El viernes 1 de septiembre murió de un infarto Ernesto García Cabral Sans, mi amigo de todas las edades.
Hay muertes que enlutan nuestra vida, otras que se llevan parte de ella. La de Ernesto es de estas últimas.
Murió en el Centro Cultural Helénico, rodeado de sus amigos de la Danza, como se designa a sí misma la cofradía de los llamados Concheros, en cuya fraternidad Ernesto vivió, toda su vida adulta, una vida paralela de la mía.
Un día resumió para mí los principios de la Danza, cuyo saber se remonta al mundo prehispánico. Tomé notas de lo que decía y lo puse luego en mi novela La provincia perdida (cap. 15).
Los principios pueden resumirse en una premisa, seis mandamientos y un corolario
La premisa es:
Usa impecablemente tus palabras. Lo cual quiere decir: no hables sino para decir lo que sabes o para preguntar lo que ignoras.
Primer mandamiento: Hazte amigo de los hombres. Lo que quiere decir: no agravies ni avergüences a nadie, pasa entre los hombres como si fueran tus hermanos, aunque no lo sean.
Segundo: No tomes nada personalmente. Quien te apunta con su dedo inculpatorio tiene tres dedos en su mano que lo apuntan a él.
Tercero: Jamás supongas nada. Acepta que nada sabes de cierto sino lo que sabes, que es muy poco.
Cuarto: Haz todo lo que puedas según las circunstancias: mide bien las circunstancias que te rodean y haz lo que puedas de acuerdo a ellas. Nada más, nada menos.
Quinto: No pierdas el tiempo. Ocúpate en lo que debes hacer, no te distraigas, lo cual implica saber lo que tienes que hacer, y ocupar en eso el tiempo que te ha sido dado en esta tierra.
Sexto: Respira con reverencia frente a todo: respeta todo lo que está frente a ti como si de tu respeto dependiera tu vida, tu respiración.
El corolario dice:
Hazte amigo del que está en todas partes. Sé amigo de todo lo que te rodea: hombre, animal, planta. No tengas discordia con el mundo, que es tu obligación, tu condena y tu premio.
Adiós, amigo.