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Brevi@rio

Aunque la federal con mucho mejores augurios que la local, ayer abrieron períodos ordinarios de sesiones las legislaturas.

 

En el caso del Congreso del Estado de Morelos que, entre la prudencia, el miedo y la comodidad, decidió inaugurar sesiones en el World Trade Center de Morelos, lejos de su sede en el centro de Cuernavaca que continúa siendo lugar de manifestaciones contra los legisladores; queda esperar que haya una transformación a fondo de la forma de hacer política. El legislativo morelense tiene que transformarse, con urgencia, en el espacio de diálogo entre quienes deben ser representantes populares (y han sido omisos en ello, por lo menos en la percepción), que sirva como balanza de un Ejecutivo que hoy, a todas luces, parece avasallador en términos de operación política, pero extraordinariamente deficiente en lo que refiere a respaldo social.

Mucho tienen que explicar los legisladores locales, mucho tienen que revisar de sus actitudes, porque la campaña emprendida en unidades del transporte colectivo y en espacios de la opinión pública, parece una expresión legítima del sentir de la mayoría de los morelenses que han dejado de confiar en quienes se supone los representan. Las explicaciones son urgentes y deben fundarse en argumentos mucho más racionales que las descalificaciones lanzadas por los diputados Hortencia Figueroa Peralta y Francisco Moreno Merino, convertidos en repetidores del discurso descalificatorio del gobernador, Graco Ramírez Garrido. Tampoco ha servido el silencio que guardan casi el total de los legisladores restantes. La ignominia en que esta legislatura ha hundido al Poder Legislativo de Morelos es lamentable en tanto ha dejado a cientos de miles de morelenses sin voz en el Congreso.

Porque si como se plantea en la percepción popular, los legisladores han dado respaldo a las políticas de Graco Ramírez para obtener beneficios estrictamente personales, habrá que ver qué tanto les empieza a costar ese respaldo en lo que a su futuro político refiere. El descrédito al que se han sometido los legisladores puede costarles, a la mayoría de ellos, su carrera política y estamos por empezar un año en el que eso importa mucho.

Pero además de la perspectiva estrictamente egoísta de los diputados morelenses, habría que considerar el tema de la gobernabilidad. Si bien es cierto que por una parte no ha sido aún comprometida la capacidad de mando del gobierno estatal, también lo es que en la medida que se siguen agotando los espacios de legitimidad del quehacer político, podríamos ver cómo empieza a diluirse la gobernabilidad. Poco ayuda entonces tener un congreso que, por lo menos en las formas aparenta, no defender al gobernador, sino, mucho más grave, someterse a él.

Por ello, en aras del avance en el estado, tendríamos que pedir a los diputados asumirse como representantes populares, como voceros de las demandas de muchos sectores que mantienen agendas pendientes en materia de seguridad, derechos humanos, empleo, desarrollo económico, participación ciudadana, obra pública, y una lista enorme que han sido desatendidas por el gobierno estatal.

Y es que, si la legislatura puede entender que su función es mucho más que el palomeo de las iniciativas enviadas por el Ejecutivo, que su actuación requiere una rendición de cuentas no reducida al uso de los recursos públicos -que por supuesto es un capítulo delicado también en el Congreso local- sino a la explicación argumentada de la toma de decisiones que afectan a sus representados, sin importar si son universitarios, católicos, ruteros, o afines o no a Graco Ramírez. Esa es particularmente la enorme falla de una legislatura que parece haberse contagiado de la soberbia gubernamental al decir sólo que hacen las cosas porque eso es lo que está bien, sin mayores explicaciones.

Urge entonces que el Congreso de Morelos retome el rumbo, se acerque a la población y demuestre que es mucho más que una oficina de trámites para el gobierno de Graco Ramírez, si pueden aún lograr eso, los diputados locales podrían, probablemente, hacer mucho por la gobernabilidad en el estado. En cambio, si siguen con las actitudes actuales, el desgaste institucional será una más de sus contribuciones al innegable conflicto que la enorme agenda de pendientes ha provocado en Morelos…

 

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