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Breve historia de la Independencia de México: personajes, antecedentes y la lucha por la autonomía mexicana


Después de que Hidalgo increpara al Pípila para que corriera a la puerta y le prendiera fuego a la entrada principal de la Alhóndiga, el joven no lo pensó y puso una losa sobre su cabeza, misma que sostenía con la mano izquierda. En la derecha llevaba un ocote en llamas. Corrió, casi a gatas, hasta la puerta, esquivando balas y combatientes realistas y su acto de valentía quedó como un ejemplo de heroísmo en la Independencia de México. Así lo relató Carlos María de Bustamante, quien más tarde fue refutado por Lucas Alamán y corregido por José María Liceaga en cuanto al modo en el que lo contara; sin embargo, esta historia muestra la importancia de la lucha en la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato, una de las victorias de quienes luchaban a favor de la independencia de México.

La intendencia de Guanajuato era una de las potencias más adineradas de la Nueva España. Contribuía de manera decisiva a la economía mundial. Cuando la lucha llegó, las familias más acomodadas y el ejército realista se atrincheraron en la Alhóndiga de Granaditas. La fuerza y furia del pueblo provocó una de las batallas más cruentas de la lucha armada. Muchos obispos condenaron la violencia del movimiento e incluso excomulgaron a Hidalgo por la masacre en la que acabaron con las familias y militares por igual.

Antecedentes de la Independencia de México

En 1808 una carta circulaba en Madrid. Carlos IV informaba que cedía sus derechos sobre España y las Indias a su “aliado” y “querido amigo” Napoleón Bonaparte, quien a su vez entregó la Corona a su hermano José Bonaparte.

Desde 1808, con el quiebre de la monarquía por la intrusión del ejército napoleónico y la revolución liberal española, las colonias españolas comenzaron a cuestionar el poder del reino. Nueva España se convertía en un epicentro de comercio y una fuente de ingresos importante para la corona. La tesorería de México debía pagar directamente a acreedores extranjeros. Es por eso que muchos peninsulares también buscaban la autonomía de la Nueva España; sin embargo, otro grupo de altas jerarquías y clérigos no quería que se abolieran sus privilegios.

Miguel Hidalgo e Ignacio Allende, por ejemplo, perdieron sus propiedades después de que el Decreto de la Consolidación de Vales Reales exigió a la iglesia que cobrara los capitales que tenía prestados. No poder tener más préstamos significó no poder sobrevivir, enfrentar las sequías y el aumento en los precios.

El 15 de septiembre de ese mismo año se empezó a orquestar el golpe de Estado y la autonomía mexicana. Algunas figuras peninsulares privilegiadas y de clase alta apresaron al virrey y poco después, surgió la primera conspiración en Valladolid, misma que se esparció hasta Querétaro.

El golpe de Estado

En Querétaro, la casa de los corregidores Miguel y Josefa Ortiz de Domínguez servía como punto de encuentro para intelectuales y amigos que pensaban que la independencia mexicana serviría para fortalecer a la nación. Destacaban Ignacio Allende, Juan Aldama, Miguel Hidalgo, quienes fueron los nombres más populares al inicio del movimiento.

En 1810, la insurrección estaba planeada para estallar en diciembre pero al ser delatados, el movimiento se adelantó al 16 de septiembre, un domingo de misa en el que en lugar de rezar cánticos a Dios, el cura de la iglesia, Hidalgo, con su clásico estandarte de la virgen de Guadalupe, levantó en armas a los asistentes para luchar contra el mal gobierno.

En la capital, Francisco Xavier Venegas ocupaba el cargo como nuevo virrey y al enterarse de lo ocurrido, ordenó al general Félix María Calleja apagar las revueltas y restaurar el orden hasta entonces conocido.

La lucha continuó y los independentistas tomaron diversas ciudades claves. En el Monte de las Cruces, a punto de entrar a la capital, el ejército de Hidalgo derrotó a los criollos realistas que defendían la zona; sin embargo, después de buscar entrevistarse con el virrey y no obtener respuesta, el cura más famoso de la Independencia ordenó la retirada, lo que puso en juego la lucha por la autonomía y las vidas de los disidentes.

Allende, quien había permanecido a su lado, estuvo tan en desacuerdo con la decisión de Hidalgo que decidió tomar camino a Guanajuato mientras que Hidalgo avanzó a la capital. Con su aparente triunfo, empezó a proclamar la abolición de la esclavitud, del tributo indígena y los estancos, declaró que las tierras indígenas eran para el uso exclusivo de ellos y autorizó la ejecución de los prisioneros españoles; sin embargo, la victoria estaba lejos de ser ganada.

La lucha cuesta abajo y el nacimiento de personajes imprescindibles

El 17 de enero de 1811 se presentó una de las grandes derrotas del movimiento. En la batalla de Puente de Calderón, 5.000 realistas derrotaron a 90.000 insurgentes. La lucha no se detuvo y algunos otros protagonistas de la lucha tomaron fuerzas. José María Morelos se presentó ante Hidalgo y tuvo como misión tomar Acapulco; José Antonio Torres ocupó Guadalajara y Allende y Aldama tomaron el mando del movimiento.

Ignacio López Rayón quedó al frente de la lucha en Saltillo; pero poco después, los independentistas fueron traicionados. Los militares detuvieron a Allende, Aldama, Hidalgo y José Mariano Jiménez, los llevaron a Chihuahua y decapitaron para mostrar el triunfo de la corona con sus cabezas colgadas en las esquinas de la alhóndiga.

Morelos mantuvo la lucha y armó un ejército con sus más cercanos. Entre ellos, Hermenegildo Galeana, Mariano Matamoros, Nicolás Bravo, Manuel Mier y Terán, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero. Establecieron sus tropas para tomar Chilpancingo, Tixtla, Chilapa, Taxco, Izúcar y Cuautla al combate contra Calleja.

Cuando se apoderaron de un amplio territorio, Morelos convocó un congreso en 1813, fecha en la que se leyeron los Sentimientos de la Nación en Chilpancingo. Ahí Morelos recalcaba que América era libre y recibió el título de Siervo de la Nación. Entonces promulgaron la constitución el 22 de octubre de 1814. Un año después, en otro intento por tomar Acapulco, Morelos fue apresado y llevado a San Cristóbal, Ecatepec, donde lo fusilaron.

Aunque la lucha continuaba, parecía que la fuerza insurgente estaba cada vez más débil, por lo que el nuevo virrey, Juan Ruiz de Apodaca, nombrado en 1816, intentó conciliar la paz y ofrecer amnistía a los revolucionarios. Muchos aceptaron pero en 1817, un grupo liderado por Fray Servando Teresa de Mier y Francisco Xavier Mina, intentó una nueva insurrección que fracasó con el fusilamiento de Mina y el encarcelamiento de Mier.

La victoria de la autonomía

La consumación de la Independencia tomó fuerza cuando Rafael de Riego, comandante, pidió al rey a jurar la Constitución de 1812. Se liberaron a los insurgentes presos y la libertad de prensa logró que se realizaran publicaciones subversivas en contra de la corona.

Por otro lado, los realistas liderados por Agustín de Iturbide apoyaban la autonomía mexicana pero estaban en contra de las revueltas y a favor de la propiedad privada. Buscaban la independencia por vía pacífica y el apoyo general de los combatientes. Los mandatarios le ordenaron acercarse a Apodaca, donde lideraba la insurrección Vicente Guerrero. Iturbide, en lugar de pelear, lo invitó a su causa.

Para el dirigente del ejército realista (Iturbide) era fundamental tener un plan sobre tres garantías: religión, unión e independencia. De este modo, la unión con el ejército independentista, haría posible que su estrategia se realizara. Después de su reunión, Vicente Guerrero lo reconoció como el primer jefe de los ejércitos nacionales y el 24 de febrero de 1821 se proclamó el Plan de Iguala para consumar la lucha. Siete meses después, el 27 de septiembre, se simbolizó el acuerdo con la entrada del ejército Trigarante a la Ciudad de México.

Mientras tanto, en España, nombraron a Juan O’Donojú jefe político de la Nueva España. Al llegar a Veracruz supo que el movimiento de autonomía era irreversible y se reunió con Iturbide para firmar los Tratados de Córdoba. Reconoció en ellos la independencia y el establecimiento de un Imperio mexicano. Es por eso que México cuenta con dos actas de independencia, esta, donde se reconoce como imperio es la primera. La segunda, con la caída de Iturbide cuando México se estableció como República. España reconoció la Independencia de México 15 años después.

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Nacional
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