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¿Claudia o Marcelo?, el dilema que ya no fue

 

Si el oficialismo hubiese diseñado un método de selección para construir su candidatura presidencial similar al que emprendió la oposición, el resultado de la encuesta que está levantándose en estos días sería imprevisible.

El Frente Amplio por México construyó una ruta que forzó al descarte de aspirantes según fueron avanzando las etapas. Por eso llegaron al final dos candidatas. ¿Qué habría sucedido si ese mismo procedimiento hubiese sido utilizado para resolver la contienda dentro de las filas de la coalición gobernante?

Marcelo Ebrard hizo campaña proponiendo a las personas encuestadas evitarse las distracciones. “¿Claudia o Marcelo? ¿Marcelo o Claudia?”, insistió cada vez más. La lógica detrás de este emplazamiento es simple. Alrededor de 70 por ciento de las preferencias en esta contienda no está con Claudia Sheinbaum. Según el promedio de las encuestas, si se suman los números que traen a su favor Manuel Velasco, Ricardo Monreal, Adán Augusto López, Gerardo Fernández Noroña y Marcelo Ebard, la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México apenas alcanza un tercio de los apoyos.

La hipótesis más común entre quienes hacen análisis político dice que Sheinbaum lleva delantera porque es la candidata favorita de Andrés Manuel López Obrador y también porque ella decidió hacer una campaña lo más apegada posible al discurso del Presidente.

Insiste la mayoría de los colegas que, si el mandatario hubiese refutado esa hipótesis, o bien, si de plano se hubiese decantado por otra opción, sus seguidores habrían ungido a alguien diferente.

Esta conjetura tiene sin embargo un problema. Es falso que el aprecio hacia el mandatario se traduzca en automático en apoyo político para Claudia Sheinbaum. De lo contrario los números de la favorita presidencial serían mucho mejores. La matemática a este respecto puede ser imprecisa y sin embargo vale la pena profundizar en el argumento.

Primera premisa: mientras una mayoría de 60 por ciento apoya a López Obrador, 40 por ciento se coloca del lado de la oposición. Segunda premisa: si ese 60 por ciento se convierte en 100 por ciento, los candidatos del oficialismo contrarios a la favorita sumarían 70 por ciento de las intenciones. Tercera premisa: si en vez de seis aspirantes, únicamente dos hubiesen llegado a la recta final, el triunfo de Sheinbaum estaría en serios aprietos.

Aquí es donde se vuelve pertinente la comparación de los métodos para la selección de la candidatura presidencial, entre la oposición y el oficialismo. Un mecanismo de descarte por etapas, dentro del bando presidencial, habría construido un escenario distinto al que se está viviendo.

Hay, desde luego, información con la que no se cuenta para asegurar lo que habría pasado. Por ejemplo, ¿dónde habrían ido a dar los apoyos de Manuel Velasco, Ricardo Monreal, Adán Augusto López o Gerardo Fernández Noroña en el caso de que solamente Ebrard y Sheinbaum hubiese llegado a la última etapa?

Hace unos días el periódico El Financiero proporcionó una aproximación a ese hipotético escenario. Encontró que, en ausencia de los demás aspirantes, la diferencia entre las dos personas punteras no sería superior al dos por ciento. Esto querría decir que el resultado último habría quedado dentro del margen de error.


La introducción de seis contendientes al juego ha sido benéfica para la favorita. Araceli López

La introducción de seis contendientes al juego ha sido benéfica para la favorita. Araceli López

“¿Claudia o Marcelo?” La genialidad de quien diseñó el método fue evitar justamente que esa fuera la pregunta. La introducción de seis aspirantes al juego y la propuesta de que todas esas personas fuesen invitados a la última cita ha sido benéfico para la favorita.

El primer paso fue asegurarse de que Ricardo Monreal no se quedara fuera. No solo porque de todos era el más cercano a Marcelo Ebrard sino, sobre todo, porque era el más distante a Claudia Sheinbaum. La ruptura entre estos dos personajes durante los comicios del 2018 es un hecho público. Monreal aún reclama que, a pesar de que las encuestas le favorecían, se entregó a la favorita la candidatura a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

¿Qué habría pasado con Monreal si hubiese quedado fuera de nuevo? No solamente habría prestado sus activos a la candidatura de Ebrard, sino también habría operado en el territorio para asegurar su triunfo.

El segundo paso fue promover la candidatura de Manuel Velasco desde el Partido Verde Ecologista de México. En principio, las preferencias a favor de este aspirante serían más cercanas a Ebrard que a Sheinbaum. Esto es así porque Ebrard ha sostenido, desde su fundación, una relación próxima con ese partido y también porque dentro de esa fuerza política hay una mayoría que se identifica con su candidatura y así lo manifestaron varios de sus legisladores y dirigentes.

Se suma a estos dos argumentos el hecho de que el electorado del Partido Verde tienda a ser de centro y la candidatura de Sheinbaum se haya construido precisamente tomando distancia del centro.

El tercer paso fue la inclusión de Gerardo Fernández Noroña en la contienda. Un político mucho más sofisticado de lo que él mismo admite ser. Tanto que ha tenido el mejor desempeño en estas semanas de contienda. Empezó detrás de Ricardo Monreal y probablemente también de Manuel Velasco y, sin embargo, ahora cuenta con posibilidades reales de llegar en tercero o cuarto lugar, con más del 14 por ciento de las preferencias.

Acaso el éxito de su campaña se deba a la libertad ejercida frente a quienes sí pertenecen al círculo presidencial. No suele dar la impresión de agacharse en reverencia frente al líder, pero tampoco come lumbre. Visto con atención, el crecimiento de Fernández Noroña se debe a un bien calculado doble mensaje. De un lado se presenta como el candidato maltratado por el “compañero Presidente” y del otro está dispuesto a plantar cara con la mejor lealtad. En otras palabras, su candidatura tiene fuerza porque tensa contra la voluntad del Presidente sin que tal cosa signifique ruptura. A este respecto es un competidor directo en contra de Ebrard ya que, aunque sus votantes pudieran ser distintos, sus argumentos son parecidos. Es autónomo sin ser desleal. Puestas así las cosas, el crecimiento de Noroña probablemente ha jugado en contra del ex canciller.

Noroña sabe que su buen desempeño no ha restado nada a la ex jefa de Gobierno y también que, si puede aún crecer, seguirá siendo a partir de los activos políticos del otro puntero.

La incógnita a este respecto es Adán Augusto López. ¿A dónde irían a dar sus seguidores si se retirara de la contienda? Probablemente mitad a Sheinbaum y mitad a Ebrard. 

En fin, aún caben sorpresas de aquí al próximo jueves, pero hay una noticia que, desde ahora, puede cantarse: la contienda ya no fue solo entre Claudia y Marcelo.

Ámbito: 
Nacional