La ruptura de Ebrard se robó la noticia de la elección oficialista, pero el hecho político duro, el importante, es que la candidata firme y formal de Morena y sus aliados ya es Claudia Sheinbaum.
Sheinbaum es la candidata oficialista en todos los sentidos. Fue impuesta por el Presidente sobre el resto de los competidores. Manifestó como ningún otro contendiente su propósito de continuar lo hecho por López Obrador. Y gozó de todos los apoyos oficiales para llegar a donde está.
Será la beneficiaria de los votos oficialistas lealmente ganados, y también de los votos inducidos, o comprados por el gobierno, así como de la parcialidad política de los 23 gobernadores morenistas.
Tendrá a su favor todo el dinero legal que el gobierno ponga en la contienda, a través de sus programas sociales, y del dinero ilegal que haga falta, como atestiguan bardas, espectaculares y movilizaciones del tramo de la contienda que acaba de terminar.
Será la candidata beneficiada por todas las encuestas que el gobierno pueda comprar, para dar la sensación de una elección ganada de antemano; de los espacios que el gobierno imponga en los medios; y de todos los aliados y clientelas oficialistas que quieran más de lo mismo, entre ellos, en algunas zonas, el crimen organizado.
Dispondrá, por último, del mayor de los apoyos políticos, un Presidente que hará campaña por ella abiertamente, todos los días.
Será la candidata de una elección de Estado que el Presidente diseñó y maneja a la vista de todos.
No hemos tenido un presidente tan abiertamente comprometido con una elección de Estado como López Obrador con Claudia Sheinbaum.
No sabemos hasta dónde será capaz de llegar en sus dados cargados, y si estos incluyen recursos extremos como la anulación judicial o física de la candidata opositora.
No lo sabemos realmente. Pero este es el terreno en el que estamos ya: el terreno de una decidida elección de Estado.
Lo extraordinario es que, con todo eso a su favor, Claudia Sheinbaum no vaya tan adelante, y que el pronóstico que tenemos hacia el 2024 sea el de una elección competida, que los ciudadanos pueden decidir.