La confesión de un crimen social
El presupuesto solicitado por el gobierno federal para 2024 plantea el mayor déficit público en 35 años, que implica deuda por un billón 860 mil millones de pesos.
¿Vendrá una crisis de las finanzas públicas por ese endeudamiento?
La respuesta es no, señala la mayoría de los expertos.
Lo que nos revela es que el país sí tenía capacidad de endeudamiento para enfrentar una emergencia, sin poner en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas.
El crimen social de Andrés Manuel López Obrador fue no haber tomado deuda durante la pandemia para evitar la muerte de cientos de miles de mexicanos que se pudieron salvar.
Y en cambio la toma ahora, de manera elevada, para satisfacer dos caprichos personales: inyectar dinero público a obras inútiles y hacer presidenta a Claudia Sheinbaum.
Hubo 800 mil muertos en exceso durante la pandemia, de los cuales –tomando en cuenta la media mundial– 400 mil no debieron haber muerto si el gobierno hubiera invertido en prevención, infraestructura hospitalaria, equipo médico y vacunas.
La decisión del Presidente de no invertir en la lucha contra la pandemia mató personas y mató empresas.
Destinó sólo 0.7 por ciento del PIB en apoyos a pequeñas empresas y a tareas de salud durante la crisis por el covid, el más bajo de los países de la OCDE, y tuvimos la tasa de mortalidad más alta de ese grupo de países.
Contra ese raquítico 0.7 por ciento del PIB, para 2024 pide un déficit (deuda) de 5.4 puntos del PIB, o 4.9 según la medición menos amplia.
“Fuimos el país que menos se endeudó durante la pandemia”, repite ufano López Obrador.
No fue un acto de responsabilidad el suyo, sino todo lo contrario.
Lo hizo al precio de matar a cientos de miles de personas y empresas, con la decisión más cruel que ha tomado un presidente de México desde 1968.
Ahora nos vamos a endeudar en un billón 860 mil millones de pesos que se destinarán a pagar deuda de Pemex, la refinería de Dos Bocas que lleva incontables inauguraciones y no refina, y el trenecito que no le sirve a (casi) nadie.
El Presidente que dice ser humanista tira el dinero de la nación en caprichos y no lo usó para salvar vidas ni unidades productivas ni empleos.
A la Secretaría del Bienestar se le aumenta, para 2024, 25.2 por ciento de su presupuesto, porque es año electoral.
Cuando hubo emergencia, se abstuvo de atender a la gente de escasos recursos y 4 millones de mexicanos se fueron a la pobreza.
A medida que se acercan las elecciones el gobierno abre la cartera para la compra del voto, y así cumplir el otro capricho: conservar el poder con una presidenta que él cree que podrá manejar con facilidad.
Los caprichos del Presidente, no la vida humana ni el desarrollo del país, son los privilegiados del presupuesto.
Para Pemex pide 145 mil millones de pesos. Alrededor de 8 mil 500 millones de dólares (17 pesos por dólar).
Mientras todas las empresas petroleras del mundo han ganado dinero como pocas veces en la historia, Pemex pierde a manos llenas: un billón 320 mil millones de pesos en lo que va del sexenio, en apoyos directos (subsidios) y exenciones.
El Tren Maya va a requerir 120 mil millones de pesos en 2024, adicionales a lo que ya se le ha invertido.
Dicho en pesos, el tren va a costar 480 mil millones de pesos. Es decir, saldrá en 28 mil 235 millones dólares (a 17 pesos por unidad). Y la obra nunca va a ganar dinero ni va a recuperar la inversión.
Entonces, ¿quiénes ganan con el tren?: los constructores subcontratados por los generales que llevan el proyecto, cuyos gastos están guardados en secreto por disposición presidencial.
Los empresarios que hicieron el primer viaje en el Tren Maya, atacados de la risa y que han ganado fortunas en una obra que no le servirá al país, serán –no lo dude– requeridos para el financiamiento ilegal de la campaña de Morena con que intentarán ganar la Presidencia y el Congreso.
Pero eso es futuro. Lo que hay ahora es una solicitud de 120 mil millones de pesos para el tren en 2024, cuando se supone que ya lo inauguraron.
Lo que hay es una petición de 145 mil millones de pesos para pagar deuda de Pemex, al que este gobierno le ha inyectado un billón 320 mil millones de pesos que deberían estar en salud, educación e infraestructura para el desarrollo.
Y lo que hay es un incremento de la deuda en 1.86 billones de pesos para satisfacer caprichos destinados a perder dinero.
Lo que hay es un crimen social.
Un crimen contra 400 mil personas que se convirtieron en cenizas, que hoy deberían estar vivas, y murieron por las decisiones equivocadas de un Presidente que no se arrepiente de nada y quiere seguir mandando.