Los hay tan, pero tan pendejos, que no se dan cuenta de que lo son.
Florestán
Pues ¡se acabó! Esta tarde conoceremos el nombre de quien Andrés Manuel López Obrador eligió para sucederlo, final que se plantea entre su favorita, Claudia Sheinbaum, a la que empujó y promovió a lo largo de sus casi cinco años de gobierno, y Marcelo Ebrard, alternativa en la que aparece Adán Augusto López Hernández, el más cercano y de todas sus confianzas.
En esta designación largamente operada por él, no cabe ya que en la víspera salga con el recurso populista de que no es él, es el pueblo, que ya no es como antes, que ahora es la democracia participativa y que es solo un siervo de la nación.
López Obrador quiere ocultar que en la sucesión interna de los partidos, en 2006, no fue Vicente Fox el que decidió por Felipe Calderón, su candidato era Santiago Creel, y que hubo un proceso de votación nacional que eligió al michoacano, no fue, entonces, el dedo presidencial, y así como no lo fue entonces, tampoco lo fue en 2012, cuando Calderón no eligió a su sucesor, Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, tanto en 2006 como en 2012 él se impuso al PRD, como en 2018 a Morena, tercera elección que fue, arrolladoramente, la vencida.
Cuando habla de los dedazos presidenciales se refiere al siglo pasado, cuando hasta 1994 los presidentes elegían a sus sucesores.
Pero ahora lo quiere presentar como un hecho inédito, cuando el resultado de esta tarde será solo una formalidad para confirmar su elección.
La operación no fue de esta semana ni de estos tres meses, fue a lo largo de su gobierno, marcadamente a partir del verano de 2021, cuando le dijo a Claudia: eres tú, y ella será.
Así de fácil.
Y eso que dice todos los días de que él no ha intervenido es solo para llegar a las mil repeticiones, en busca de convertirlo en verdad.
RETALES
1. BASTÓN. No sé a qué se refiere el presidente cuando dice que hoy, igual es mañana, entregará el bastón, de no sé qué mando, a su candidata; tampoco entiendo para qué le servirá ese adminículo oaxaqueño ni qué dejará de hacer él, cuando repite que ya solo se ocupará del cierre de su gobierno cuando hoy le faltan 12 meses y 24 días;
2. INCÓMODO. De no ser Marcelo Ebrard, el más combativo de todo este proceso, proponiendo planes y soluciones, denunciando anomalías y expresando dudas y preocupaciones por el método y la cargada, vamos a ver qué decide, porque está claro que no cabe en un eventual gobierno de Sheinbaum ni él lo aceptaría; y
3. POSICIONES. Cuando López Obrador, que dice que no se ha metido en el proceso, estableció los precandidatos, el método, las formas, los tiempos y los premios, dijo que segundo y tercer lugar de la encuesta irán al Congreso. ¿Lo aceptaría el número dos? Y del cuarto al sexto al gabinete de su sucesora. ¿Lo mantendría en el tiempo? Es que cree que su poder es para siempre.
Nos vemos mañana, pero en privado