, PRI y PRD, para evitar el colapso de la democracia y la economía, que no resisten otros seis años de conducción irresponsable.
No les ha ido mal a los partidos: el PRI ha dado una sorpresiva muestra de fortaleza: Beatriz Paredes tiene 32 por ciento de las preferencias en el Frente.
Por la noche, a través de un comunicado, Beatriz manifestó que no compartía, por ahora, la idea de declinar, que sugirió Alejandro Moreno; sin embargo, confió en que se ponderará la unidad del Frente.
Pero su precandidatura colaboró para poner al PRI nuevamente en el mapa.
Se consolidó la personalidad de Enrique de la Madrid, destinado a grandes cosas en los meses y años que vienen, pues a su talento añadió una indudable vocación para servir a México.
Acción Nacional se levantó del descrédito que le dejó su proceso de selección de candidato presidencial en 2018.
Es una fuerza política seria, con buenos y malos ejemplos (como en todos los partidos y grupos sociales), pero que sí es capaz de poner el bien común por delante de las legítimas aspiraciones de sus líderes. La actitud de Santiago Creel es tan digna como impensable en el bloque que hoy gobierna.
El PRD puede ser, otra vez, la casa de la izquierda.
Una izquierda comprometida con los valores de la democracia y las luchas sociales, así como por equilibrar el terreno para que en nuestro país no pierdan siempre los mismos.
Enorme éxito del Frente. Pase lo que pase, los mexicanos no estaremos solos, como lo estuvimos en el primer trienio del actual gobierno.
Salvo que el diablo meta su cola y algún dislate inesperado descarrile esta gran oportunidad que partidos y sociedad han creado.